Las redes sociales se dividen claramente entre profesionales y personales: hay casi un consenso de que plataformas como Facebook e Instagram pertenecen al primer grupo, mientras que herramientas como LinkedIn se encuadran en la segunda categoría.
Pero ¿cómo calificaría el WhatsApp? La aplicación es tan omnipresente como multifuncional: sirve no sólo para mantener el contacto con familiares y amigos, pero también para hablar con los compañeros de trabajo, jefes, subordinados y clientes.
La ambigüedad de la aplicación ha dado lugar a una multitud de confusiones en el mundo corporativo. Usar el WhatsApp para fines profesionales hace que la comunicación sea mucho más fácil y rápida, pero es preciso tener cuidado para no exceder ciertos límites y, por tanto, dañar su reputación.
El mayor desafío está en usar la misma herramienta para diferentes propósitos, alternativamente: puede ser que, después de enviar una broma de tono guarrete para un amigo, tenga que enviar una respuesta formal a la solicitud de un cliente. Todo en pocos segundos, utilizando la misma aplicación.
También es preciso considerar la extrema facilidad con la que se manda un mensaje por app — lo que lleva a mucha gente a decir cosas sin pensar — y el falso distanciamiento traído por la tecnología, que enmascara el peso de ciertas palabras y actitudes.
Cómo evitar los 8 errores en WhatsApp que dañan tu imagen profesional
1. Enviar mensajes fuera del horario de oficina
Ningún empleador le gusta que su empleado retrase sus tareas por pasar mucho tiempo hablando en WhatsApp sobre asuntos personales. Lo contrario también debe valer: no está permitido acosar a personal con mensajes de WhatsApp en su periodo de descanso. Por supuesto que hay excepciones, sobre todo si es algo muy esporádico y el tema es realmente urgente. Pero la facilidad para enviar mensajes no autoriza a las invasiones.
Enviar mensajes fuera del horario de trabajo no es sólo una metedura de pata: la práctica puede hasta que se convierta en horas extras no remuneradas. Algunos jefes se olvidan de que el WhatsApp deja registros, que pueden ser utilizados como pruebas ante la Justicia.
2. Cambiar el “cara a cara” por los mensajes de texto
Esta misma orientación vale para WhatsApp, e-mail o cualquier otra herramienta en línea: no abandones las interacciones presenciales en nombre de la (innegable) conveniencia de enviar mensajes por escrito.
Esto se aplica especialmente a las llamadas importantes, como retroalimentación para el equipo o las negociaciones delicadas con clientes y proveedores. La aplicación funciona muy bien para recados rápidos y simples. Para todas las demás situaciones, prefiera siempre el cara a cara. Sólo así usted tendrá recursos como el tono de voz y lenguaje corporal para profundizar en la conversación y evitar malentendidos.
3. Enviar chistes, frases de autoayuda o “bromas” sobre política
Antes de enviar un contenido divertido para los colegas, jefes y subordinados pregúntese a sí mismo si comparto eso con ellos en persona. Dependiendo del tipo de humor, algunos chistes pueden resultar inadecuados y hasta ofensivas. Corrientes, frases “motivadoras” y comentarios encendidos sobre política también pueden causar irritación.
Mensajes de descanso o ajenos al trabajo no están prohibidas, pero es necesario evaluar si realmente tiene intimidad con el destinatario antes de apretar el botón “enviar”. La misma etiqueta que usted tiene presencialmente vale para el WhatsApp. En la oficina una broma a veces rompe el hielo, pero hay que tener un cierto límite”.
4. Ver el mensaje y no responder
El WhatsApp notificará la lectura de todos los mensajes: una vez que son vistos por el destinatario, aparecen los dos checs. Esta “denuncia” puede causar muchos conflictos, incluso en el contexto profesional. Ver y no responder a un mensaje de un jefe o cliente, por ejemplo. Pero, ¿y si tarda en responder es por pura falta de tiempo o porque quiere preparar bien su respuesta?
La mejor salida es deshabilitar la función de notificaciones de lectura: así, ni usted ni los demás sabrán cuando los mensajes han sido vistas. También es posible mantener las notificaciones, pero para responder algo tan pronto como sea posible. Decir que en ese momento está ocupado, pero que responderá en breve.
5. Confundir a los destinatarios
Con la prisa y la distracción del día a día, no es difícil mandar mensajes a las personas equivocadas. Es preciso tener la máxima atención antes de apretar el botón “enviar” — un cuidado que vale especialmente para quien participa de muchos grupos en WhatsApp.
En algunos casos, la confusión no trae grandes consecuencias. En otros, el error puede manchar su imagen profesional por un tiempo indeterminado.
6. Usar una foto de perfil inadecuada
La mayoría de la gente sabe que no debe utilizar una fotografía personal tomada en la playa como avatar en LinkedIn. Si usted se comunica por WhatsApp con otros profesionales o clientes, no te olvides de que lo mismo vale para tu perfil en la aplicación.
No tiene que ser una foto tan seria como la de LinkedIn: sólo una imagen neutra. Para preservar su privacidad y evitar restricciones, también es bueno evitar fotos en ropas sensuales.
7. Cuidado con los emojis
Uno de los recursos más populares de WhatsApp es el inmenso acervo de caras y los iconos divertidos que puedes añadir a tus mensajes. Los “emoticones” son aceptables en una interacción profesional, pero es mejor usarlos con moderación — porque, en algunos casos, el tono de la conversación requiere sobriedad.
Si va a usar, quédate sólo con los ‘emojis’ más básicos y universales. De cualquier modo, evite utilizarlos con mucha frecuencia o en gran cantidad.
8. Tropezar en español
La redacción de un e-mail a menudo requiere más tiempo y concentración que la producción de un mensaje de WhatsApp. Esta velocidad hace que muchos usuarios cometan errores de gramática y de la ortografía en la comunicación por la aplicación, lo que puede comprometer su imagen profesional.
La herramienta de autocorrección puede parecer salvadora en esos momentos, pero también puede convertirse en un problema. La palabra original puede ser sustituida automáticamente por otra muy diferente, y generar vergüenza dependiendo del intercambio. La regla es la misma que vale para e-mails: revisar atentamente todo el texto antes de enviarlo
FUENTE: TRABAJO Y PERSONAL
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