El emprendimiento gana cada vez más adeptos. No te lo vamos a pintar de color de rosa, montar un negocio no es fácil, y mucho menos mantenerlo; pero ahora las circunstancias pueden ser más propicias. Si te estás planteando emprender en serio, estas son algunas de las preguntas que puedes hacerte antes de iniciar la aventura.
De un tiempo a esta parte, se está tratando de mejorar las condiciones de los autónomos. Desde los centros de estudios, especialmente desde las universidades, se promociona el espíritu emprendedor. Algunos planes de recapacitación y mejora de la empleabilidad contemplan el emprendimiento como una de las vías para salir de la situación de desempleo. Parece que ahora es más fácil montar un negocio que antes, pero sigue siendo un gran reto. Estas cuestiones te ayudarán a determinar si realmente ahora se dan las circunstancias idóneas.
¿Tienes capacidad de formarte una visión general de los proyectos?
Para montar un negocio, por sencillo que sea, hay que saber planificar, organizar, gestionar los recursos, indagar en temas de economía y burocracia… En definitiva, ser capar de fijar una visión general te permitirá llevar el control de un montón de aspectos. Esto no se aprende de la noche a la mañana y el ser novato en este tipo de experiencias se suele pagar caro. Sin embargo, una predisposición natural puede ser de mucha ayuda.
Si no la tienes, no pasa nada, pero hay que trabajarla y tener este factor en cuenta. La formación puede ser tu aliada en estos casos. La experiencia, por supuesto, será la que te proporcione mayor madurez a la hora de tomar decisiones acertadas.
¿Cuentas con recursos suficientes?
En un principio es muy posible que tu negocio tarde un tiempo en darte rentabilidad. Conviene que tengas tu sustento asegurado durante la fase inicial hasta que creas que va a empezar a dar los primeros beneficios. Pero debes estudiar bien cuándo puede que se produzca ese momento. Analiza tus circunstancias, el mercado y el contexto social que pueden influir. Elabora un plan de empresa. Selecciona bien a la gente de confianza y profesional con quien quieres llevar adelante tu proyecto.
Si no cuentas con recursos económicos suficientes, puedes acudir a una financiación. Pero, cuidado, ten en cuenta que deberás devolverla tanto si te va bien como si te va mal el negocio. No emprendas solo porque tienes acceso a un capital inicial. Lo más difícil no es arrancar, sino permanecer.
¿Posees dotes de comunicación?
Es muy posible que no pertenezcas al mundo del márketing y la comunicación (si perteneces, eso que ganas). Está claro que cuando el negocio esté consolidado e incluso muchas veces desde el propio inicio, tendrás que contar con apoyo profesional en este campo. Sin embargo, siempre vas a ser tú quien primero y más convencido vendas tu producto. Eres quien mejor lo conoce.
Si este no es tu fuerte, tendrás que prepararte para ser capaz de llevar una comunicación eficaz de tu marca. No quiere decir que la lleves tú solo, pero sí eres una pieza fundamental.
¿Tienes una fuerza de voluntad férrea y gran capacidad de trabajo?
La constancia es una de las características más fundamentales del buen emprendedor. Muchas cosas que parecen imposibles se vuelven factibles gracias a un trabajo constante.
Si eres una persona que habitualmente se dispersa y que no consigue realizar metas sencillas pero cotidianas, tendrás que trabajar mucho este aspecto. Se trata de no tirar la toalla ante la primera dificultad y perseverar. El tiempo invertido suele traducirse en beneficios para el negocio.
¿Crees en tu producto?
Esta es una de las cuestiones más determinantes, por eso la dejamos para el final. La motivación es lo que alimenta a la voluntad. Si estás convencido de tu negocio son muchas las dificultades que vas a poder salvar. Para empezar, busca la razón principal por la que quieres dedicarte a tu empresa. Esa será tu guía ante las adversidades que vayan surgiendo.
AUTORA: ESTER YERRO
FUENTE: BLOG INFOEMPLEO
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