Si hay algo que me sigue llamando la atención, en mi día a día laboral, es la equiparación que aún se hace entre curriculum y vida laboral, entendida ésta última por las cotizaciones que realizamos a la seguridad social.
Esta reflexión no es ni mucho menos reciente, ya por el 2002 cuando empecé a impartir mis primeros talleres sobre búsqueda de empleo y donde el término “empleabilidad” era una palabra aún desconocida, todo aquello que reuniamos o englobabamos en un papel llamado “curriculum vitae” guardaba una relación directa con toda aquella experiencia profesional que obteniamos a raiz de nuestras cotizaciones. Es decir, eramos aquello que se emitía en el informe de “vida laboral”.
En la actualidad, sabemos y conocemos que somos mucho más que un curriculum vitae y cómo no, mucho más que un informe de cotizaciones a la seguridad social. Tenemos a nuestra disposición diferentes medios para mostrar nuestra profesionalidad ante el fluctuante mercado de trabajo pero también es cierto que, a día de hoy, el curriculum sigue siendo la herramienta más demandada en los procesos de selección.
Es ante esta realidad donde surje mi reflexión:
¿Por qué continuamos, a día de hoy, equiparando nuestra valía a nuestra vida laboral? ¿Por qué cuando elaboramos el apartado de “experiencia profesional” en el CV nos ceñimos solo a nuestras cotizaciones?
Esto es un hecho y es algo que he contrastado a lo largo de todos estos años. Pero es aún más significativo cuando esta realidad se da en un contexto como el actual mercado laboral, donde las competencias y habilidades juegan un papel muy importante y donde, en la mayoria de las ocasiones, no existe la “oportunidad formal” (en forma de contrato laboral) para desarrollar o adquirir estas competencias.
Escuchamos continuamente palabras como logros, competencias, habilidades, talento, cuando nos encontramos ante la búsqueda de una oportunidad laboral. Palabras que guardan relación no solo con lo que “sabes” (conocimiento), sino con que “sabes hacer” con lo que “sabes”(aplicación práctica del conocimiento).
La capacidad de “saber hacer” una determinada tarea, adaptada siempre a la realidad o contexto que nos rodea, nos proporciona la adquisición de habilidades, competencias, o bien, la obtención de logros. Aunque aún nos faltaría un término más para que esta ecuación fuese completa, “querer hacer”, referido siempre a la actitud que muestras ante dicha tarea.
PERSONA
Imaginaros por un momento que oriento a una persona en la elaboración de su curriculum y me manifiesta alguno de estos mensajes:
- “Realizo prácticas en una organización, ejerciendo de auxiliar administrativo”.
- “Participo como voluntaria en una asociación donde invierto mi tiempo realizando actividades de animadora sociocultural”.
- “Colaboro en un proyecto, aportando mis experiencia y conocimientos como informático”.
- “Ayudo en el negocio familiar, realizando labores de depedienta durante los meses estivales”.
Estas circunstancias, no siempre se producen bajo un contrato de trabajo, no siempre hay un alta en seguridad social y, en la mayoría de las ocasiones, incluso ni existe una retribución económica.
La pregunta que se recibo de ell@s una y otra vez, es la siguiente:
“¿Es bueno poner esta “experiencia” en el CV?” y “¿En qué apartado la ubico?”.
“Es que no recibí ninguna remuneración” “Es que no me mi hicieron ningún contrato de trabajo”.
A continuación, les respondo:
¿Piensas que has adquirido o desarrollado COMPETENCIAS y HABILIDADES en estas situaciones? ¿Piensas que has CRECIDO y EVOLUCIONADO como profesional? ¿A través de ellas muestras una ACTITUD PROACTIVA ante el mercado de trabajo?
Si tu respuesta es SÍ, te vuelvo a preguntar:
¿Piensas entonces que tu VALÍA como profesional se ajusta únicamente a trabajos en los cuales hayas cotizado?
Si no es así ¿A qué esperas para reflejar toda esta EXPERIENCIA en el apartado de “Experiencia Profesional”?
Además sería interesante incluir en tu CV apartados que definan aún más tu propuesta, apartados referentes al Perfil Profesional, Logros, Competencias o Habilidades adquiridos y desarrollados en todás estas situaciones.
RECURSOS HUMANOS
Una vez contemplado este aspecto, desde la perspectiva de la persona, trasladamos estos interrogantes al punto de vista del reclutador o reclutadora inmers@ en cualquier proceso de selección.
L@s profesionales de RRHH no disponen de una “bola de cristal” y, que yo sepa, aún no poseen el poder adivinatorio, por lo que valoran, en una primera revisión, aquello que expresas y expones en tu curriculum. Además conoces, de buena tinta, que al día reciben numerosos curriculum en relación a una oferta propuesta y que disponen de muy poco tiempo para realizar su valoración.
Por lo tanto y, ante todo los motivos expuestos con anterioridad, me gustaría te formulases las siguientes preguntas:
- ¿Piensas que l@s reclutadores se detendrán en la lectura de tu CV si descartas aquella EXPERIENCIA que te capacita para el puesto?
- ¿Piensas que ell@s unicamente valoran la experiencia que has obtenido y esta reflejada en tu vida laboral?
- Las respuestas estan en ti.
FUENTE Y AGRADECIMIENTOS: @Remedios_Arjona
¿Curriculum = Vida laboral? https://remearjona.wordpress.com/2018/06/05/curriculum-vida-laboral/
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