Agradecimientos a los compañeros de la nueva ruta de empleo.


Hace unos días comencé a impartir un curso a mujeres desempleadas. Yo siempre pido que al presentarse me cuenten cuál es su objetivo profesional.

Prácticamente ninguna me dijo que quisiera trabajar en algo relacionado con el curso (cuidado de personas dependientes). Más bien la mayoría respondió lo siguiente: “Mi objetivo profesional es encontrar un trabajo”. Por tanto, igual que estaban haciendo este curso, podían estar haciendo otro de cocinero, de jardinero o de guardia de seguridad. O tal vez es eso lo que figura ya en sus curriculums: Un cursito de cada, para darle un poco más de color, que si no, queda demasiado monótono.

Me asusta enormemente ver cuantísima gente va dando tumbos por la vida buscando un trabajo pero sin saber qué busca exactamente. Pero un problema más grave aún es que la mayoría de estas personas no admiten discusión. Lo único que quieren es meter cabeza en algún sitio para llegar a fin de mes, y déjales de rollos de objetivo profesional. Lo importante es salir adelante hoy. El mañana no existe.

En cambio ocurre algo muy paradójico en estos casos: Cuanto más al día se quiere vivir, más se tarda en llegar a donde realmente se desea.

Las personas que no tienen un objetivo profesional claro “porque no quiero perder el tiempo con ese tema, ya que lo que yo necesito es trabajar”, suelen ser las que más tardan en encontrar un trabajo.

El problema de raíz está en que hemos sido educados para seguir una inercia determinada. Vivir siguiendo un camino concreto, con muy pocas curvas. Donde uno no es uno realmente, sino parte de un “todo”, donde los hechos son los que son: una educación concreta, una vida personal determinada… y donde el individuo apenas tiene voz ni voto. Simplemente se deja llevar.

Hasta que el perfecto “todo” que era nuestra vida, se rompe en mil pedazos e incluso desaparece…. Y nos convertimos en partes de “nada”. Nos damos cuenta de repente de que estamos solos frente a nosotros mismos. Y empezamos a buscar desesperadamente el reencuentro con un entramado de circunstancias que ya no va a volver a existir.

Cuando nos quedamos sin trabajo es preciso darse un tiempo de reflexión y de encuentro con uno mismo. De identificar quiénes somos de verdad, y qué vida queremos construir para nosotros. De no esperar a que las cosas vuelvan a cambiar por sí mismas y sean lo de antes.

Tras el periodo de reflexión tendrá que llegar el de acción. Y la acción conlleva ir hacia algo concreto, no “hacia lo que vaya llegando”. Bienvenidos sean los empleos que nos permiten ir saliendo del “bache”. Pero no hay que conformarse con ellos, porque son pan para hoy y hambre para mañana. Que nos sirvan para llegar más fácilmente a nuestra meta de verdad, y nada más…

FUENTE: http://www.lanuevarutadelempleo.com/