Seguramente la vuelta del verano te recuerde que tienes pendiente un cambio profesional, porque quieres dejar tu puesto o ser tu propio jefe. Esa reinvención es posible, pero pasar a la acción resulta un reto complicado.

Tener iniciativa es un paso definitivo para acometer el cambio de trayectoria profesional.

En apenas tres días regresarás a ese trabajo que quizás aborreces, y con un jefe que no te hace la vida agradable precisamente. Llevas tiempo pensando en un cambio, y estos días, cuando llega el nuevo curso, vuelves a plantearte, como cada año, qué puedes hacer para cambiar definitivamente tu vida laboral.

Sea como sea, por muy ilusionado que te sientas por tu posible reinvención profesional y por la búsqueda de un nuevo puesto, no olvides salir bien y de forma elegante de la empresa en la que trabajas.

No te empeñes en aquello para lo que claramente no estás dotado. Pero no te pongas más límites de los estrictamente necesarios. Debes tener muy claro qué quieres en tu trabajo; qué es lo realmente imprescindible; a lo que no estás dispuesto a renunciar; qué es accesorio.

Debes olvidar los prejuicios que limitan tu capacidad de recolocarte. Cambia de modelo y de forma de pensar. Piensa, incluso, en la posibilidad de dar un paso atrás profesional que te ofrezca la oportunidad de tomar un camino distinto.

El cambio implica asumir riesgos, buscar apoyos, recursos y, a veces, buenos socios

Piensa en tu marca personal, en tu posicionamiento, y aprende de los casos de éxito y fracaso disponibles. Y no olvides que este cambio profesional implica asumir riesgos, buscar apoyos, recursos, y socios. No desprecies la posibilidad de seguir formándote, de cambiar de sector o incluso de carrera.

Olvídate del puesto. Piensa en crear valor. Cada vez tiene menos importancia la posición concreta, y más para los creadores de ideas y de valor que trabajan en una organización o por su cuenta. La tendencia será a que cada uno se comprometa con su propio proyecto empresarial, y habrá casos de relaciones laborales concurrentes.

Debes estar preparado para hacer las cosas de un modo muy diferente a como las hacías hasta ahora. Si tu objetivo es el cambio, no te queda más remedio que aportar un nuevo valor y presentar nuevas credenciales profesionales, capacidades y habilidades completamente distintas y adaptadas al nuevo mercado de trabajo.

Fabrica una nueva empleabilidad. El afán por buscar la efectividad y la eficiencia –todo más rápido, más barato y con menos recursos– hace que la competitividad también esté detrás de todos los movimientos en el mercado laboral. Debes tener en cuenta que o eres barato o eres distinto, pero no puedes estar en el medio. Aplicar esto al mercado de trabajo supone decir que o eres mano de obra barata o estás supercualificado, pero no puedes estar en el medio.

Esa tendencia a la eficiencia perjudica a la mano de obra no cualificada (quienes controlan los contadores del gas tienden a desaparecer). Además, cambian las costumbres, y esto afecta a posiciones como tutores o mayordomos. Estamos en otro ritmo de vida (desaparecen los porteros de fincas), hay cambios políticos, se masifican las demandas de productos, se transforman los hábitos de consumo y se dan nuevas tendencias demográficas que provocan la desaparición de profesiones.

Las profesiones no desaparecen realmente, pero se modifican y adaptan a una nueva realidad

Muchas veces las profesiones no desaparecen realmente, pero se modifican y adaptan a las nuevas realidades. Las profesiones (o, más bien, los profesionales) se están especializando para captar nuevos nichos de mercado. Hay que aprender a marchas forzadas a reinventarse, y has de tener en cuenta que, además, cambia el paradigma de la dependencia –el hecho de que en una empresa te aseguren el sueldo todos los meses–. Como profesional, debes fabricar tu propia marca y tu empleabilidad. Recuerda que el mercado laboral quiere especialización ahora mismo. Exige experiencia en cuestiones concretas.

Si quieres cambiar, adquiere nuevas competencias. Se exigen nuevas habilidades que tienen que ver con el liderazgo y el dinamismo, sobre todo en la parte comercial. Es la necesidad de orientarse al cliente, sobre todo en las empresas de servicios.

También debes de tener en cuenta competencias menos individualistas y más genéricas que se muestran cada vez más necesarias, como el trabajo en equipo y la orientación a resultados. Cada vez más, se requieren candidatos con una capacitación financiera y aptitudes administrativas, con independencia del área de formación o especialización. Además, las compañías tienden a seleccionar candidatos con capacidades para alcanzar acuerdos en las negociaciones y mejorar las condiciones coste-beneficio.

Capacidad de decisión. Por si todo esto no fuera suficiente, debes plantearte también la necesidad de una reacción inmediata ante una situación cambiante como la que vivimos. Las compañías ya no tienen tiempo ni dinero para planes de formación exhaustivos, y la capacidad de decisión se perfila como una virtud necesaria en los candidatos: debes ser altamente resolutivo y es preciso que haya un retorno inmediato de la inversión cuando te contraten.

Innovación. No olvides la capacidad de innovación. Está clara la demanda de perfiles orientados hacia la I+D en sectores como el farmacéutico y el industrial, pero en términos generales se buscan profesionales que hayan demostrado creatividad en la manera de obtener sus resultados y que sean muy adaptables a las nuevas situaciones. Es necesario hacer cosas nuevas, inventar productos o servicios, aprender de otros sectores, buscar canales diferentes, importar ideas de éxito probado o crearlas.

FUENTE: http://www.expansion.com/