Un ambicioso estudio sobre perfiles de puestos ofertados y curriculums en compañías tecnológicas consideradas consolidadas (con valoraciones mínimas de cien mil millones y cotizadas desde hace más de diez años) o disruptivas (valoraciones superiores a los diez mil millones y con salida a bolsa durante los últimos diez años) muestra una realidad del mercado de trabajo bastante diferente a la que deriva de los tópicos: posiblemente sea cierto que en Silicon Valley y las grandes compañías tecnológicas haya un cierto número de personas que no terminaron sus estudios, pero si aspiras a trabajar en ellas, más te vale tener un diploma de una buena escuela.

Las conclusiones parecen claras: la educación juega un papel importantísimo a la hora de obtener un trabajo en este tipo de compañías, consideradas por muchos el destino ideal para una carrera profesional. En ellas, más del 20% de la plantilla posee como mínimo un master (con Amazon y Snap como destacadas en este sentido, con un 36%), y muchas de ellas, de hecho, destacan por el número de trabajadores con titulaciones doctorales (en Google, 16% de los trabajadores tienen un Ph.D., seguida por Airbnb con un 12% y Facebook con un 11%).

Precisamente fue Google la que, en 2013, revolucionó las universidades al afirmar que no detectaba correlación alguna entre las notas obtenidas en los estudios y la competencia profesional. Sin embargo, si bien es posible que las notas no sean definitivas a la hora de determinar los méritos de una persona para un puesto, todo indica que la obtención del diploma acreditativo de haber cursado esos estudios sí lo es, y que la idea de contratar a personas en función más de sus habilidades que de las líneas de su curriculum es, al menos por ahora, poco representativa de las compañías tecnológicas.

Por otro lado, el mercado de trabajo se convierte, cada día más, en un mundo de saltamontes: cada día resulta más habitual que el número de compañías en las que una persona ha trabajado crezca con respecto a lo que era habitual hace no demasiados años, en los que tendía a predominar un perfil de mayor fidelidad o de, al menos, carreras más prolongadas en cada compañía. Hace años, una persona cuya experiencia profesional hubiese transcurrido en un número elevado de compañías tendía a ser etiquetada posiblemente como conflictiva o problemática, cuando no como decepcionante. Sin embargo, en el mercado de trabajo actual, con tendencia a tratar a los empleados como activos a corto plazo, las personas aprenden a considerar a las compañías como simples pasos en el camino, de los que deben tratar de extraer todo lo posible en términos de no solo económicos, sino también de aprendizaje, habilidades o reputación. Cada puesto y cada compañía se convierte en la preparación del siguiente movimiento curricular, y el mercado pasa a ser la única manera de saber si estamos siendo o no correctamente valorados.

Hemos pasado de valorar un puesto en función de factores como el salario, los beneficios, la localización, el horario, el tipo de jefe, los compañeros o las posibilidades de promoción, a valorarlo casi exclusivamente en función de la preparación que supone para nuestro siguiente trabajo, típicamente en una compañía diferente. Trabajar en una compañía como Google puede ser considerado una meta y un importante hito curricular en términos de prestigio, pero el mercado está lleno de personas cuyo supuesto valor es el de ser ex-Googlers, el de haber salido de la compañía, y lo mismo ocurre en muchas otras. Cada día más, un perfil profesional con prestigio lo es por haber trabajado en un cierto número de compañías que componen un mosaico que tiene sentido, mientras que el profesional que ha permanecido toda su carrera profesional o buena parte de ella en una misma empresa tiende a ser visto cada día más como demasiado acomodaticio, escasamente ambicioso o menos preparado.

¿Qué consecuencias tiene un mercado de trabajo en el que los diplomas mantienen su valor, pero en el que, además, se tiende a premiar al que rota por un número elevado de compañías? De entrada, que todos pasemos a mantenernos en un estado de vigilia permanente, estudiando el mercado y pendientes de redes sociales profesionales y de feeds RSS de las compañías que nos interesan. Para las compañías, la cada vez más acuciante necesidad de invertir no solo en la atracción de talento, sino también, y de manera activa, en la retención del mismo, con estrategias que permitan extraer valor a esos perfiles que, de manera rutinaria, serán tentados por otras posiciones en otras empresas. Pero además, y en consecuencia, mercados mucho más dinámicos, en los que el curriculum se interpreta como un trabajo en permanente construcción, y en el que el movimiento forma parte de una estrategia constante para rellenar los huecos adecuados en términos de habilidades o preparación.

Mercados de trabajo diferentes, que exigen planteamientos igualmente distintos a todos los niveles. ¿Coinciden estas observaciones con vuestras experiencias y expectativas?


AGRADECIMIENTOS A ENRIQUE DANS @edans   POR ESTE ARTÍCULO DE DEBATE TAN INTERESANTE.

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