Reducido a su esencia, el acto de emprender consiste esencialmente en resolver constantes desafíos y problemas teniendo buenas ideas.
De hecho, se podría decir lo mismo de la vida en general.
El día a día de una persona, en todos sus ámbitos, se compone casi en su totalidad de eso: de desafíos ante los que no se tiene una respuesta y hay que encontrarla.
Por eso me gustaría compartir las técnicas y modelos mentales que, personalmente, me han resultado más efectivas para la resolución de problemas y la generación de nuevas ideas.
De la multitud de tácticas que hay para tener buenas ideas, me voy a ceñir a cosas sencillas, rápidas y, sobre todo, prácticas.
Lo básico a saber para tener buenas ideas
Antes de definir los métodos completos y más útiles para resolver problemas y generar ideas, me gustaría compartir lo más rápido y efecto que ha ayudado a resolver desafíos y encontrar nuevos caminos.
1. Fijarse en otros
Mucha gente cree que innovar o tener buenas ideas significa crear desde cero y sin apoyarnos en nada de lo que otros hayan hecho antes.
Error grave.
La innovación siempre se basa en lo que otros han hecho ya.
Es algo necesario. Ningún ingeniero ignora lo que han realizado otros antes que él, sino que se apoya en su trabajo y lo mejora. No empieza desde cero a desarrollar toda la tecnología, se apoya en la que hay y da un paso más.
Ocurre lo mismo con un científico, no intenta recorrer él solo todo el camino desde la primera casilla del conocimiento, sino que se apoya en la sabiduría y trabajos acumulados de otros colegas.
Por eso, cuando queramos tener buenas ideas y resolver problemas, lo primero que recomiendo siempre es fijarse en cómo otros lo hacen, quedarnos con lo bueno y aportar nuestro grano de arena para mejorarlo, llevándolo un poco más allá.
La mayoría de problemas que vayamos a tener los han tenido otros ya. La mayoría de buenas ideas que vayamos a tener, se basarán en buenas ideas que han tenido otros ya.
Por eso, lo primero es ver quién se está enfrentando o se enfrentó al mismo desafío que nosotros y cómo lo están solucionando.
Por ejemplo, ¿no vendemos? Busquemos cómo lo hicieron otras empresas parecidas.
Por supuesto no se trata de copiar de manera flagrante, sino de mejorar lo que ya hay. Esa es la mejor manera de innovar en nuestra situación personal, nuestra empresa, nuestro trabajo, nuestro marketing o lo que sea en nuestra situación
2. Tener algo para anotar siempre a mano
He aquí algo inquietante: es posible que esa idea genial que resuelve su principal problema ya la haya tenido y se le haya olvidado.
O al menos, que el germen de lo que podía haber sido esa idea, en caso de haberla trabajado, haya pasado por delante y se nos haya escapado para no volver.
¿Por qué?
Las ideas son de una naturaleza increíblemente fugaz. Si no las plasmamos por escrito (o grabamos un mensaje) desaparecerán, seguramente para no volver.
De hecho me ha pasado, más de una y cien veces, que pensaba que me acordaría de algo que se me había ocurrido, que no merecía la pena tomarme la molestia de anotarlo en el momento, pero luego, 9 de cada 10 veces, ese pensamiento fugaz se fue para siempre.
Tenemos que tener algo para capturar dichas ideas.
Personalmente, en el móvil uso Google Keep, que me permite grabar, escribir o dibujar rápidamente algo.
No obstante, no es lo único que uso. Para notas más elaboradas y una gestión del conocimiento, uso Notejoy.
Y además, soy un fan de bolígrafo y cuaderno de papel, que siempre tengo cerca.
Además, esto conecta con el siguiente punto importante sobre las buenas ideas.
3. Las mejores ideas ocurren en los sitios más inesperados
Algunas de las mejores ocurrencias no las he tenido en mi trabajo, sino en la ducha, fregando los platos, mientras hacía deporte o incluso estando por ahí con amigos.
Es algo que forma parte de la manera en que funcionamos.
Mucha gente hace ejercicio o pesas hasta extenuarse, creyendo que así genera más músculo. Pero ese músculo se genera en los periodos de descanso, por eso son tan importantes como los de trabajo.
Lo mismo suele pasar con las ideas y las soluciones.
Cuanto más nos esforcemos por encontrar una solución, más estrés ponemos y probablemente más estemos bloqueando que aparezca una buena idea.
De hecho, veremos la estrategia que denomino: Obsesión + Descanso, o estrategia de incubación. Le aseguro que siempre me ha funcionado bastante bien, y se basa en obsesionarnos con algo para luego dejarlo ir, habiendo plantado la semilla de la solución, que probablemente surgirá cuando menos lo esperamos.
4. Perseveremos hasta superar la «fase de pereza»
Este es uno de los descubrimientos que personalmente más han marcado la diferencia. En mi experiencia, he podido comprobar cómo nuestro cerebro hace lo posible por no trabajar mucho en la mayoría de situaciones.
Tenemos ese proyecto por delante, y de repente nos entra una pereza insoportable. Tenemos que trabajar en encontrar una solución, y nuestro cerebro salta con que primero consultemos el móvil, respondamos a ese email gracioso o veamos un par de vídeos más de Youtube. «Y luego ya nos ponemos».
Ya sabemos lo que suele suceder, que un par de vídeos se convierten en diez y de pronto es demasiado tarde para empezar y mejor lo dejamos para otro día.
Cuando tenemos ante nosotros un problema importante, cuya solución no está muy a la vista o parece lejana, la sensación que nos asalta antes de empezar es que no merece la pena perder el tiempo y no parece tener solución, así que mejor dejarlo. Otra variante es cuando se empieza a repetir en nuestra cabeza que no somos buenos generando ideas, que eso de innovar es cosa de otros, de gente «más inteligente».
El 99% de las veces que he tenido esa sensación no era más que un truco falso para evitar hacer el esfuerzo y procrastinar. Pero cuando no abandono a las primeras de cambio y persisto, ese rumor se calla pronto y toda la energía comienza a enfocarse en buscar una solución o una idea.
Hace poco, atendiendo a un seminario sobre productividad, se comentó que cuando uno se distrae en medio de algo importante cuesta unos veinte minutos volver al punto de concentración anterior.
Conclusión: a nuestro cerebro le cuesta algo alcanzar su pico de rendimiento. Los primeros momentos son críticos y hay que pasar como sea a través de esa fase de pereza en la que quiere dejarlo «para mañana», que en realidad quiere decir nunca.
Técnicas prácticas de resolución de problemas y generación de buenas ideas
Teniendo en cuenta los 4 puntos anteriores, vamos a ver ahora de manera sencilla los métodos que, personalmente, mejor me han funcionado para encontrar soluciones a problemas y generar buenas ideas.
1. La lluvia de ideas
Mejor empezar por los clásicos.
También llamada brainstorming, es una de las técnicas que más uso y consiste en generar (idealmente en grupo, aunque es igual de válido hacerlo solo), todas las ideas que se puedan sobre algo, incluso las más absurdas.
Luego las filtraremos para quedarnos y actuar sobre una o unas pocas de las que han surgido y que parecen más adecuadas tras un proceso de criba.
He aquí los pasos de una lluvia de ideas.
Paso 1. Definir claramente el desafío o problema
Lo que más incentiva desde el principio la generación de ideas es hacerlo en forma de pregunta.
La mayoría de las veces la forma más adecuada para dicha pregunta es:
¿Cómo podríamos…?
Y tras los puntos suspensivos, formulamos el objetivo que se desea conseguir resolviendo el desafío.
Ejemplos: ¿Cómo podríamos aumentar un 20% el número de clientes este mes? ¿Cómo podríamos conseguir conocer a la persona X? ¿Cómo podríamos reducir las quejas de nuestros clientes?
Cuanto más concreta sea la pregunta, más concretas serán las ideas y respuestas que surjan.
Paso 2. Poner un tiempo límite
Depende del número de personas participando (cuantas más, más tiempo puede hacer falta para que salga todo lo que la gente tiene en la cabeza), pero poner unos 20 – 25 minutos suele ser adecuado.
Intente ser estricto con el tiempo, es decir no superar el límite y tampoco dejar el ejercicio antes de que transcurra todo.
Probablemente verá cómo, por la presión del tiempo que se acaba, aparecen ideas en el último momento.
También puede parecerle que las ideas se han agotado a los 10 minutos, pero si se persiste hasta el final, aparecerán más cosas de las que pensaba.
Paso 3.- Empezar a exponer y anotar ideas anulando cualquier juicio sobre la misma
En la primera fase de la lluvia de ideas el objetivo es que se diga en voz alta todo lo posible, aunque resulte la cosa más ridícula que haya oído nunca, NO LA JUZGUE ni deseche ahora.
Ya habrá un momento para eso.
El objetivo es ver el problema desde todos los ángulos posibles, incluyendo los más absurdos.
Y además, unas ideas generan a otras, son como chispas que van prendiendo unas a partir de las anteriores. La mayor estupidez del mundo puede disparar una idea genial, que nunca hubiera aparecido de no haberse oído el sinsentido anterior.
Paso 4.- Cribar las ideas cuando el tiempo haya acabado
Al terminar el tiempo, seleccione 5 ideas, las que más susceptibles parezcan de resolver el problema.
Luego, esas 5 se tienen que reducir a una (o unas pocas, si es que podemos aplicar más de una) durante este proceso de criba.
El medio para saber cuál es la buena idea más adecuada depende de la naturaleza del problema. Es decir, si podemos permitirnos los costes que implica, si somos capaces de ponerla en marcha en nuestra situación actual, si la idea puede comenzar para la fecha deseada, etc.
El resultado de la criba tiene que ser por acuerdo de los participantes en la sesión de la lluvia de ideas.
Paso 5.- Definir los primeros pasos para la idea y guardar las otras 4 buenas ideas finalistas por si acaso
Lo más frustrante de una lluvia de ideas (y de cualquier reunión en general) es que tras una buena experiencia, donde parece que se ha conseguido algo, todo el mundo vuelve a sus tareas de siempre y nada se pone en marcha.
Igualmente, si lo hacemos solos, nada es más común que dedicar una hora a sacar soluciones, anotar en un papel y luego, como decía la canción: «La vida sigue igual».
Las ideas que no se ejecutan no valen nada.
Por eso, lo ideal al terminar la lluvia de ideas es definir claramente cuáles serían los primeros pasos para hacer realidad dicha solución, quienes son los responsables de hacerlo y para qué fecha deben empezar a ejecutar.
Si no se definen responsabilidades y pasos concretos, habremos perdido el tiempo. Tener buenas ideas no significa nada si no somos capaces de ejecutarlas.
No nos esforcemos en detallar hasta el último paso (es un ejercicio inútil muchas veces) sino sólo los primeros.
A partir de ese impulso inicial ya es más fácil continuar en marcha. Pero si no delimitamos esos primeros pasos prácticos, el 99% de sesiones de lluvia de ideas se van a quedar en meros ejercicios mentales.
Para estas técnicas basta con un lápiz y papel, de hecho siempre recomiendo que, cuanto más sencillo y menos herramientas se usen, mejor.
2. El diagrama «Cómo – Cómo»
Para esta técnica necesitará un papel, o alguna herramienta para hacer el diagrama que veremos, pero en realidad, cuanto más sencillo, mejor, y nada es más sencillo que lápiz y papel.
El sistema de «Cómo – Cómo» se basa en ir diseccionando el problema en partes cada vez más pequeñas y concretas. De esta manera, es más fácil que surjan las buenas ideas.
Paso 1. Definir concretamente el problema que queremos solucionar o el desafío para el que necesitamos buenas ideas
Ejemplo: «Aumentar un 20% la facturación en los próximos 30 días».
Como vemos, problemas concretos y acotados.
Paso 2. Preguntar: ¿Cómo podemos conseguir esto?
Y vamos generando posibles opciones de cómo podemos conseguir el objetivo, de una manera similar a la lluvia de ideas.
Dichas opciones se van poniendo en un papel o un recuadro de manera similar a como ve en este ejemplo sencillo.
En él, retomamos la pregunta del paso 1 y las primeras ideas que surgen pasan por hacer una campaña puntual a clientes actuales, aumentar la inversión en marketing manteniendo la rentabilidad, etc.
Paso 3. Volver a repetir la pregunta: ¿Cómo podemos conseguir esto? para las primeras soluciones que han surgido a la pregunta inicial
Así, en nuestro ejemplo pasaríamos a preguntarnos:
«¿Cómo podemos hacer la campaña a clientes ya conseguidos?»
Y apuntamos las ideas que se nos ocurran. Luego nos preguntamos:
«¿Cómo podemos aumentar la inversión en marketing de manera rentable?»
Y de nuevo vamos anotando.
Si nos fijamos en el gráfico de ejemplo, con este sistema van a ir apareciendo diversos cursos de acción que iremos desglosando en cosas cada vez más concretas conforme respondamos a la pregunta: «¿Cómo podemos?».
Normalmente, a la hora de ponernos manos a la obra optaremos por uno de esos caminos para resolver el problema y lo marcaremos de alguna manera en nuestro diagrama «Cómo – Cómo».
En la imagen de ejemplo anterior se ha marcado el camino elegido con un tono distinto al resto.
Además, este diagrama y método permite volver a analizar otros cursos de acción si fueran necesarios.
3. Los 6 sombreros de pensar
Esta técnica se debe a Edward de Bono y es bastante famosa, personalmente la he utilizado algunas veces y me ha funcionado bien para tener buenas ideas.
Es especialmente útil cuando se está haciendo una generación de ideas o resolución de problemas en grupo.
Voy a explicarla muy brevemente junto con un sencillo método para usarla.
La técnica consiste en analizar algo desde distintas perspectivas y poder ver así el desafío que tenemos delante de una manera mucho más amplia de lo que normalmente se suele hacer.
Esto incentiva el pensamiento lateral, es decir, aproximarnos a la solución desde ángulos y direcciones poco habituales.
En esta técnica los 6 sombreros tienen distintos colores y son simbólicos. Wl verde es el pensamiento creativo, el rojo es el emocional…
Nuestro objetivo es ponernos consecutivamente los seis sombreros e ir viendo el desafío desde la perspectiva de cada uno.
Cuando nos ponemos el verde, somos creativos, sin juzgar nada de lo que surja en nuestro pensamiento, mientras que cuando nos ponemos el negro, hacemos aflorar nuestra parte crítica y negativa, viendo las posibles contras.
Si se hace en grupo, la idea es que todos los presentes, en secuencia, se vayan poniendo cada uno de los sombreros y vayan viendo el problema desde cada una de las perspectivas que implica dicho sombrero.
Veamos cada uno de los 6 sombreros en detalle.
- Sombrero Blanco: neutral, que presenta los hechos tal cual son, con datos objetivos y sin dejarse influir.
- Sombrero Rojo: emoción, intuición, corazonadas y sentimientos.
- Sombrero Negro: crítico, que ve las partes negativas, lógico y analítico de por qué no puede ser.
- Sombrero Amarillo: lo contrario de lo anterior, ve lo positivo desde una perspectiva optimista.
- Sombrero Verde: creación, que aporta cosas nuevas, ideas, posibilidades, piensa en hacer crecer con lo nuevo.
- Sombrero Azul: centrado en pensar lógicamente, definir pasos prácticos, observar en perspectiva, de manera general.
Si estamos con el rojo puesto sólo podemos aportar intuiciones, emociones, corazonadas, dejando de lado datos o imposibilidades lógicas.
Con el amarillo deberíamos ser optimistas y destacar lo positivo, con el negro lo contrario…
Una vez pasados por los 6 sombreros tendremos el problema analizado desde distintas perspectivas y probablemente habremos adquirido buenas ideas, pistas, soluciones y señales que, de otra manera más limitada no habríamos obtenido.
He aquí una manera muy sencilla, y algo alternativa, de usar la técnica.
Paso 1.- Presentar los hechos del problema (sombrero blanco).
Paso 2.- Generar ideas sobre cómo se podría resolver dicho problema (sombrero verde).
Paso 3.- Evaluar los méritos y lo positivo de las ideas anteriores (sombrero amarillo).
Paso 4.- Evaluar los inconvenientes y flaquezas de las ideas, es decir, sombrero negro.
Paso 5.- Comentar las intuiciones, emociones y presentimientos sobre las alternativas. O sea, ponernos el sombrero rojo.
Paso 6.- Recapitular y concretar los pasos de las alternativas elegidas (sombrero azul).
Técnicas para cuando se está particularmente atascado y sin ideas
¿Parece que problema es irresoluble? ¿Que estamos en un callejón sin salida?
No hay que martirizarse, pasa a menudo.
Si estamos en ese punto entonces ya no nos importará probar alguna de estas curiosas técnicas. He tenido que recurrir a ellas en más de una ocasión y, la verdad, aunque no son infalibles ni mucho menos, sí pueden dejarnos más cerca de la solución en caso de haberla.
1.- La técnica del patito de goma
Se trata de buscar a un amigo, o una persona de confianza, que sólo va a tener una función: escucharnos, simplemente asintiendo y SIN DECIR NADA.
La cuestión es que, una vez en presencia de esa persona, empezamos a hablarle de nuestro desafío con todo el detalle posible, divagando lo que creamos oportuno y diciendo todo lo que se nos ocurra.
La otra persona sólo asiente callada (como un patito de goma en el agua que se mueve así).
¿Cuál es la lógica de esta técnica?
Que muchas veces en medio de nuestra diatriba es factible que aparezca una buena idea o una posible solución.
Estoy seguro de que más de una vez le ha pasado. Ha hablado con alguien, este no le ha dicho ni aportado nada, pero al final de su discurso la solución apareció en su cabeza.
Hay un proverbio que dice que que busques la respuesta en el mismo sitio en el que surge la pregunta (nosotros mismos). Del mismo modo, seguro que le explicaron, en clase de filosofía, que algunos consideraban que todas las respuestas ya las conocíamos realmente, solo era una cuestión de desenterrarlas.
El patito de goma va en esta línea.
Hay que tener confianza con la otra persona y hay quien lo practica con la mascota u objetos inanimados, pero resulta más efectivo con otra persona.
2.- La técnica «PEI»
PEI significa «Problema, Estímulo, Idea».
La lógica de esta técnica se basa en que, según algunos modelos de pensamiento, las buenas ideas surgen de la conjunción de un Problema y un Estímulo.
Por ejemplo, imaginemos que somos un asesor fiscal y tenemos el problema de que cierta campaña de marketing no funciona, ya que nadie nos llama. Si no encontramos soluciones por los métodos anteriores y estamos muy atascados, podemos probar a definir el problema y luego buscar un estímulo, el que sea.
Miremos a nuestro alrededor. ¿Qué vemos? ¿En qué se detiene la vista? ¿Es en un papel? ¿En un bolígrafo? Anotemos algunas palabras al azar e intentemos relacionar como sea la solución al problema con esas palabras.
Nuestro cerebro, al verse obligado a esta tarea, comenzará a buscar caminos que hasta ahora no habíamos pensado. Somos buscadores de patrones por naturaleza, es lo que nos ha llevado hasta donde estamos y esta es otra manera de estimular el pensamiento lateral.
En el ejemplo de antes, ¿cómo relacionar el papel o el bolígrafo con la solución?
El papel me puede dar la idea de escribir algo útil para nuestros clientes, como por ejemplo: «5 maneras de ahorrar ante Hacienda», y proporcionarlo como incentivo en una campaña. Si estamos pensando en darles información, quizá sea mejor que puedan tener unos minutos de asesoría con nosotros gratis, para que vean lo que podemos hacer.
De un concepto a otro nuestro cerebro va saltando hasta encontrar soluciones por caminos nuevos.
Hay quien mira por la ventana, o abre un libro, para encontrar esos estímulos con los que luego forzar a nuestro pensamiento a unirlos con el problema y encontrar ideas y soluciones.
3. La técnica del juego de rol
Consiste en, literalmente, tomar el rol de otra persona o personas y, metidos a fondo, ver cómo resolvería él nuestro problemao qué ideas tendría.
Puede ser un amigo, un personaje histórico, aunque suele funcionar bien coger a alguien que admiremos o que pensemos que podría solucionar algo como lo nuestro.
Por ejemplo, y volviendo a lo de mejorar una campaña de marketing:
¿Cómo lo resolvería Bill Gates? ¿Y Steve Jobs? ¿Cómo lo haría Warren Buffet? ¿Y los de Nike? ¿Qué harían ellos?
Obviamente, para meternos en el papel tenemos que conocer sobre la personalidad. Al fin y al cabo, se trata de verse inmerso en el personaje para pensar y actuar como él. Por eso mucha gente utiliza a ídolos que admira y conoce bien, intenta ponerse en su piel y hacerse la pregunta de cómo lo resolverían ellos.
4. La incubación
Es un uso concreto de la ya nombrada Obsesión + Descanso y es muy sencilla: simplemente deje que su subconsciente haga el trabajo.
Obsesiónese durante un rato con el problema pensando sobre él, viendo datos, alternativas, cómo lo han hecho otros, sumérjase hasta no poder más… Y luego olvídese.
Dé una vuelta por ahí y deje que el momento de claridad ocurra por sí mismo. La idea es que se olvide, y para eso dejar la mente en blanco no funciona. Funciona ponerse con alguna tarea que no precise nuestras habilidades de pensamiento. Así que dúchese, haga deporte, charle tranquilamente, lea sobre algo que no tiene nada que ver.
Si intentamos dejar de pensar, nuestra obsesión acudirá a rellenar ese hueco, por eso, para que no pueda ocuparlo, habremos de llenarlo con algo.
Hay un libro fascinante de Malcolm Gladwell titulado Blink. En él se explica cómo la parte inconsciente de nuestra personalidad capta detalles y almacena datos de una manera tan espectacular que nuestra parte consciente, y lo que consigue captar y analizar, es apenas una sombra pálida del todo.
La incubación intenta aprovechar eso para hacer que salte la chispa en el momento más inesperado.
Porque si recordamos, las buenas ideas suelen aparecer en esos periodos de descanso en los que incluso nos habíamos olvidado del tema.
La conclusión de todo esto
Es muy sencilla, como emprendedores, la clave es generar de manera consistente buenas ideas y resolver desafíos.
En eso consiste realmente nuestro día a día, ya estemos en el trabajo, en casa o por ahí. Muchas veces serán cosas fáciles, como que se nos haya estropeado algo y tengamos que hacerlo funcionar, otras será algo más complicado, como sacar adelante ese proyecto que siempre hemos querido.
Y como eso es a lo que realmente dedicamos el 90% de nuestro tiempo y esfuerzo, conocer las técnicas para tener buenas ideas será una de las mayores ayudas que tengamos.
Las que hemos visto aquí funcionan, se lo aseguro.
FUENTE Y AGRADECIMIENTOS A: RECURSOS PARA PYMES
Puedes ver + aquí: https://recursosparapymes.com/como-tener-buenas-ideas/