Si hay algo que en Recursos Humanos es imprescindible, es conocer las competencias que son necesarias para cada puesto de trabajo. Pero más aún las competencias emocionales, ya que aportan mucha más transversalidad a todo lo que hacemos.
Personas, luego profesionales
Las personas no nos ponemos el traje al entrar a la oficina y empezamos a ser profesionales. Somos ambas cosas. Y nunca me he encontrado a un buen profesional que no fuera buena persona. Lo segundo va primero. Cada uno decide qué tipo de persona es, qué decisiones toma, cómo se relaciona, cómo enfoca su vida. Las competencias emocionales son las que nos permiten ser de una manera u otra.
Tenemos grandes dificultades para entender que no debemos separar esos dos roles porque nos enseñaron a esforzarnos de lunes a viernes y a disfrutar los fines de semana. Error error error (¡léase con sonido de alarma!). Cuando te das cuenta de que disfrutar y trabajar pueden ir de la mano, un mundo se abre ante ti. Y para eso nos han ayudado mucho las queridas competencias emocionales.
Ellas nos han ayudado a ser auténticos, porque en el fondo todo va de eso. De no transformarnos cuando vamos a trabajar, porque somos personas antes que profesionales y ellas son las que nos facilitan relacionarnos.
¿Cuáles son las competencias emocionales?
Según Daniel Goleman, el padre de la inteligencia emocional, las competencias emocionales son las que permiten un desempeño laboral sobresaliente. Yo, con esto ya tengo suficientes razones como para entender que vamos a ser mejores profesionales si hacemos caso a este señor.
Son 5 las competencias emocionales que según Goleman componen a la inteligencia emocional, esa que nos facilita una día a día en acciones tan habituales como el trato con otras personas. Necesarias tanto en nuestra vida personal como en la profesional.
Autoconocimiento
¿Cuántas veces me habrás leído esta palabra en este blog? Muchas, porque no me canso de decir que es una de mis favoritas. De las competencias emocionales, la capacidad de conciencia de uno mismo es la que nos ayuda a reconocer nuestras emociones y sus efectos. Es imprescindible que para que la podamos adquirir, hagamos un trabajo de introspección. Conocernos, identificar nuestros estados de ánimo y entender que son los que nos hacen tomar decisiones o comportarnos de una manera u otra.
En nuestro ámbito profesional nos rodemos de colegas, clientes, y es imprescindible saber escucharnos bien a nosotros mismo, para poder hacer lo mismo con los demás. Trata de entender bien qué ha sucedido en un momento dado que ha sido verdaderamente emocional, identifica tus sentimientos, qué pasaba por tu cuerpo y qué pensabas. Piensa en cómo afectó todo eso a la gestión del problema, si fue un impacto positivo o negativo.
Conocer nuestras fortalezas nos permite acudir a ellas cuando en nuestro entorno laboral son necesarias. Saber negociar, dialogar, gestionar un conflicto o tomar una decisión de forma rápida. Esto también te servirá con las debilidades, ya que, si las reconoces, podrás trabajar de forma más consciente con ellas y tratarás de no ponerlas en erupción cuando la ocasión lo requiera. No imaginas la confianza en ti mismo.
Autocontrol emocional
De las competencias emocionales, ésta es la que nos ayuda a regular mejor nuestros sentimientos para evitar pequeñas catástrofes y no dejarnos llevar. ¿Quién no ha tenido una conversación algo más acalorada de lo normal con algún compañero, jefe o amigo? El autocontrol te permite no tener que estar pidiendo perdón más de lo necesario.
El enfado es algo razonable, normal y es lícito sentirlo, pero debemos entender por qué ha aparecido y no tomar decisiones en caliente.
Automotivación
Las competencias emocionales nos ayudan a dirigirnos conscientemente hacia aquello que queremos conseguir. Por eso esta competencia en concreto, nos permite centrarnos en aquello que nos motiva y nos hace poner todo el foco en los retos y no en lo que nos hace caer. Céntrate en lo que quieres obtener y no dejes que los problemas te paralicen. Haz de ellos una oportunidad de mejora, busca cómo superarlos. Si nos derrumbamos, no servirá de nada nuestra meta.
Esta es una de las competencias emocionales que suelen tener más desarrollada los emprendedores y los profesionales que son positivos y tienen iniciativa.
Empatía
La gran estrella de las competencias emocionales, la que te ayuda a entender qué sienten los demás. Da igual qué dicen o cómo lo dicen, o incluso aquello que no se dice, la empatía nos facilita captar el mensaje, el sentimiento. Las relaciones humanas están llenas de señales, comunicación no clara, no verbal… debemos poder reconocer aquellas emociones para poder entendernos mejor, para poder comunicarnos mejor.
Una mala cara, un mal gesto nos puede confundir y si nos quedamos con eso, podemos no solo no resolver esa situación, sino que podemos incrementar esa sensación negativa. No solo no entendemos al que tenemos delante, sino que nos contagia y nos la llevamos para el resto del día.
Habilidades Sociales
De todas las competencias emocionales, ésta se encarga de tras la empatía y su reconocimiento de los sentimientos, de poner acción. Se trata de la que te permite hacer algo para transformar, para mejorar aquella situación. Todo lo que hacemos, decimos, afecta a otros y como he comentado antes, nos podemos contagiar. El poder hacer esto de forma positiva, es lo que te permite conectar mejor con otras personas.
Esta es una de las competencias más buscadas en los líderes por su poder y capacidad inspiradora. Y eso les permite tener una interacción con los demás mucho más efectiva en la resolución de problemas, en la mediación, en la gestión de personas.
Como ves, las competencias emocionales no solo te ayudarán en tu entorno laboral, ya que antes de empezar tu jornada laboral, seguro que te levantas de un humor u otro, y estés solo o con otras personas, te ayudará conocerlas.
AUTORA: MARIBEL GARCIA
FUENTE. vía @IMFFORMACION
Imagen de Linus Schütz en Pixabay