Existen ciento y miles y millones de entradas y libros y artículos que tienen que ver con el liderazgo. Y tanto a nivel científico como profesional seguimos luchando por avanzar o incluso encontrar el sagrado grial del liderazgo. Desde las más diversas clasificaciones y modelos de liderazgo clásicos que todos hemos estudiado o leído, hasta las más modernas teorías, no deja de llamarme la atención lo lejanos que estamos de eso que llamamos liderazgo. Igual es porque no es fácil teorizar sobre algo tan vivencial y experiencial, o quizás porque evoluciona con cada día que pasa y con cada entorno, o será por el contrario que culturalmente tenemos diferentes concepciones del ser humano, sea lo que sea, no deja de ser realmente difícil captar el fenómeno del liderazgo.
Si a comienzos del siglo XX era una cuestión de rasgos de la persona (características físicas, sociales o personales), o de estilos de comportamiento (autocrático, liberal y democrático) o una cuestión de su orientación humana a la tarea o a las personas (filosofía X, Y, Z), o de la relación entre el liderl y el subordinado como en la teoría de Likert con sus cuatro categorías (explotador, benévolo, consultivo y participativo) o de si se orientan más a las tareas o a las personas (grid de Blake y Mouton). También las más situacionales han intentado ubicar en entornos concretos los estilos como la teoría de la contingencia de Fiedler (relación entre estilo del líder y demandas de una situación) o la de Vroom y Yetton ( y después Vroom y Jago) donde con un árbol de decisiones ibas contestando a preguntas y llegabas al estilo más adecuado. Aunque de hecho en su momento me sedujo mucho la idea del liderazgo situacional, donde analizando las relaciones y las tareas se podían distinguir diferentes tipos de liderazgo a utilizar según el grado de madurez del colaborador: delegador, participativo, persuasivo o instructor. Un modelo de Hersey y Blanchard realmente atractivo y útil. Pero también como dicen Manz y Sims es díficil dirigir a otros sin saber dirigirse uno mismo, ya sabemos esto del autoliderazgo. También Mintzberg nos habló de los diferentes roles del líder a tener en cuenta en las organizaciones.
Y más recientemente nos llega el liderazgo transformacional, trascendental, de empoderamiento, auténtico, lider-coach, … como nuevas tendencias que intentan dar luz a unos directivos y a unas organizaciones que siguen adoleciendo principalmente de liderazgo. ¿Algo tautológico esto verdad? Sin embargo, la realidad empresarial a veces es muy difícil de captar y está llena de sutilezas, de históricos de relaciones, de consistencia de comportamientos y de su fiabilidad. Todo ello hace realmente que sea más cercana la teoría del caos que cualquier otra teoría. Rasgos, comportamientos, estilos, situaciones… todo confluye en unos tiempos concretos, en unas tomas de decisiones, en unas vivencias y en una interacción entre personas. ¡Realmente complejo! En serio, esto de liderar es realmente complejo.
El que es «seguidor» o «subordinado» se queja normalmente del líder. En torno a un 60% de los empleados se quejan de que sus líderes no saben dirigirlos. Un 50% de los directivos también se quejan entre ellos de que no saben cómo dirigir. Yo creo que en algo están todos de acuerdo, de nuevo, la falta de liderazgo. Pero claro, alguien tendrá entonces que decirme que es esto del liderazgo. Porque en realidad me suena al famoso sagrado grial del que todos hablan y nadie sabe dónde está, todo el mundo lo busca con obsesión y afán pero nadie lo encuentra. Pero ese sí, seguimos dedicando miles de palabras a esto del liderazgo, buscando ejemplos y realizando cursos y entrenamiento en habilidades. Por algún camino tenemos que trazar el objetivo de la mejora de la calidad del liderazgo. Y por eso, bienvenida cualquier idea o teoría, pero no dejo de seguir pensando que esto del liderazgo es realmente complejo.
Si te dirigen te quejas del líder, hasta que te toca dirigir y comprendes que eso no es tan fácil. El que es dirigido busca un líder democrático y respetuoso, pero cuando le toca dirigir muchas veces, al cambiar de rol, como por un mecanismo automático, se convierte en más directivo y conservador. Esto que llamo «ponerse el sombrero del jefe» sigue siendo una norma que se cumple en las organizaciones. Igual, en el fondo, es que esto del liderazgo en sí no es bueno. Pero hay muchas experiencias de empresas que han analizado la organización sin líderes donde al final lo que se ha perdido es la misma organización. Por lo tanto, necesitamos alguien que tenga esos roles que decía Mintzberg y que adecue los objetivos organizativos con los de las personas que ponen sus esfuerzos. Necesitamos líderes que sean respetados por sus conocimientos y experiencias, líderes referentes, líderes democráticos, líderes donde coincida su poder informal con su cargo organizativo.
Pero aun así, esto del liderazgo, sigue siendo muy complejo… claro las personas somos complejas ¿no?
FUENTE: http://www.rrhhmagazine.com/