Ella nació y vivió rodeada de su familia, de amigos, de compañeros de facultad: una niña normal, sin sentirse especial ni especialmente orgullosa de su timidez; creció sin tener claro “que quería ser de mayor” y por eso la decisión de la facultad resultó sencilla: aquella que estuviese cerca del hogar, sin grandes alteraciones y con unas notas medias; su relación con las finanzas la llevó a empezar un trabajo en una compañía de seguros: el sueño continuaba sin sobresaltos, y su vida se estabilizaba en torno a horarios y compañeros, la formación y todo lo que se saliese de la rutina se volvía lejano, y cada día tras los cristales veía pasar… La vida.

Un día hablando con un amigo, alguien querido y a la par, compañero de trabajo, él le comentó escuchando sus reflexiones:

“o tienes un niño, o cambias de vida y dejas este trabajo”

Aquellas palabras fueron el detonante necesario para que ella tomase la decisión tal vez más inesperada para su familia: se iba, dejar lo seguro, cambiar el mirar la vida a través de un cristal para pasar al otro lado, para saltar de la silla y VIVIR…

Era 2007 cuando se planteó que quería hacer en su nueva vida, y como plantear si quería perseguir un sueño propio, o si necesitaba acompañar a otros. Se dedicó durante unos años a buscar respuestas a todo aquello que había ocurrido mientras ella se sentaba detrás de una mesa: primero la del estudio, más tarde la de la oficina, hasta descubrir lo que necesitaba para empezar su nueva vida.

Posiblemente en este momento ya sepas que esa niña soy yo misma, y que este es sólo el principio de la historia que trae mis palabras hoy a este espacio, y en torno a esto hago la siguiente reflexión,

No creo en la burbuja emprendedora, no creo que todos estemos preparados para ser autónomos o formar empresas, ni creo que sea necesario ni útil: solos somos mucho más imperfectos y menos capaces, así que el nombre que decidas darle al entorno en el que te muevas (los nuevos ecosistemas complejos) es solo decisión tuya y de tus compañeros de viaje, pero sin duda, no puedes dejar que el miedo te pare.

Es verdad que mi decisión fue propia, no vino determinada por la crisis, aunque ésta haya agudizado y dificultado mi proyecto personal, pero también es verdad que le debo a estos años, unas cuantas cosas:

  • Sinergias, trabajar mano a mano con personas con las que hasta ahora no tenía ningún tipo de posibilidad (entre ellos, y de esto me siento muy orgullosa, con mi hermana: tener un pedagogo a mano siempre es una ventaja)  😉
  • Innovación, y lo digo en el sentido más amplio: la aplicas en como resuelves tu día a día, en como descubres líneas de negocio, la forma en que te relacionas con tus socios… Casi no existe argumento al que no le apliques una forma diferente de ver las cosas.
  • Conciliación, trabajas a tu forma: cuando y donde quieres y no tienes que esperar ni argumentar cual es tu momento dulce del día… lo haces, sin más, aprovechas y disfrutas tu productividad.

Hay muchas otras razones pero son las mías, y no espero hacer un argumentario para“convencerte” de las bondades, entre otras cosas por que tal vez no es tu objetivo, y en este caso, simplemente puedo decir que el momento es el que es, y que tal vez no sea el que te gustaría, ni en el que te encuentres más cómodo, pero es el que te ha tocado, sea una decisión tuya o de mercado, así que te invito a reflexionar sobre  nuestra capacidad de adaptación que es mucha, y para muestra, apuesto por la música…    

Fuente y Agradecimientos a: Sandra Negreira

SandraNegreira

Fuente: http://nomaslunesalsol.com/2015/03/09/no-creo-en-la-burbuja-emprendedora-por-sandranegreira/