El nuevo gobierno socialista liderado por Pedro Sánchez tiene varias prioridades en su agenda, y entre ellas destaca que el concepto de igualdad. De hecho, se ha recuperado el Ministerio de Igualdad que creó el segundo Gobierno Zapatero.
Dado su nacimiento reciente, deberán especificar qué tipo de igualdad se persigue, pues dependiendo de los objetivos, incluso de cómo se mide la desigualdad, las interpretaciones pueden diferir ampliamente. En las siguientes líneas vamos a especificar cómo han evolucionado las diferentes desigualdades en España, tanto desde el punto de vista de renta como de riqueza y consumo.
Para ello, utilizaremos los datos de un reciente informe publicado del Banco de España «La desigualdad de la renta, el consumo y la riqueza en España».
La desigualdad en la renta
En términos globales y durante los últimos años, el mundo vive un incremento de la desigualdad en las rentas per cápita si lo analizamos país por país. No obstante, esto es compatible con un descenso de la desigualdad agregada a escala mundial.
Es decir, si analizamos el mundo como si fuera un único país, las desigualdades se han reducido. Esto tiene cierta lógica debido a que en las últimas décadas se ha producido un cambio tecnológico y la globalización de la producción que ha dado como resultado una convergencia con la integración de las economías emergentes, especialmente las asiáticas como China e India.
Desde el punto de vista de la renta bruta del hogar, España se encuentra entre los países con mayor desigualdad dentro de la Eurozona. Esto se debe fundamentalmente a una tasa de paro elevada, independientemente del ciclo económico del país, que ha llevado a que los hogares en la parte baja de la distribución ostenten una renta muy baja.
Vayamos a los datos sobre la desigualdad de renta bruta hogar per cápita. En el año 2008, la relación entre el decil superior y el decil inferior (ratio P90/P10) era de 5,27. A raíz de la crisis, las desigualdades crecieron y la métrica subió hasta el 6,30 en 2014. No obstante, la fuerte creación de empleo en estos años ha menguado esta relación hasta situarla en el año 2016 en 6,07.
Recordemos que durante la crisis se produjo un incremento sustancial del paro y, paralelamente, una reducción de las horas trabajadas que se concentraron principalmente en aquellos grupos con salarios menores, lo que justifica las mayores desigualdades en 2014.
No obstante, en este cálculo hay que hacer algún tipo de corrección debido a las rentas implícitas que se derivan de la vivienda en propiedad. Recordemos que España es un país con una elevada propensión al ahorro mediante la vivienda, lo que nos lleva a que el 61% a los hogares del primer decil de distribución de renta tienen una vivienda principal en propiedad.
Si tenemos en cuenta la renta en especie fruto de la vivienda en propiedad -medición mediante los precios del mercado del alquiler-, nos encontramos que en la renta total del hogar se vería reducida su desigualdad, en cuatro décimas.
La desigualdad en la riqueza
Según The World Wealth and Income Data Base (WID), el porcentaje de riqueza en manos del 10% de la población más rica de Estados Unidos, Francia o Reino Unido se ha incrementado entre 5 y 9 puntos porcentuales en los últimos 25 años. Estos incrementos han sido particularmente acusados en el 1% de la población con mayor riqueza, hasta situarse en proporciones que superan ampliamente el 50% de la riqueza total de los hogares.
A pesar de lo comentado, la desigualdad en términos de riqueza en España es reducida frente a una comparativa internacional. Para ser más precisos, la ratio de P80/P20, es de 15,5. Si comparamos esta ratio con los países de nuestro entorno vemos diferencias importantes: Italia (30,1), Francia (32,4) y Alemania (111,4).
Esto tiene su explicación, y es que la desigualdad de riqueza es reducida en países como España, Grecia, Portugal, en Bélgica e Italia que muestran una tasa de propiedad de la vivienda elevada, mientras que la desigualdad es más elevada en países como pueden ser Francia, Holanda, Austria o Alemania, que cuentan con tasas de propiedad inmobiliaria inferiores.
El resultado de unos altos niveles de desigualdad en términos de riqueza se debe a que los agentes privados asumen una diferente manera de ahorrar e invertir sus recursos. Debido a que existen diferentes perfiles de riesgo, los inversores ponderan en mayor o menor medida la renta variable, lo que nos lleva a que a través de los años y gracias al interés compuesto, exista una mayor desigualdad en los patrimonios.
A pesar de los niveles bajos de desigualdad de la riqueza, durante la crisis, se experimentó un incremento en la desigualdad debido a que, por un lado, vimos un mercado de la vivienda que se desplomaba más de un 30% y, por otro lado, en los últimos años hemos visto una evolución favorable de la bolsa. De hecho, si nos fijamos en el Ibex Total Return, que incluye dividendos, recuperó los niveles previos a la crisis a mediados de 2014.
La desigualdad en el consumo
Cuando se hace referencia a los niveles de desigualdad en un país, se tiene en mente las desigualdades a nivel de renta. Sin embargo, si pensamos verdaderamente en el bienestar de las personas, lo relevante sería su nivel de consumo y no su nivel de renta.
El consumo de los bienes es una manera de medir directamente si existen diferencias importantes entre los individuos en el momento de consumir. Al fin y al cabo, una renta puede ser ahorrada y también consumida. El ahorro no genera bienestar para el individuo en el corto plazo, por lo que las desigualdades en el consumo deberían ser las más importantes para valorar el bienestar de una sociedad. El mismo bienestar presente disfruta un individuo con una renta de 100.000 euros que consume el 20%, que una renta de 20.000 euros que consume el 100% de ésta.
La ratio P90/P10 del consumo total fue de 4,42 en 2014 -últimos datos disponibles- queda por debajo de la del año 2008 (4,51), y contrasta con el 6,07 de la renta que hemos mencionado anteriormente. Esto ocurre en todos los niveles de la distribución de renta, independientemente de si se mide en términos totales o per cápita y del momento cíclico de la economía.
En la crisis se produjo un frenazo en el nivel de consumo, en especial de bienes de consumo duraderos como pueden ser los automóviles o equipamiento para las viviendas. El contexto de pinchazo de burbuja de la vivienda y el deterioro de las expectativas, supuso a una caída de este tipo de compras, lo que, a su vez, permitió estrechar las desigualdades en términos de consumo.
No es una desigualdad especialmente elevada si contextualizamos que España es una área geográfica en la que conviven grandes ciudades y un entorno muy rural. Obviamente, los niveles de vida son sustancialmente dispares y por ello, el nivel de consumo total no tiene nada que ver en ciudades como Madrid o Barcelona frente al otro extremo que pueden situarse diversos pueblos de Andalucía.
FUENTE: EL BLOG SALMON vía @elblogsalmon