El 27 de noviembre de 2015 la Cumbre Mundial de Turismo Sostenible adoptó por unanimidad en Vitoria-Gasteiz la Carta Mundial de Turismo Sostenible +20, una reedición, en realidad, del compromiso lanzado en la Conferencia Mundial de Turismo Sostenible, celebrada en Lanzarote en 1995, donde se aprobó la primera Carta del Turismo Sostenible. Fue precisamente en aquel encuentro donde surgió el concepto, así como la primera “declaración” o Carta, y con ello un importante cambio de rumbo en la industria del turismo y en la forma de concebir esta actividad teniendo en cuenta su vertiente más responsable.
En Vitoria-Gasteiz, 20 años después del encuentro de Lanzarote, de nuevo quedó demostrado que el turismo es un fenómeno “de alcance global” que afecta directamente, y casi siempre de forma decisiva, al desarrollo local, a la calidad de vida, al mantenimiento del patrimonio cultural y natural y al medio ambiente en general, de los propios destinos a lo largo de toda la geografía.
Hace dos años se destacaba de nuevo la “urgencia” de un cambio del modelo de gestión y desarrollo del turismo que permita “la transición hacia destinos más sostenibles, responsables, innovadores y justos”. Un modelo basado en la cooperación internacional para alcanzar este objetivo bajo la premisa de “compartir para competir”. O lo que es lo mismo: encontrar el equilibrio entre responsabilidad y competitividad.
Y el marco para este cambio de modelo debe ser, según este documento, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas, una “agenda”, con vistas a 2030, que plantea 17 objetivos con 169 metas que abarcan las esferas económica, social y ambiental. Y ha sido precisamente la Asamblea General de las Naciones Unidas la que estableció 2017 como el Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo, “una oportunidad única para ampliar la contribución del sector del turismo a la sostenibilidad, desde la perspectiva de la protección del medio ambiente, la conservación del patrimonio cultural y el desarrollo socioeconómico sostenido”.
“Este año 2017 puede y debe suponer el último paso a la hora de integrar, de forma equilibrada, los distintos objetivos y metas que el turismo debe alcanzar para potenciar un Desarrollo Humano Sostenible”, recalca Naciones Unidas.
Beneficios del turismo sostenible
Con cifras que superan los 1.260 millones de euros de ingresos a nivel internacional y 1.186 millones de viajeros en 2015, -según datos de la Organización Mundial del Turismo (OMT)-, el potencial de este sector para servir de palanca hacia la sostenibilidad es enorme. Y apostar por ello tiene muchas ventajas. Entre otras, el bajo impacto ambiental de este tipo de turismo, que gestiona de forma sostenible los recursos naturales, mantiene los procesos ecológicos esenciales y ayuda a conservar la diversidad biológica. Además, respeta la autenticidad sociocultural de las comunidades locales, conservando sus valores tradicionales y contribuyendo al entendimiento y la tolerancia intercultural, logrando así que las comunidades locales se integren en las actividades turísticas.
Asimismo, y según defiende el Instituto de Turismo Responsable (ITR),esta forma de gestión más sostenible genera empleo local, directo e indirecto, y estimula el desarrollo de empresas turísticas -agencias de viajes, transportes, alojamiento, alimentación, recreativas, etc.-, y también de empresas dedicadas a otras actividades relacionadas de alguna manera, como ganadería, agricultura o comunicaciones, entre otras.
Otras de las ventajas del turismo sostenible es que el beneficio económico se destina a la conservación o al desarrollo local, contribuyendo así a la reducción de la pobreza, la generación de conciencia de los problemas políticos, sociales y ambientales locales, y favoreciendo el consumo responsable.
En la misma línea, este tipo de turismo estimula la mejora de las infraestructuras de servicio al visitante, como telecomunicaciones, agua potable, o alcantarillado sanitario, valora y preserva los recursos de flora y fauna y reactiva las zonas rurales, aportando vida a espacios cuyos habitantes se benefician de viajeros más responsables y respetuosos con su cultura y su entorno.
Por último, en palabras del ITR, el turismo sostenible “apoya los derechos humanos y los derechos de los trabajadores, creando empleo de calidad, mejora la vida de la población local, económica y socioculturalmente, y potencia el consumo de productos autóctonos y naturales de las zonas en las que se realiza”.
Catalizador de cambio positivo
“Con más de mil millones de turistas internacionales viajando por el mundo todos los años, el turismo se ha convertido en una poderosa fuerza transformadora que tiene una influencia decisiva en la vida de millones de persona. Por ello, las posibilidades del turismo de incidir en el desarrollo sostenible son considerables”, recordaba el secretario general de la ONU, Banki-moon en 2015 con motivo de la declaración de 2017 como Año Internacional del Turismo Sostenible. “Por ser uno de los principales sectores de generación de empleo en el mundo, el turismo ofrece importantes oportunidades de subsistencia, con lo que contribuye a aliviar la pobreza e impulsar el desarrollo inclusivo”, añadía el responsable de Naciones Unidas.
De esta manera, este organismo internacional apostaba por la sensibilización de los responsables en la toma de decisiones y la movilización de todos los grupos de interés para hacer del turismo “un catalizador de cambio positivo”. Y precisamente, este Año Internacional 2017 “debe servir para fomentar un cambio en las políticas, las prácticas de empresa y el comportamiento de los consumidores con el objetivo de promover un sector turístico más sostenible”.
Durante este año se está haciendo hincapié en el papel del turismo en cinco ámbitos clave:
- Crecimiento económico inclusivo y sostenible.
- Inclusión social, empleo y reducción de la pobreza.
- Uso eficiente de los recursos, protección ambiental y cambio climático.
- Valores culturales, diversidad y patrimonio.
- Comprensión mutua, paz y seguridad.
La apuesta por el turismo sostenible
El Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC, en sus siglas en inglés), estima que para 2027 se llegará a los 2.000 millones de turistas, y aunque hace apenas una década la sostenibilidad no era un problema real para el sector, actualmente el cambio climático y los factores sociales han aumentado las presiones sobre la industria, caracterizada por un modelo de negocio con un uso muy intensivo de los recursos naturales y la energía.
Y es que, un destino que no gestiona bien sus recursos -naturales, culturales, arquitectónicos…- tiende a deteriorarse más deprisa. Pero la gestión de la sostenibilidad en el turismo es un proceso que requiere de la implicación de todas las partes, incluida por supuesto, la población local, -en muchas ocasiones la gran olvidada-, y evidentemente el turista.
Algunos destinos, como Bután, en el Himalaya, han comenzado a cerrar sus puertas para salvaguardar la sostenibilidad. Su Gobierno busca que el turismo en el país sea “de alto valor y bajo impacto” y para ello no permite el turismos libre, sino que exige que los visitantes lleven contratado su alojamiento, transporte, comidas y un guía local con una de las empresas turísticas autorizadas, aparte de un “impuesto al desarrollo” de 65 dólares al día. El gasto mínimo por persona que visita el país se sitúa entre los 200 y los 250 dólares al día, y los turistas que viajen solos o en pareja deben pagar una sobretasa.
Actualmente la organización WWF y el Gobierno de Bután mantienen en el país el proyecto Bhutan for Life, que ha convertido un 72% de la nación en área protegida, de la que un 26% corresponde a Parques Naturales.
Nueva Zelanda, Noruega, Islandia o Costa Rica también han descubierto hace tiempo que el ecoturismo es una manera muy efectiva de atraer turistas sin esquilmar el paisaje ni su biodiversidad. Y es que, ya en 2013 Naciones Unidas reconoció el turismo sostenible como “un recurso clave” para luchar contra la pobreza y proteger el medio ambiente, animando a los países a impulsar esta industria.
En el caso de Costa Rica, el país centroamericano cuenta con su Certificado para la Sostenibilidad Turística (CST), que establece categorías para las diferentes empresas y servicios de este sector según su gestión de los recursos naturales, culturales y humanos y que ha situado a este pequeño país del mundo -en 2016 recibió a más de tres millones de turistas- como pionero en materia de turismo responsable. El próximo mes de octubre Costa Rica acogerá la VI Conferencia Internacional sobre Turismo Sostenible de la OMT.
Nueva Zelanda, Noruega, Islandia o Costa Rica también han descubierto hace tiempo que el ecoturismo es una manera muy efectiva de atraer turistas sin esquilmar el paisaje ni su biodiversidad.
Por su parte, la Fundación InterMundial y el ITR, -que ha creado y desarrollado el Sistema de Turismo Responsable (STR) reconocido bajo la marca Biosphere Responsible Tourism-, han presentado hoy el Manifiesto del Viajero Responsable,un documento-guía de pautas básicas para viajar de forma responsable.
“Viajar empieza y termina en la voluntad personal de hacerlo, por lo que es fundamental que la responsabilidad tenga su inicio en el propio viajero”, defienden los creadores de esta guía, que recuerdan que “la rentabilidad o no de un modelo turístico sostenible sólo se puede medir si el viajero realmente tiene consciencia de lo que implican las elecciones que hace, y para ello es fundamental que conozca las opciones que tiene”.
En este sentido, el Manifiesto, que ha sido elaborado teniendo en cuenta los criterios de reconocidos blogueros de viajes españoles, es “un documento que cualquier viajero puede utilizar a modo de examen personal,tanto antes de emprender un nuevo viaje como después del mismo, para detectar en qué puede mejorar”.
“Este Manifiesto incluye diez normas que aplican a la industria turística los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible marcados por la ONU en septiembre de 2015 con el objetivo fomentar comportamientos responsables con la cultura y la economía locales de los destinos”. Durante la presentación del documento, la directora del Programa de Miembros Afiliados de la OMT, Yolanda Perdomo ha invitado a los todos los viajeros a convertirse en “agentes del cambio” en las dinámicas turísticas, algo que, según ha defendido, “puede conseguirse si todos esos viajeros estuvieran concienciados”.
Entre las recomendaciones de este decálogo para viajar de forma responsable se encuentra:
- Ser consciente de los riesgos que supone viajar y tomar precauciones
- Fomentar el desarrollo local del destino consumiendo productos y servicios locales
- Contribuir a la conservación, protección y regeneración del ecosistema del destino
- Respetar la diversidad y no participar en actividades discriminatorias
- Favorecer la sostenibilidad del patrimonio y de las infraestructuras del destino
- Fomentar condiciones laborales justas que respeten los derechos de los trabajadores de las empresas turísticas
- Elegir experiencias o productos que promuevan el I+D+i del destino
En la misma línea, el Manifiesto también impulsa el Sello al viajero responsable, dirigido a los blogueros de viajes que cumplan con los diez principios y sean un ejemplo para otros turistas.
En la página web Manifiestoviajeroresponsable.es es posible firmar el manifiesto de forma simbólica para comprometerse a ser un viajero responsable.
AUTORA: Laura Martín @LauramArribas
FUENTE: COMPROMISO EMPRESARIAL