1. Cuando un candidato no tiene ni idea de qué salario quiere cobrar.
Es complicado para el candidato, lo sé, pero por eso es muy importante haber preparado esta pregunta con anterioridad. Cuando un candidato pone cara de poker y no tiene ni la más mínima idea de qué salario es el adecuado para él. Esta reacción es aceptable para un perfil junior, pero para quien aspira a un puesto de responsabilidad, mal encaminado va.
2. Cuando un candidato no recuerda datos de su propio CV.
No puede ocurrir que el candidato tenga dudas acerca de cuando empezó o terminó cada una de sus etapas laborales. Es comprensible que puede haber nervios, pero no puede ocurrir nunca que parezca que no conocemos nuestro propio CV. Como digo habitualmente, hay que leer y tener muy presente nuestro currículum para que estas situaciones no ocurran.
3. Cuando un candidato no es capaz de definirse.
Es una pregunta muy típica, pero no por ello está bien preparada: si nos preguntan por 3 cosas buenas o malas de nosotros, no podemos empezar a pensar, mirada al infinito, a ver qué se nos ocurre. Este tipo de cosas ya tienen que venir pensadas de casa, para que podamos centrar nuestro esfuerzo en una buena ejecución de la entrevista, no es tener que razonar y filosofar acerca de este tipo de cuestiones tan previsible. Lo dicho, quien se queda en blanco ante esta pregunta es que no ha preparado bien la entrevista.
4. Cuando el candidato muestra desconocimiento de tareas clave.
Hay quien miente en su CV, y hay quien lo hace lo suficientemente bien como para llegar hasta la entrevista, pero de ahí ya no pasará si el entrevistador lee las señales adecuadas. En este caso la alarma suena cuando se le pregunta con detalle sobre alguna tarea o función desarrollada en el pasado. Y es cuando el candidato no sabe expresarse con claridad, comienza a decir generalidades y su expresión corporal denota que está incómodo porque no sabe qué decir. Mentir en un CV aporta estrés al candidato, y al final siempre es detectable.
5. Cuando el candidato se presenta vestido de forma poco profesional.
Que estemos en verano no quiere decir que se pueda ir en camiseta o con chanclas de playa, por muy de moda que estén, salvo que esa vaya a ser la ropa de trabajo habitual. Cuando un candidato llega a la entrevista vestido de manera poco profesional, qué duda cabe que la primera impresión ya es lo suficientemente negativa como para que el candidato tenga que hacer un gran papel si desea que el entrevistador deje en segundo plano este mal comienzo.
6. Cuando un candidato no quiere hacer una prueba de idioma.
Muy parecido a lo que hemos visto antes: un candidato que no quiere hacer una prueba de idioma del mismo idioma que afirma conocer en su CV, es porque realmente está mintiendo y no tiene el nivel que dice tener. Y da igual que sea un nivel bajo, si se hace la prueba y se determina que es bajo, no hay nada que temer. Pero en cualquier caso, cuando un candidato dice que no está dispuesto a hacer ninguna prueba de idioma, mal vamos.
7. Cuando un candidato presume, presume y vuelve a presumir.
Está muy bien que se hable con propiedad e incluso cierto orgullo de los logros que se atesoran, son importantes, sin duda, pero cuando un candidato solo sabe presumir de todos sus empleos pasados, de contactos, de cosas que sabe hacer y en definitiva se le ve muy subido, es algo que hace sonar la alarma de un entrevistador, como sonaría la de cualquier persona. Cuando no existe cierto equilibrio entre el orgullo y la humildad, la impresión que dejamos en quien apenas nos conoce de un rato, como es el caso de un entrevistador, puede ser equivocada.