Los tiempos aquellos en los que España recibía inmigración para trabajar en nuestra despampanante maquinaria económica -burbuja del ladrillo incluida, ya sabéis-, no sólo han acabado, sino que además se hainvertido el proceso: “547.890 personas se marcharon al extranjero durante el año pasado y, de ellas, 79.306 eran de nacionalidad española, según la Estadística de Migraciones”.

 Esta población en su mayoría es población activa, pero a este contexto también hay que sumarle aquellas personas que, cansadas de estar apuntadas al paro y de no encontrar empleo, se han ido alejando de dicha base de datos engrosando la cifra de los no activos. ¿Qué significa todo esto?

  • ·         Grandes dificultades para afrontar el envejecimiento de la población y el pago de las pensiones.
  • ·         Pérdida, en muchos casos, de un talento que ha costado mucho esfuerzo – por su parte- y dinero- para todos- formarlos.
  • ·         El miedo que se pretende infundir en ocasiones desde los medios cada vez que alguien intenta saltar la valla de Ceuta y Melilla es infundado: no sólo no nos están invadiendo, sino que corremos el riesgo de quedarnos sin gente.

Los grupos de edad que más población han perdido han sido los de 25-29 años y los de 30-34 años, respectivamente.

Pero también es interesante ver cómo, sociológicamente, cada vez es más importante -y esto a la hora de votar se irá viendo- la población menor de 35 años. Capas populares que no vivieron la transición, que están sumergidos de lleno en una revolución tecnológica ligada a Internet, pueden convertirse en motor de cambio, sin menospreciar a gente de más edad, obviamente.

FUENTE: politologoenred.blogspot.com.es

FOTO: EXPANSION.COM

Las nacionalidades mayoritarias en España y qué variación en cuanto a su número se ha vivido en nuestro país, son los países latinoamericanos (Ecuador, Bolivia, Perú, Argentina…) los que más están repatriando a sus conciudadanos; por el contrario, los países de la UE tienen, sin embargo, un descenso más tímido, llegando incluso a aumentar levemente en el caso de los italianos.

Coincide que muchos países latinoamericanos están viviendo un crecimiento económico considerable, están reduciendo su tasa de desempleo y pobreza e, incluso, crean oportunidades de trabajo para muchos españoles altamente formados que no consiguen abrirse un hueco profesional en su lugar de origen.

Si la población se reduce, es normal pensar que el saldo migratorio -diferencia entre los que llegan y se van- será negativo. Veamos el saldo migratorio de los extranjeros en España.