AUTORES: PASCUAL GARCÍA Y SUSANA YE 

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Gráfico: Informe de la OIT ‘El empleo atípico en el mundo’.

La campaña de las presidenciales norteamericanas –y sus resultados– han vuelto a confirmar, entre otras cosas, que el papel lo aguanta todo y que sigue siendo cierto aquello de que la mera repetición puede acabar dando apariencia de verdad a una mentira. Por eso hay quien puede llegar a creer, escuchando las coplillas de la ministra Báñez –y las de Mariano Rajoy–, que el objetivo del Gobierno es no solo crear empleo, sino empleo estable, y que el objetivo se está alcanzando gracias a la tenacidad del Ejecutivo en políticas como la reforma laboral.

Pues bien, el informe presentado este martes por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) con el título  El empleo atípico en el mundo pone –o lo intenta– las cosas en su sitio y sitúa a España como el segundo país europeo con mayor tasa de temporalidad en el empleo (por encima del 23%), únicamente superada por Polonia. Si se abre el ángulo del objetivo y se toma como referencia el planeta nos encontramos “con índices de temporalidad similares en España, Mongolia o Perú”, estos dos últimos países con niveles próximos al 25%, tal y como recogen las conclusiones del informe.

Y lo que resulta más trágico es que, desde hace años, el panorama –recibido con alborozo cada mes por el Gobierno y sus murgas– se confirma con las cifras de temporalidad que elabora el propio ministerio de Empleo y que sitúan siempre por encima del 90% la tasa de temporalidad de los nuevos contratos. En el mes de octubre, concretamente, el 91,07% de los contratos registrados fueron temporales.

Esto es lo que hay. ¿Ha demostrado la reforma laboral que se puede crear empleo ? Por supuesto. ¿Ha demostrado que ese nuevo empleo es mayoritariamente precario, temporal y sin derechos? Efectivamente.

El nivel de  temporalidad es –junto al del trabajo temporal por medio de agencia y prestación de servicios en régimen de subcontración o el del empleo encubierto por cuenta propia– uno de los factores que se tienen en cuenta a la hora de analizar el llamado “empleo atípico”, que sigue siendo común en países pobres o en vías de desarrollo y que va ganando año tras año terreno en economías desarrolladas como las europeas. ¿Y a quién afecta fundamentalmente? Pues, como siempre, más a las mujeres y a los jóvenes, cualificados y no cualificados, y a colectivos como el de los inmigrantes.

En su informe, la OIT hace también una serie de propuestas para frenar el crecimiento indeseable del empleo precario y sin derechos. Las recetas no se parecen en nada a la aplicadas en España por el “gobierno popular” durante los últimos cuatro años, y a raíz de lo que le hemos escuchado al propio Rajoy a propósito de los próximos cuatro, tampoco parece que vayan a tener mucho éxito en esta “nueva etapa”.

Así, la OIT apuesta por eliminar los vacíos normativos garantizando la igualdad de trato para los trabajadores que tienen empleos atípicos y estableciendo un mínimo de horas garantizado y limitando la variabilidad de los horarios; aboga también por fortalecer la negociación colectiva, herida de muerte en España por la reforma laboral, o por fortalecer la protección social (en España, el índice de cobertura por desempleo se desploma cada mes: en septiembre estaba situado en el 54,2%, medio punto menos que en el mismo mes de 2015).

El gobierno, a pesar de las recomendaciones de la OIT, dice que no hay alternativa, que las otras soluciones son populismo trasnochado, recetas antiguas de rojos recalcitrantes. Lo dice y lo dirá una y otra y otra vez. Seguramente será para que pensemos que es verdad. ¿No te parece?

 

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Gráficos: Informe de la OIT ‘El trabajo atípico en el mundo’.


FUENTE: CUARTO PODER — @cuartopoder

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