El síndrome del desempleado puede convertir tu situación de desempleo en un problema de salud física y emocional. En este post te explico en qué consiste y qué puedes hacer para encauzar tu situación.

¿Qué es el síndrome del desempleado?

Vivir una búsqueda de empleo que parece cronificarse eleva los niveles de estrés y nerviosismo, posibilitando que se desencadene una reacción física y emocional desbordante. El síndrome del desempleado es el conjunto de síntomas comunes en la situación de desempleo, especialmente el de larga duración. Tales como ansiedad, insomnio, hipertensión, problemas de autoestima, y fobia social.

¿Cuál es mi visión del síndrome del desempleado?

Por mi experiencia en la iniciativa de orientación laboral Parejas Orientadoras y mis relaciones personales, entiendo que verse afectado por este síndrome es más habitual de lo que podríamos pensar. Sobre todo desde que la cantidad de trabajos que sirven para ganarte la vida son tan escasos o precarios.

Los desempleados nos encontramos no sólo con el estrés de no tener empleo, sino también con el que crea percatarse de que la búsqueda de empleo tal cual la conocíamos se nos queda corta.

Las personas que no se han hallado en la situación de tener un desempleo prolongado no siempre son capaces de notar cómo vive quien llega un punto que no sabe qué más hacer para reconducir su situación y volver a sentirse dueño de su vida y  destino. Incluso algunos  le tachan de vago con total tranquilidad.

Unos se sienten desesperados y sin margen de maniobra. Otros sienten que los demás no están haciendo lo suficiente para salir de esta situación, que está fuera de su círculo de influencia. Y sienten ambos impotencia por no poder hacer algo al respecto. Esto despierta malestar. En algunos casos confrontaciones innecesarias.

Para una sana relación con los demás, es importante recordar que quienes critican con dureza a los desempleados de larga duración tal vez no sean personas insensibles. Tal vez sólo resulte que tienen la suerte de no haber tenido que sensibilizarse de primera mano ante la terrible situación, a veces límite, que viven algunos.

¿Qué aspectos desconocen quienes no están en esta situación?

“Si no controlas tus habilidades emocionales, si no tienes consciencia de ti mismo, si no eres capaz de controlar tus emociones estresantes, si no puedes tener empatía y relaciones efectivas, entonces no importa lo inteligente que seas, no vas a llegar muy lejos.” Daniel Goleman

Cuando te quedas sin empleo, el resto de tus problemas continúan su curso. Y algunos que no existían aparecen, sobrepasándote. El dinero da una tranquilidad que sólo llegas a conocer una vez temes no recuperarla. A veces el desempleo te sobreviene tras haber adquirido deudas que ya no puedes afrontar. Con hijos que ya no sabes cómo mantener y que no deberían verte sumido en la desesperanza, con el terror de perder tu hogar… Topas, además, con acreedores cuyas políticas no incluyen el respeto pero sí el acoso telefónico con amenazas y tratamientos peyorativos que incluyen llamadas a tus familiares y vecinos…

Es entonces fácil  pasar de alegrarse cuando el móvil suena (porque sientes el timbre de llamada como oportunidad), a coger fobia al mismo sonido (porque ahora lo sientes como nueva fuente de  emociones que conllevan un peso cada vez más difícil de soportar).

Estas situaciones provocan que cada vez sientas más impotencia y llegues a la aparentemente acertada conclusión de que no saldrás de esta.  Que mejor no coger el teléfono de los gritos, las amenazas y las malas noticias. Tus pensamientos negativos te convencen de que es mejor esperar. No puedes cambiar la situación. Hay una crisis. Y ese abismo en el que te encuentras sumido parece no tener fin. Te preguntas para qué luchar. Recuerdas que si te encuentras en unas arenas movedizas, mejor no moverte. Con un poco de suerte alguien vendrá justo a tiempo para evitar que te traguen. Sin ser consciente de que esto  te coloca en una situación de mayor indefensión. Además de provocarte vergüenza y de verte bajo un prisma cada vez más alejado de la realidad. Sin dinero para pagar deudas,  costear tus necesidades básicas,  tomarte un simple café con tus amistades….

Y, lo peor de todo… “Es verdad que sufriendo se puede aprender muchas cosas. Lo malo es que al haber sufrido hemos perdido fuerzas para servirnos de ellas.” Cesare Pavese

Con una autoestima cada vez más resentida. Minusvalorándote cada vez más. Pensando que tu vida está vacía, que no tienes nada que aportar. Sintiéndote mal por ser invitado a rondas que no puedes corresponder.  Terminas por espaciar tus citas sociales. Tal vez las borras de tu panorama. Borrar tus salidas sociales tiende a menguar tu empleabilidad: a menos contactos efectivos, menos oportunidades reales. A menos costumbre de trato humano, más estresante resulta este. Todo termina siendo un círculo vicioso en el que descubres que tu mente, tus pensamientos negativos y todo el terreno que han ganado en tu existencia no sólo fastidia tu recuperación. También empeora tu situación a unos niveles que tocándolos de cerca dan verdadero miedo. Creando además una innecesaria impotencia en las personas de tu entorno, que llegados a un punto ya no saben qué hacer para darte una mano efectiva.

¿Qué puedes hacer para evitar sufrirlo? “En las profundidades del invierno finalmente aprendí que en mi interior habitaba un verano invencible.” Albert Camus.

 

Lleves o no tiempo en desempleo, te recomiendo encarecidamente que consideres estos consejos:

  1. Tómate un kit-kat,  pactado contigo mism@ para hacerte con la realidad de tu situación y neutralizar la negatividad que despierta estar sin empleo.

  2. Analiza los pensamientos que te creen malestar y dales la vuelta.

  3. Deja atrás las culpas, no son productivas. Ni tuyas, ni de los demás.

  4. Relativiza los “noes”, tradúcelos en otros “síes”: aquello que crees que no tienes, que no sabes, que no puedes cambiar.

  5. Crea. El mayor enemigo de la impotencia, del resto de tus emociones negativas es la creatividad. Crea para mejorar tu búsqueda,  desestresarte, descubrir de cuanto eres capaz.

  6. Construye  una rutina  a tu medida, no esclavizante, que no aparte a tus seres queridos.

  7. No temas a los malos momentos,  te harán crecer. Simplemente no te los “comas” en soledad. Aderézalos con relativización. Endúlzalos con sentido del humor.  Comparte tus sentimientos con personas que sumen en tu vida.

  8. Convierte tu búsqueda de empleo en un  plus: reforzar tu  interior,  conocerte mejor, ampliar tu capacidad de autovaloración.

  9. Incluye y da prioridad en tu rutina a acciones que supongan un crecimiento, interacción con otras personas y de cuidado de tu salud física y emocional.

  10. Recuerda que no estás solo. Existen servicios de orientación laboral, iniciativas, asociaciones y personas en tu entorno que pueden ayudarte a sobrellevar la búsqueda y cuanto conlleva.


AGRADECIMIENTOS A LA AUTORA: ROSA PALMER  @Rosa_Palmer

FUENTE: POR EL CAMINO AZUL vía @CaminAzul

VER + EN: http://www.porelcaminoazul.com/el-sindrome-del-desempleado/