Estás todo el día al teléfono; vas deprisa a todas partes; la bandeja del correo no se vacía nunca; el equipo no te entiende; sientes que no llegas a nada… El día a día de la empresa puede llevar al emprendedor a convertirse en una olla a presión a punto de estallar. Detente y lee este reportaje. Puede serte muy útil.
Agosto de 2021, Alfredo Rodríguez salta a los medios al anunciar que su restaurante madrileño, el mítico El Brillante, sólo contratará profesionales mayores de 50 años desempleados. Boom mediático. Septiembre de 2021. Los medios se despiertan con la noticia del suicidio del propio Rodríguez. Al parecer llevaba meses sumido en una depresión por los problemas económicos que arrastraba.
Junio de 2021. Tras protagonizar uno de los exitos más triunfales de la historia emprendedora española, con la venta de La Nevera Roja en 2015 por 80 millones de euros y fundar una nueva compañía, Ontruck, que va viento en popa, Íñigo Juantegui reconoce en una entrevista haber tenido que acudir al psiquiatra durante la última ronda de financiación para poder soportar la presión.
Mediados de 2020. Antonio Espinosa de los Monteros, CEO y fundador de Auara y fundador de Equipo País, inicia en Linkedin un movimiento, #Sincareta, en el que reconoce que acaba de pasar una depresión e invita a los que han vivido una experiencia similar a visibilizarse para trasladar el mensaje de que no se está solo.
2021. Diego Ballesteros, fundador de SinDelantal y de Bewe, pone en marcha ANCLA.Life, una asociación pensada precisamente para ayudar a los emprendedores a gestionar la vorágine del día a día que en su caso particular le llevó también a la depresión a principios de 2020, en pleno confinamiento.
Estos son sólo cuatro ejemplos de cómo la presión a la que se ve sometido continuamente el emprendedor o la emprendedora puede acabar provocando serios problemas mentales si no es gestionada correctamente. En este reportaje hemos hablado con seis de ellos. Y éstas son sus historias. La conclusión común a todos ellos: en primer lugar, priorízate y, en segundo lugar, no olvides que el emprendimiento es un maratón, no un sprint.
Y, antes de empezar, una reflexión: “una cosa es la presión y otra es la tensión. La tensión es el día a día, te mantiene alerta y te ayuda a detectar oportunidades. La presión tiene más que ver con la ansiedad que es el exceso de futuro. La tensión mejora los rendimientos. La presión agota y quema”, recuerda Eduardo Lazcano, profesor de EOI y autor del libro Comunicación Emocional.
Cuando parar es la solución
Dos hernias y un sarpullido en la piel no fueron suficientes para que Alejandro Artacho, CEO y cofundador de Spotahome, entendiese que estaba jugándose literalmente la salud con su empresa. Hizo falta que llegase una pandemia y una cuasi quiebra técnica para entenderlo.
“Entre el 2018 y el 2020 Spotahome había crecido una barbaridad. Yo me levantaba a las 5,30 de la mañana del lunes para viajar a Londres y regresaba el miércoles por la noche, para empezar el jueves aquí en Madrid y seguir de forma intensiva todos los días de la semana. Eso, sin olvidar que la mayor parte de las semanas tenía que coger varios vuelos a Berlín, a París… A eso suma el estar todo el día al teléfono. Me dormía y me despertaba mirando el móvil”.
Artacho prosigue: “Comía fatal, dormía fatal, en dos años engordé 20 kilos y, como me decía mi chica, cada día estaba más agrio, más infeliz. Cuanto más estrés tienes, peor líder eres, peores resultados consigues y por tanto más estrés tienes. Cuando llegó el Covid todo se paró. Cayó la facturación a cero. Más bien teníamos facturación negativa porque todo el mundo canceló y teníamos que devolver cientos de miles de euros. Hubo que recortar costes al 80%, despedir al 80% de la gente, cerrar oficinas… Y de repente me di cuenta de que había sacrificado 7 años de vida por una empresa que dependía de algo tan aleatorio y tan fuera de mi control como una pandemia”.
Los riesgos de estas siempre en “on”
A veces los éxitos pueden ser contraproducentes porque enmascaran los síntomas del estrés crónico. Algo así le pasó a Diego Ballesteros. Con casi 25 años de emprendimiento a sus espaldas, después de haber vendido dos veces su empresa SinDelantal y de haber puesto en marcha BEWE.io, de repente un día no tenía fuerzas ni para levantarse de la cama.
“La dopamina que generan los éxitos enmascaraban los problemas derivados del cortisol, como los problemas en la piel o la inflamación de los órganos, y aceleraban la depresión. El impacto del estrés crónico estaba en mi cuerpo y en mi mente, tenía ataques de ansiedad, pero como llegaban los éxitos no me detenía a reflexionar. Y apareció la depresión en pleno confinamiento”.
“Ahí entendí -continúa diciendo- que estaba corriendo una maratón sin haber entrenado. Me sentía obligado a mostrarme siempre invulnerable, perfecto de cara a los inversores y a los clientes, con energía ante los empleados… En definitiva, trataba de ser un superhéroe. Al final todo eso provoca un desgaste mayúsculo. Empecé a buscar información para entender qué era el cortisol y qué efectos tenía en el cuerpo y, una vez entendido, cambié de hábitos: descubrí la meditación y el midfullness, me mudé a Cádiz, practico yoga dos veces a la semana, paseo junto al mar, he reducido las horas de trabajo y me leo de vez en cuando una carta que me escribí cuando estaba en equilibrio”.
Y además decidió compartir su experiencia con otros emprendedores, “especialmente con los más jóvenes para que vean que todos atravesamos problemas de salud mental. Así fue como nació ANCLA (Aceptación, Neutralidad, Cooperación, Libertad y Aprendizaje). Que busca ofrecer información, eliminar el estigma y proporcionar herramientas para gestionar el estrés. Ahora he suprimido las jornadas de 14 horas y lidero un equipo de 100 personas en Bogotá, pero sin fustigarme y sin autopresionarme de forma insana”.
Cuando se pierde el equilibrio
A menudo la crisis puede venir cuando ya crees superados los obstáculos. Eso fue lo que le pasó a Carlota Mateos, fundadora de Rusticae y de PlenEat. Era el año 2013, acababan a de salvar Rusticae después de dos años de crisis económica muy dura para su sector, el turístico.
“Me fui de vacaciones y a la vuelta, al ir a levantarme me dio un ataque de ansiedad. Me fallaban los brazos y las piernas. No sabía qué me pasaba. Cuando ya me diagnosticaron lo que era y fui al psicólogo, este me insistió en que era un problema de descompensación: había desarrollado mucho el yang, mi parte hacia afuera, hacia el logro, y había obviado el yin, mi parte de recogimiento, de mirarte hacia dentro, de cuidarte. Y me había roto.
Fue un proceso de descubrimiento y de saneamiento. Y entiendes que, si no te cuidas, si no te conoces, si no estás bien construida, vas a caer. Yo vivo sin problema con el fracaso, pero me genera mucha presión la sensación de fallarle a los otros: hacer peligrar la inversión de terceros, los puestos de trabajo.
Ahora acabo de vivir otro momento muy difícil con el cierre de PlenEat por culpa de la pandemia. Antes del confinamiento habíamos crecido mucho, llegamos a los 88 empleados, pero estaba enfocado a empresas y con el teletrabajo todo desapareció. Fue muy duro porque hubo un momento en que pensé que la habíamos salvado, pero de un día para otro la solución desapareció. Fue muy difícil, pero lo pude resolver con una calma brutal porque había hecho previamente el trabajo de autoconocimiento, de relajación, de serenidad necesarios”.
Descubrir que emprender no es un juego
“Es importante transmitir que la del emprendedor no es una vida de rosas. Hay momentos muy difíciles y yo he ido en varias ocasiones al psiquiatra. Empecé muy joven y no tenía la madurez necesaria para ver con perspectiva ciertos temas. Al principio emprender parece un juego, todo es muy guay, muy cool, pero nadie te explica que tienes responsabilidades civiles, que incluso como SL pueden ser penales”, recuerda Pepita Marín, cofundadora y CEO de WeAreKnitters.
“Yo soy el antiejemplo de cómo gestionar la presión. Siempre lo he llevado muy mal. No he sabido desconectar el trabajo de la vida personal, me lo llevo a casa y lo somatizo: se me pelan las manos, adelgazo mucho…. La parte de la caja la sufro, pero no me quita el sueño. Lo que sí me ha quitado el sueño son los problemas legales y los problemas con el equipo. Soy muy empática y me cuesta mucho todo lo que tiene que ver con despidos. Al final sólo el tiempo y la experiencia te dan perspectiva.
Con los años he empezado a hacer mía una frase de Yago Arbeloa: los problemas que se solucionan con dinero son una preocupación, pero no un problema. Debes tomar perspectiva. En un negocio nada es a vida o muerte. Todo tiene solución”.
El valor del esfuerzo y otras falacias
“Hasta que no te rompes, pasas el duelo y tomas perspectiva, no eres capaz de comprender lo que te pasa,” explica Izanami Martínez, fundadora de Doctor24, Nonabox, Notox Institute y ahora de SoulGate Media.
“Hay creencias culturales tóxicas en torno a lo que es ser un profesional. La primera es la valoración del esfuerzo: para triunfar hay que esforzarse y parece que debes desasociarlo del disfrute y del pasártelo bien. La realidad científica revela todo lo contrario: la productividad es mayor cuando disfrutamos. Tu cuerpo es la pila que tienes y tu deber es gestionarla bien”, afirma.
Y continúa: “Yo trabajaba 12 horas al día, era la super diosa y aguanté así 5 años. Dormía lo justo, comía comida basura, fumaba como un carretero y no hacía ejercicio porque sentía que eso no era ser leal con la empresa. Aceptaba proyectos o capital aunque no estuviesen alineado con mis valores. Recuerdo que en los primeros años de Nonabox estaba en guerra continua con uno de los inversores y con la country manager de Alemania. Pero no cortaba porque pensaba que la supervivencia del negocio era más importante que mi propio bienestar.
Pero con el tiempo entiendes que una cosa es la responsabilidad (que es productiva) y otra es la culpa (que es negativa y no te ayuda nada). Tu bienestar no es negociable”.
No eres el más débil de todos
Y sobre todo no estás solo. Ese es el mensaje que Antonio Espinosa de los Monteros, CEO y cofundador de Auara, quiere trasladar a todos los emprendedores. “Cuando ves las trayectorias exitosas de otros emprendedores y te sientes flaquear piensas que tú eres más débil que el resto, que tiras la toalla antes… Pero cuando rascas te das cuenta de que casi todos los emprendedores han pasado por lo mismo en algún momento, que también han ido al psiquiatra o han tenido un episodio de burnout o han entrado en depresión o ansiedad”.
En su opinión, hay una doble razón para esa realidad: “Por un lado, el emprendedor ya viene con un inconformismo de serie que, mal gestionado, deriva en insatisfacción y frustración. Por otro, está la inexperiencia inherente al mundo startup: cuando eres startupero y te va bien, de repente te encuentras dirigiendo grandes equipos y manejando grandes presupuestos y no estás formado ni tienes las herramientas psicológicas. Al final te lo llevas todo a nivel personal y acabas fundiéndote con el proyecto.
En mi caso, me acostumbré a vivir con ansiedad, con prisa, sin llegar a nada y peté. Con el COVID, la facturación cayó al 90% por algo que se escapaba completamente de mi control. Las primeras semanas de pandemia sentía que tenía que motivar mucho al equipo y me pasé seis semanas trabajando 14 horas al día. Y sí, conseguimos que la marca no se hundiera, pero yo acabé fundido.
Llegó un día en que le dije al equipo ‘necesito desconectar una semana’, que se convirtió en dos meses. Y paré. Acudí al psiquiatra. Desconecté de todo y poco a poco, a base de descanso mental y físico, fui saliendo de aquel pozo”.
Pautas para manejar la presión
1.-Frena para reflexionar. El ritmo frenético del día a día te impide detenerte a reflexionar y es necesario encontrar ese punto de equilibrio. Merche Aranda, directora del máster de Liderazgo y Coaching de EAE, recomienda hacer una parada técnica: “Pregúntate cuál es el motivo real de que estés en bucle... Esto hace que tu mente pare, rebaja la presión y corta la subida de cortisol conectándote con las endorfinas que te van a generar energía positiva”.
2.-Ocúpate del aquí y el ahora. Una de las principales razones que llevan al estrés mental es “la constante preocupación por el futuro y es crucial centrarte en el aquí
y el ahora”. Gemma Segura, profesora de OBS Business School, propone hacerse algunas preguntas del tipo de: “¿qué situación tengo ahora? ¿Qué puedo hacer en este momento? ¿Qué puedo cambiar ahora? ¿Qué depende de mí? Empieza por lo que sea fácil”.
3.-Recuerda tu propósito. “Hay que estar siempre conectados con el día 1. Debes recordar cuál es tu verdadero propósito, tu para qué. Si pierdo el para qué me dejo llevar por la urgencia y con la urgencia pierdo la perspectiva”, recuerda Aranda.
4.-Reescribe tus guiones. La manera en que te hablas es muy importante. Si entras en pánico y en negatividad es fácil caer en verbalizaciones complicadas para uno mismo y perder la claridad. Como recuerda Espinosa, “es normal sentirse desbordado y magnificar lo que te pasa, pero no eres el único que se viene abajo, así que no entres en el bucle autodestructivo”.
5.-Compártelo con otras personas. No te quedes aislado y comparte con otras personas que estén en tu misma situación. Se trata de generar comunidad, como lo que están haciendo en ANCLA. Para Pepita Marín es fundamental “tener una buena red de personas a las que preguntar. No necesariamente tiene que ser quien más sabe, sino quien te dé más perspectiva”.
6.-Aprende a delegar. Como insiste Elena Arderius, directora del CAI UFV, “gestionar implica dirigir, tomar decisiones y organizar los recursos, delegar, reasignar tareas…” Siguiendo con Espinosa, “yo tendía a estar encima de todo y eso al final mina la autoestima del equipo y te obliga a estar en más frentes, generándote más presión”.
7.-Hazte un listado de situaciones en las que hayas resuelto la presión y analiza cómo lo viviste y qué hiciste. Ballesteros acostumbra a leer una carta que se escribió en épocas de equilibrio personal. En tu caso, prueba a escribir en un papel situaciones en las que has reaccionado bien frente a una situación estresante.
8.-Menos es más. “Un error habitual es pensar que por estar muy ocupado eres más productivo. Ahora me he dado cuenta de que haciendo menos cosas, logro más. Al frenar hemos conseguido mejorar los resultados. Somos más escalables, hemos digitalizado procesos, financieramente hemos superado al 2019. Estamos en 27 países y hemos levantado una nueva ronda”, explica Artacho. Algo en lo que coincide Izanami, “ahora trabajo 5/6 horas diarias en lugar de las 12 de antes y soy muchísimo más productiva”.
9.-Organiza tu tiempo en bloques. No vayas por la vida como pollo sin cabeza. “El multitasking agota el cerebro. Hay que focalizar nuestra actividad. Organízala por bloques de actividad de unos 20 minutos y centra toda tu atención durante esos 20 minutos en eso. Planifica bloques de tarea más grandes (45 minutos/1 hora) y una vez que termine ese bloque haz un estiramiento, levántate, hidrátate antes de pasar al siguiente bloque”. recuerda Carlos González, profesor de ESIC y dueño de Empatic Warriors.
10.-Medita/relájate. No hace falta que estudies técnicas complicadas de meditación, basta con que aprendas a silenciar tu consciente, a concentrar toda tu atención en un aspecto nimio, como la respiración, y dejarte llevar. Cuídate a nivel físico y mental y no te olvides de desligar tu vida personal de tu vida profesional. Es crucial.
11.-Sé resiliente. Y si has de cerrar un proyecto, “hazlo de forma ordenada, déjate un tiempo de duelo y vuelve a intentarlo”, insiste Óscar Fuente, CEO de IEBS.
Agradecimientos a emprendedores.es
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