A principios de este mes tuve la oportunidad de impartir un curso en la escuela de verano de la Barcelona Graduate School of Economics. Aproveché estas diez horas de sesiones para repasar lo que nos enseña la investigación reciente en economía sobre qué puede explicar las brechas de género en el mercado laboral: tanto las tendencias a largo plazo, como la persistencia reciente. En este contexto, aproveché para mirar en más detalle los datos para España, que les quería comentar hoy.

Quizá la tendencia más llamativa que se puede observar con datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), es el pronunciado aumento de la tasa de ocupación femenina comparada con la masculina, durante los últimos 30 años (donde la tasa de ocupación es el número de personas empleadas, dividido entre la población total en edad de trabajar). En la Figura 1, presento el cociente entre la tasa de ocupación femenina y masculina, entre 1987 y 2017, con datos de la EPA (edades 16-64). Hace 30 años, la tasa de ocupación femenina apenas superaba el 40% de la masculina. El máximo de la serie se alcanza en 2014, con casi el 86%. La tendencia positiva parece haberse detenido desde 2012, aproximadamente.

Figura 1. Ratio entre las tasas de ocupación femenina y masculina, 1987-2017 (fuente: EPA)
Figura1

Para entender esta convergencia histórica en tasas de ocupación, ayuda observar las series masculina y femenina por separado (Figura 2). La tasa de ocupación masculina ha oscilado en torno al 70% durante todo el periodo (más cercana al 60% durante las recesiones). Sin embargo, la femenina ha experimentado una tendencia creciente muy marcada, partiendo de un nivel inferior al 30%, y llegando a superar el 56% en el periodo justo anterior a la crisis (inicios del 2008). Es decir, la tasa de ocupación femenina casi se ha duplicado en 20 años. A inicios del periodo, la diferencia era de casi 40 puntos porcentuales con respecto a la masculina, mientras que esta diferencia se estabilizó en torno a los 10 puntos a partir de 2012.

Figura 2. Tasas de ocupación femenina y masculina, 1987-2017 
(fuente: EPA)
Figura2

Otra tendencia histórica bien conocida es el aumento en los niveles educativos de la población española. En la Figura 3, muestro (con datos de la EPA para el segundo trimestre de 2016) el porcentaje de hombres y mujeres que declaran poseer una titulación universitaria, por año de nacimiento (de 1930 a 1990). La tasa de graduados es inferior al 10% tanto para hombres como para mujeres nacidos a principios de los años 30, mientras que de entre los hombres nacidos en 1974, prácticamente el 40% eran universitarios.

Figura 3. Proporción de titulados universitarios por año de nacimiento (fuente: EPA, 2º trimestre de 2016)
Figura3
Nota: Medias móviles de orden 3.

El patrón más llamativo de esta figura es que el aumento en el nivel educativo es mucho más pronunciado entre las mujeres. Entre los nacidos a principios de los años 40, la brecha de género era de 10 puntos a favor de los hombres (17 vs. 7). Para los nacidos, como yo, a mediados de los 70, la brecha es de 13-14 puntos a favor de las mujeres (39 vs. 53). Esta nueva brecha de más de 10 puntos a favor de las mujeres se ha mantenido aproximadamente sin cambios para las cohortes posteriores a 1975. Esta tendencia, y en concreto la inversión del signo de la brecha de género en educación, es común a muchos otros países.

Me gustaría poder mostrar una figura similar con salarios medios o medianos para hombres y mujeres durante las últimas décadas. Como la EPA no incluye históricamente datos de salarios (de lo que ya hemos hablado aquí), la cosa se complica. La Encuesta de Estructural Salarial (EES) nos permite un análisis detallado, aunque sólo para años recientes. La Figura 4 muestra el cociente entre el salario anual bruto mediano de mujeres y hombres, para trabajadores a tiempo completo y mayores de 19 años (las distribuciones completas las enseñé ya en esta entrada anterior).

Figura 4. Ratio entre el salario bruto anual mediano de mujeres y hombres, 2006-10-14(fuente: EES)
Figura4

En 2006, el salario mediano de las mujeres trabajadoras era un 81% de salario mediano masculino, es decir, la brecha salarial en la mediana era de 19 puntos porcentuales, que se reducían a 16 en 2010, y a 13 en 2014. Por tanto, dos resultados: Primero, la brecha salarial de género (“bruta”) parece que ha venido reduciéndose en años recientes. Segundo, en 2014 dicha brecha seguía siendo considerable. Sobre todo teniendo en cuenta que estamos comparando sólo a trabajadores a tiempo completo, y que las mujeres tienen de media un nivel educativo más alto, como ilustra la figura 5 para la misma muestra de la EES. En 2014, más del 40% de las mujeres en la muestra de trabajadores de la EES eran tituladas universitarias, comparado con poco más del 25% de los hombres.

Figura 5. Porcentaje de trabajadores con titulación universitaria, por sexo y año, EES 2006-10-16
 (trabajadores a tiempo completo mayores de 19 años)
Figura5

Para formalizar en qué medida la brecha salarial de género en 2014 se puede explicar por características observadas de los trabajadores o los trabajos, estimo regresiones en las que controlo por edad y nivel educativo de los trabajadores, horas de trabajo semanales, antigüedad en la empresa, región, nacionalidad del trabajador, tamaño de la empresa, ocupación, e industria. El tamaño de la muestra es de más de 170.000 observaciones. El chocante resultado es que estas características no consiguen explicar NADA de la brecha de género. Es decir, si comparamos a trabajadores y trabajadoras de la misma edad y nivel educativo, trabajando las mismas horas semanales en la misma industria, ocupación y región, la diferencia salarial no es menor que la que se observa comparando las medias o las medianas globales (de brechas salariales de género ya hemos hablado antes, por ejemplo aquí y aquí). La razón es que, aunque las mujeres de media trabajan menos horas y en ocupaciones peor pagadas (lo que explica en parte la brecha salarial), su nivel educativo es mucho más alto que el de los hombres (lo que “desexplica” la brecha).

A modo de conclusión, en esta entrada he repasado algunas tendencias históricas en el mercado laboral español. La participación femenina en el mercado de trabajo aumentó mucho entre los años 80 y aproximadamente 2012. El nivel educativo de la población también ha aumentado de manera importante, estabilizándose a partir de las cohortes nacidas en 1976-77, y este aumento en el nivel educativo ha sido particularmente pronunciado entre las mujeres. Finalmente, la brecha salarial de género ha venido reduciéndose en años recientes, pero un diferencial importante persiste, que no puede explicarse por las características observables de los trabajadores, las empresas o los empleos. Estas tendencias son comunes a otros países de nuestro entorno. (Sobre los factores que pueden explicarlas, esta entrada es un buen punto de partida).


AUTORA: Libertad González es profesora de Economía en la Universidad Pompeu Fabra. Doctora por la Universidad de Northwestern, trabaja en las áreas de Economía Laboral y Economía Pública, con intereses en temas relacionados con la familia: fertilidad, divorcio, oferta laboral femenina, y efectos de políticas públicas.

FUENTE: NADA ES GRATIS (BLOG DE ECONOMÍA EN ESPAÑOL) @nadaesgratis

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