De la misma manera que los expertos en recursos humanos inciden en la necesidad de que las personas encuentren el denominado “valor añadido”, esa habilidad, conocimiento o forma de hacer las cosas que las diferencian de otras o en la que un pintor busca distinguirse por la forma en la que desliza su pincel, las empresas deben buscar sus puntos fuertes y potenciarlos como un valor diferencial que les distinga del resto de compañías de la competencia.

“Marcar la diferencia” es el mantra que muchas organizaciones han tratado de aplicar a sus modelos de negocio. Ser diferente, memorable o destacar por encima de los demás son objetivos que no sólo se aplican a nivel empresarial. En Internet hay varios ejemplos de portales que invitan a crear perfiles profesionales que destaquen, comenzando por los CV.

Pero ¿cuál es el motivo que lleva a tantas empresas a querer destacar?Principalmente, porque el ser diferente puede convertirse en una ventaja competitiva y son tres las razones que argumentan esta respuesta, según un artículo publicado en INC.

1.El precio

Enfocar la distinción sobre el precio del producto o servicio que se está produciendo u ofertando, generará una dinámica en la que el único ganador será el que ofrezca el precio más bajo. Y bien es sabido que, en esta materia, las empresas chinas tienen las de ganar. De hecho, sólo hay que fijarse en lo que han hecho estas empresas con la industria del textil, y hasta ellas se han dado cuenta que basar su estrategia de mercado exclusivamente en moda low cost, no sale tan rentable como aportar un valor extra a su imagen, que ha pasado de “ropa de mercadillo” a tiendas modernas -tanto en la forma en la que han cambiado su diseño como en la confección de la moda que exportan- con precios moderados.

Este criterio de añadir valor y cierta distinción en su manera de hacer las cosas es lo que ha impulsado, siguiendo con el ejemplo del mercado chino, ese cambio de imagen, pero, sobre todo, es lo que ha permitido elevar los precios sin que los beneficios empresariales se resientan. Todo lo contrario, el cliente ha aceptado que la reconversión de estas tiendas haya conllevado un aumento en el precio, únicamente justificado por una mejora en la calidad.

Este espejismo nos sirve de ejemplo para explicar cómo usar precios bajos no siempre va unido a una ventaja competitiva y cómo adoptar medidas que, en principio, podrían no tener una gran acogida -como es elevarlos- acaban siendo transformados en una oportunidad de negocio y expansión.

2. El producto

Hasta las grandes marcas se han dado cuenta que vender productos exclusivos o servicios únicos no es lo que está haciendo crecer su negocio, ¿por qué sino entonces estas grandes firmas acaban creando otras submarcas con productos en serie que son, además, más asequibles económicamente? Porque crear un negocio donde el carácter diferenciador esté definido por productos o servicios exclusivos, sólo funciona si no hay nadie de la competencia ofreciendo esquemas similares dentro del mismo sector.

Volvemos a la moda, pero hablemos ahora del caso de Desigual. La firma vende productos caros, aunque alcanzables por un cliente de ingresos medios, al igual que han hecho otras grandes firmas. Sin embargo, su diseño es diferente -estrambótico, dirían algunos- así como todo el concepto que los del área de marketing se han empeñado en plasmar en cada uno de los spots que ha lanzado la marca.

Pero ¿qué es lo que les hace diferentes? Un diseño que no casa con el estilo clásico que ha definido a otras grandes firmas pero que puede ser usado por cualquier persona independientemente de su nivel adquisitivo. Ahí es donde ha encontrado su valor Desigual. Han creado un estilo adaptable a todos los públicos, con tiendas abiertas -a modo de exposición- donde sus empleadas lucen un uniforme estándar, resolviendo así un problema a los clientes: el acceso a las tiendas de alto standing. Y es que a nadie le gusta sentirse fuera de lugar, aunque a lo mejor ese lugar su punto de referencia habitual.

Con el fin de tener una ventaja competitiva es vital establecer soluciones a problemas y necesidades de los clientes, como punto diferenciador, dentro de un mercado enfocado en la exclusividad, donde ya existen marcas que ofrecen lo mismo. De lo contrario, se tenderá a caer en una competencia enfocada en el precio, ya sea al alza (buscando elevar la imagen de marca bajo el criterio cuestionable de la calidad) o a la baja (tratando de obtener un mayor alcance de públicos objetivos).

3) Ser líder

Ser líder en un sector ha sido un término tan gastado, que ya no supone un valor añadido. Quien no lo es, está tratando de serlo y eso, al final, lejos de saber si se consigue o no, no interesa al cliente o no lo convierte en una referencia.

No obstante, es cierto que contar con una estrategia que impulse el hecho de tratar de convertirse el líder en su área de negocio es lo que genera el avance hacia el estudio, desarrollo e implantación de técnicas, servicios y formas de producción que sumen diferencias con respecto a nuestros competidores.

Al final, lo importante es que estas sinergias sumen para que nuestro público objetivo perciba que nos diferenciamos en algún aspecto, que les resuelven necesidades y problemas, más allá de si en nuestro cartel publicitario dice que somos líderes del sector ‘x’.


FUENTE: EQUIPOS Y TALENTO

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