Empleo, compost y sistemas de calefacción

Veamos dos lineas de actividad que permiten vislumbrar, desde una teoría que ya cuenta con casos prácticos, este escenario.

  • Compost. El compost puede permitir reducir el consumo de fertilizantes muy dependientes del petróleo y de las importaciones, y al tiempo fijar carbono. El suelo es mayor sumidero de carbono que la biomasa arborea en muchas latitudes y ecosistemas como los mediterráneos. El compost se realiza con residuos orgánicos que pueden ser urbanos, agroganaderos y/o forestales. Una producción de unas 7.000 toneladas anuales (equivalente a lo producido en una población de unos 20.000 habitantes) puede generar dos empleos y permitir la sustitución de entre 100.000 a 300.000 litros de combustible para generar el equivalente en potencial de fertilización a lo necesario para 1.000 a 3.000 ha. Esto permite absorber a 60.000 toneledas equivalentes de carbono en el suelo, mejorando su estructura y la resistencia a plagas y enfermedades de los cultivos.
  • El compost hace posible penetrar en una dinámica de retroalimentación muy positiva ambientalmente: los residuos se convierten en insumos agrarios generando empleo. Para generar este punto de inflexión cualitativa es clave que se separen los residuos orgánicos domésticos y se concentren otros residuos no lignificados agrarios o forestales y estiércoles. Además, es preciso estimular la aplicación y la compra de compost por parte de los agricultores, por ejemplo mediante un bono en compost por tonelada de residuos aportados. Este bono de ayuda a la compra de compost es una de las propuestas de incentivación de la oferta y demanda que podría recoger la reforma de la PAC. La ayuda equivaldría a un ahorro en compra del crudo necesario en la fabricación de los fertilizantes convencionales, de 100 o 200 euros por tonelada de compost.
  • Sistemas centrales de calefacción central municipal o de barrio. Los restos de desbroces y materiales más lignificados agrícolas o forestales tienen un difícil compostaje y un fácil aprovechamiento como combustible mediante un sencillo astillado y, previo a su quema, una adecuada conservación en seco. La máxima eficiencia de la biomasa se obtiene en sistemas térmicos, más que en las plantas de producción eléctrica, aunque éstas son las que han sido prioritarias en los planes nacionales de fomento de la biomasa ya ejecutados. El aprovechamiento calórico de la biomasa para calefacciones centralizadas funciona con excelentes resultados en numerosos municipios rurales. El mercado ha identificado el nicho. Son varias las empresas que ofrecen a los ayuntamientos abaratar el coste de calefacción de las viviendas, eliminar calderas de gas o gasóleo, y centralizar la gestión cobrando por el calor consumido y comprometiéndose a mantener el precio por caloría producida. El equipo de calefacción centralizada puede tener otro secundario de hasta 3 kilómetros de distribución sin perder eficiencia y puede abastecer entre 1.000 y 2.000 personas. Si en lugar de comprar la astilla se pone a disposición del sistema los residuos de maderas y podas de la localidad, se activa la valorización y el mercado de residuos. La eficiencia local en materia de empleo y soberanía energética de estos sistemas es exponencial. Veamos algunas cifras: 200 familias con un gasto de 500 euros anuales en calefacción (viviendas unifamiliares) podrían generar sin aumento de coste una facturacion de 100.000 euros anuales, lo que permite una amortización de las calderas y conducciones en 3-5 años, y reducir en más de 1.000 tn las emisiones de gases de efecto invernadero. Por su parte, los ayuntamientos facilitan las instalaciones o terrenos para equipar calderas y almacenes, y pueden subcontratar el mantenimiento o hacer una gestión directa del servicio.

La gestión conjunta en las mismas instalaciones de plantas de compost y de calderas es una posibilidad que no requeriría más de 3000 m2 para abastecer de calor y gestionar residuos (con accesos separados) para una población de 1.500 habitantes.

Ambas líneas de trabajo, el compost y los sistemas de calefacción, precisan de una especial capacidad de concertación, porque implican a demasiados actores diferentes: ayuntamientos que disponen de suelo, vecinos que estén dispuestos a implantar el sistema de calefacción y/o a mejorar la calidad de los residuos orgánicos, agricultores dispuestos a emplear compost en sus cultivos, etc. El activar e implicar simultaneamente a estos diferentes actores constituye un claro caso de inteligencia colectiva. Este enfoque de satisfactores sinérgicos, una vez identificado, precisa dos condiciones básicas para su despliegue: un especial ingenio y compromiso por parte de diferentes gestores públicos y una especial coordinación y compromiso compartido para apoyarlo desde los agentes económicos y sociales locales.

 


 

VER + EN: http://www.daphnia.es/revista/54/articulo/1062/Nuevos-nichos-de-empleo-en-el-mundo-rural-