¡Todos para uno y uno para todos! – ¿Te suena? ¿A quién no? Frases inspiradoras como ésta nos recuerdan las maravillas que trabajar en equipo puede aportar en nuestras vidas. No nos es muy difícil entender los beneficios de una buena colaboración, y aunque generalmente tenemos un concepto positivo, en ocasiones trabajar en equipo, o mejor dicho, emprender en equipo, se puede convertir en toda una pesadilla.
En muchas fuentes nos recomiendan que emprender junto con socios es una gran oportunidad para empezar un negocio; aunque por otro lado, también los hay que te dirán que ni hablar, que es la peor decisión que puedes tomar, ¿cómo es esto posible?
Para descubrir si es mejor emprender en equipo o no, he ido preguntando por ahí y tras una pequeña investigación parece que la mayoría de las opiniones coinciden en tres puntos básicos: Diálogo, diversificación y compromiso.
1. DIÁLOGO
Desde el primer momento y hasta el final. Varias personas que se juntan pueden decir que son un equipo, pero si no hay comunicación y compenetración entre ellas poco de equipo tienen.
Llevar adelante un proyecto no es cosa de uno. Es necesario el dar y tomar entre todos los implicados, ya que incluso más importante que la idea en sí misma, es el cómo es percibida por otros y cómo reaccionar ante ella, determinar qué es lo siguiente. Y para ello es necesaria la participación y opinión de todos.
Conseguir buenas comunicaciones a medio y largo plazo exitosamente tiene mucho que ver con cómo suceden los primeros contactos. Es por eso que surgieron los pactos de socios, cuya finalidad es la de dejar claras las “reglas del juego” en el momento de establecer una sociedad y no dejar hueco a futuros malentendidos.
Un pacto de socios bien hecho presentará las claves para garantizar la buena convivencia entre los socios que lo firman, dará claros pasos a seguir ante la aparición de problemas y dejará por escrito qué hacer el día que los socios se dividan.
Emprender junto con más personas trae consigo retos múltiples. Si nos guiásemos por experiencias pasadas se nos pueden ocurrir muchas razones por las que evitar una asociación.
Tratar con personas es tratar con los egos de cada uno. ¿Quién debe mandar?, ¿quién gana más?, ¿cómo repartir los ingresos?, ¿me estoy llevando yo todo el trabajo?, etc. Los choques y conflictos son prácticamente inevitables, las apuñaladas por la espalda más comunes de lo que pensamos… Mejor prevenir que curar y tomarse el debido tiempo para elaborar un buen pacto de socios.
Sea cual sea el caso es importante siempre ser positivo, incluso ante las desgracias, y empezar todo proyecto con deseo y motivación. Si es así, lo más seguro es que las personas correctas aparezcan en el momento adecuado cuando las necesitas. Por eso mismo el diálogo es fundamental, no me cansaría de repetirlo: diálogo, diálogo, DIÁLOGO.
Como en todas las relaciones humanas, es esencial que los socios sean honestos entre ellos, compartan sus ambiciones y aclaren sus planes de futuro, sin secretos. Establecer confianza basada en las personas y no en los papeles. Por ello valora tu idea, tu compromiso y házselo saber a aquellos comprometidos en tu emprendimiento. Una vez aclaradas las cosas se pueden tomar las decisiones necesarias; una vez esclarecido los problemas, se encuentran soluciones.
No te dejes engañar y pon de tu parte todo lo necesario para fomentar la comunicación. Y es que la relación con tus socios es lo que más cuenta. De hecho, es el proceso de trabajar juntos e ir conociendo los hábitos y las diferencias de cada uno lo que dan como resultado vuestra sociedad.
2. DIVERSIFICACIÓN
¿Emprender sólo o acompañado? A priori lo lógico es pensar que ser tu propio jefe, el único en tomar decisiones, es lo más productivo ya que no tendrías que lidiar con opiniones contrarias.
Sin embargo, uno mismo suele ser limitado, y contar con diversas opiniones y puntos de vista es fuente de riqueza. Más personas es igual a más cabezas pensantes, diferentes talentos, etc.
Socios los hay de muchos tipos: los hay capitalistas (que aportan el capital) o industriales (aportan su trabajo, experiencia y contactos). Cada uno ofrece algo diferente y son igual de importantes. Cada individuo es único, pero no por ello cualquiera pueda ser realmente de ayuda. Al formar un equipo algo inteligente es pensar en cómo cubrir los defectos de cada uno y potenciar las habilidades individuales, es decir, crear buenas sinergias. Sin embargo, eso no lo es todo, te sorprenderá saber cómo el ser humano es capaz de adaptarse a cualquier situación, superando sus propios límites, aunque de eso hablaré más adelante.
Y ahora que tienes un equipo, no dejes que se descontrole: reparte las responsabilidades y deja claros el rol de cada uno. No tener que ocuparse de todo uno mismo es un gran plus, aunque es únicamente efectivo si se mantiene el ritmo de trabajo colectivo. Eso es de lo que realmente hablamos cuando decimos trabajar en equipo.
Un proverbio africano dice: “Si quieres llegar rápido, camina solo. Si quieres llegar lejos, camina en grupo.”
Y créeme cuando te digo que, trabajar en equipo parecerá lento al principio, pero una vez el grupo esté bien establecido, no tardará en despegar.
3. COMPROMISO
Probablemente es el aspecto más importante, la cualidad más valorada, más difícil de practicar, lo que debes buscar en tus compañeros y sobre todo, en uno mismo. Admitámoslo, emprender no es tarea fácil y vamos a necesitar más que buenas intenciones para salir adelante. Para ello, poder contar con alguien más con quien compartir las alegrías y las desgracias es algo que se valora. Pero es necesario permanecer unidos, comprometidos bajo un mismo objetivo, una misma visión y los mismos valores, etc.
¿Por qué es tan importante compartir unos objetivos, o mejor dicho, compartir un sueño?
Para comprenderlo me gusta mirar a las historias épicas como por ejemplo, el señor de los anillos. Un grupo muy variado de diferentes razas que poco tienen que ver los unos con los otros, pero que deciden emprender juntos un largo viaje, olvidándose de sus diferencias, de su pasado y limitaciones individuales, para destruir el anillo de poder y derrotar al enemigo común.
De la misma manera, encontrar un objetivo del que todos se sientan identificados, algo que puede uniros y a partir del cual encontrar la motivación por el que romper las barreras y superar las dificultades entre vosotros. Es por ello que en antes de basarse en la habilidad de alguien para evaluar si es la mejor persona o no con la que asociarte, averigua cuán grande es su determinación y compromiso con tu visión o valores.
Además, establecer una meta a la que aspirar es muy útil a la hora de tomar decisiones y analizar las acciones de cada uno. Siempre y cuando una decisión o una opinión ayuden a avanzar a conseguir el objetivo, puede verse como positiva, pero si al contrario no ayuda o no tiene nada que ver con las metas establecidas, puedes cuestionarla o rebatirla. ¿Qué hubiera pasado si Frodo decidiese no destruir el anillo? Desde luego que nada bueno… Y nosotros mismos también podemos hacernos la misma pregunta ¿Cuán grande es mi determinación para continuar hasta el final?
Sin duda alguna hacer negocios con otras personas no es nada sencillo, tendremos que meditar si de verdad necesitamos a alguien más o si por el contrario es suficiente con contratar empleados. Cualquier decisión que tomemos tendrá sus retos a superar, algunos más o menos difíciles, pero siempre tendremos que aprender, aunque sea en cierto nivel, a trabajar en equipo.
Sobre el autor, Rodrigo Díaz
FUENTE: EMPRENDARALIA via @Emprenderalia
VER + EN: https://www.emprenderalia.com/las-3-claves-trabajo-equipo/