Con Xavier Orteu, director de Insercoop, continúa la serie de entrevistas con motivo del congreso de orientación para la inclusión de noviembre
Xavier Orteu (Barcelona, 1966) es director de Insercoop, miembro del Grupo de Investigación en Educación Social (GRES) y profesor colaborador de la Universitat Oberta de Catalunya y la Universitat Ramon Llull. Participará en el Congreso Barcelona InclusivaCongreso Internacional de orientación para la inclusión, en la mesa redonda sobre orientación para la vida, la sociedad y la comunidad.  
¿Qué entiende por orientación? 

La orientación profesional  o laboral, que es prima hermana de la inserción laboral, ha aumentado de una manera exponencial. Esto se entiende bien cuando vemos cómo ha cambiado el mercado de trabajo. Siempre pongo el ejemplo de nuestros abuelos. Si vemos cuáles son las posibilidades que ellos tenían a nivel profesional, vemos que su campo de actuación era relativamente estrecho: podían ser campesinos, agricultores… Si pienso en mis padres, este abanico de posibilidades se abre un poco más: algunos pudieron acceder a los estudios. Si eso lo pasamos a otras generaciones, todavía se multiplica más. Antes, orientarse para el mercado de trabajo era como un laberinto; era difícil, pero uno podía encontrar su recorrido y podía ser replicable por otros. Ahora es más como un desierto; la persona hace su propio camino al caminar y se borra al recorrerlo.

Por tanto, la capacidad de definir, identificar intereses profesionales y la posibilidad real de desarrollarlos ha crecido muchísimo. Esto hace que se haya puesto de relieve la necesidad de entender cuáles son los circuitos, las pasarelas, las opciones, los recorridos, las experiencias que permiten acceder a las profesiones, etc. Porque no siempre es fácil identificar los conocimientos formales o adquiridos por la experiencia que son válidos para que una persona pueda acceder a ciertas ocupaciones. Justamente la orientación analiza, trabaja, desarrolla y busca recursos para hacer que estas opciones sean opciones reales para las personas.

¿Cuál es la relación entre orientación e inclusión?

Para poder elegir y manejarse por este universo de opciones, hacen falta recursos simbólicos, esto es, hay que entender, como cuando se aprende a conducir, cuál es el contexto en que conducirá, cuáles son las reglas, qué se puede hacer y qué no… Uno, para conducirse en este mundo, que es el mercado de trabajo, necesita tener conocimientos. Algunos son puramente informativos, otros son más subjetivos o madurativos…  Cómo una persona identifica intereses que conecten con el mercado de trabajo, eso no es una pura información. A veces la información no resuelve las dudas de carácter más personal. Cada uno ha de mirarse en su propio espejo, identificar intereses, calibrar esfuerzos, conocer recorridos, mecanismos, condiciones de acceso y de paso, y después sostener el esfuerzo de esta apuesta de futuro individualizada.

Antes, estudiando ciertas cosas, se conseguían determinados objetivos. Una persona que estudiaba derecho, por ejemplo, sabía que podría acabar trabajando en ello. Había un horizonte, un reconocimiento social, un estatus económico, un proyecto vital, etc. Eso era creíble y funcionaba como motor individual y como criterio de integración social. Cuando esto desaparece, cuando ya no quedan garantizados estos circuitos, las personas reaccionan de modo diferente. Las que poseen grandes capacidades y son capaces de abstraer su formación y su experiencia personal  salen reforzadas, porque pueden capitalizar muy bien sus conocimientos y pueden situarlos allí donde les pueden sacar mayor rendimiento. En cambio, las personas que no tienen tanta capacidad, porque no tienen esos conocimientos o no saben cómo capitalizarlos, el mercado líquido y global les afecta negativamente y se sienten más desorientadas y perdidas. Y van quedando cada vez más fuera del circuito. Aquí es donde entra en juego la relación entre orientación e inclusión.

¿La crisis ha afectado, por tanto, a la orientación profesional y laboral?

Con la crisis, personas que llevan toda la vida trabajando, vienen a los servicios de orientación e inserción con una pregunta más fundamental: no sé de qué puedo trabajar. No dicen «no encuentro trabajo de…», sino «no sé en qué puedo trabajar». Es un problema que socialmente yo pienso que no se ha dimensionado. Cómo puede ser que una persona de 45 o 50 años, que lleva toda la vida trabajando, que tiene una familia, que tiene una vida, de repente no sabe ni de qué puede trabajar. Ve ofertas y no sabe de qué le están hablando estas ofertas, en términos de competencias, requisitos, condiciones… Es una expresión más extrema de estas relaciones entre las dificultades de inclusión y la orientación.

¿Qué significa orientar para la vida, la sociedad y la comunidad, el tema de la mesa redonda en la que participará?

Es importante distinguir empleo y trabajo. El empleo tiene que ver con la faceta más mercantil, los ingresos, y el trabajo es mucho más que el empleo. En el modelo tradicional que ahora se está rompiendo, existía un acuerdo entre el empleo y un cierto sentimiento de utilidad social, de estatus y reconocimiento de clase, etc. Las personas podían construir un lugar social a través del empleo. En servicios sociales, siempre se ha tenido como elemento fundamental para la integración y la inclusión que la persona tuviera un empleo. No sólo porque permitía unos ingresos económicos, sino también porque otorgaba un punto de reconocimiento y un sentido de utilidad social importante.

Por ejemplo, es un gran problema la situación de los mayores de 45 años, no sólo porque no tengan una autonomía económica, que se podría calcular en términos económicos, sino social. Estas personas entran en procesos de depresión, desvaloración personal, crisis familiar, con el entorno… Y la relación entre el proyecto de vida, la vida en comunidad y la participación social es íntima.

El trabajo no ha sido únicamente una fuente de ingresos, sino la columna vertebral de la estructuración social. En el momento en que el Estado no puede garantizar un puesto de trabajo para todo el mundo, tenemos un problema social de primer orden. Tenemos una sociedad estructurada a partir de estos valores, pero la misma dinámica del mercado trabajo impide que todo el mundo pueda participar. Es una máquina de generar restos sociales continuamente, de generar exclusión.

¿Cómo se puede promover la inclusión desde el campo de la orientación?

En orientación buscamos que las personas encuentren un trabajo que les permita ser más libres y más felices. Muchas veces, las personas acuden a nosotros buscando un trabajo parecido al que ya tenían y que les garantice unos ingresos y una estabilidad económica. Lo que buscamos es que las personas también se abran a otros registros que les permitan asumir otros roles y entrar en otras dinámicas. Entender el trabajo desde un nivel más amplio de participación, no sólo en términos laborales, sino comunitarios, sociales y políticos, permite que la persona ensaye otros roles y otro tipo de conexión con su actividad. Actualmente existen muchas iniciativas en lo que se denomina economía social y solidaria que exploran estas formas híbridas u otras relaciones con el hecho de trabajar. En algunos casos sí hay una cuestión económica, pero en otras se busca un intercambio comunitario y la participación social.

También me preocupa mucho la confusión entre competencias técnicas y transversales, porque es un terreno abonado para generar mayores exclusiones en el mercado de trabajo. Las transversales no suplen las técnicas, y se está dando la imagen de que si no tienes las técnicas, pero sí las transversales, puedes circular por el mercado de trabajo, pero lo haces por la franja baja. Es decir, la formación es importante, así como la conectividad de nuestras diferentes formaciones y experiencias. Desde orientación hemos de facilitar información, pero también hemos de aclarar que esa formación será sólo una más, y que esta se ha de sumar a los conocimientos y experiencias que ya posee la persona.

¿Qué se hace desde Insercoop?

Nosotros trabajamos con perfiles que tienen dificultades para encontrar empleo. Esto se ha democratizado mucho, pues antes venían colectivos con problemáticas concretas, pero ahora el problema reside en el propio mercado de trabajo, que genera incertidumbres e intermitencias. Esto ha supuesto que hayamos de trabajar con dificultades instaladas en la propia persona que antes no existían. No es que no encuentren trabajo, es que no tienen claro que puedan hacer algo que pueda cambiar su situación, porque ya lo han intentado todo.
El trabajo, por tanto, es doble. Conseguir que la persona recupere la confianza en que su futuro también depende de ella y, después, poderla orientar o vincular a recorridos de carácter formativo o experiencial de los que pueda apropiarse, llenarse de energía. Esto es muy complejo y obliga a particularizar mucho. Además, nosotros no podemos garantizar que, siguiendo un determinado itinerario, conseguirá sus objetivos. Ojalá pudiera.

Por tanto, en primer lugar intentamos que la persona se sienta acogida, escuchada, valorada: jóvenes que han caído del sistema formativo, mujeres que se mueven en circuitos precarizados, adultos con trayectoria laboral pero con dificultades para incorporarse de nuevo, jóvenes cualificados que no encuentran encaje en el mercado laboral, etc. Analizamos con ellos qué ha podido ocurrir, para que sean conscientes de los obstáculos y las resistencias, hagan una construcción de sentido, diseñen un nuevo proyecto profesional y crean que el esfuerzo vale la pena.

Se tantean las posibilidades, se hacen pequeñas proyecciones para que la persona pueda imaginarse de alguna manera en el futuro. Buscamos algún fundamento donde se pueda sostener: intereses, inquietudes, sueños incumplidos, formaciones realizadas…  Y estamos atentos a las oportunidades que pueden surgir. No hay un estándar, depende mucho de cada persona.  En todo caso, no es algo lineal ni totalmente racional, sino que se va construyendo poco a poco. Es un proceso de maduración sobre la marcha.

En nuestro caso, también vinculamos los proyectos profesionales con procesos de inserción laboral, pues lo que buscan es un puesto de trabajo. Ahora bien,  si sólo los ayudamos a encontrar empleo, pero no los orientamos, cuando acaba el trabajo vuelven a la situación anterior o peor. Porque pasa el tiempo y no tienen más recursos para desenvolverse en el mercado de trabajo actual. En Insercoop combinamos elementos de orientación e inserción. La orientación es lo que permite proyectar a la persona hacia el futuro.

¿Tiene conocimiento de buenas prácticas o casos de éxito en otros lugares?

Hay muchas experiencias interesantes, pero creo que conviene explicar que estamos en un ciclo de políticas activas de ocupación, que bebe mucho del modelo agotado que he comentado: tienes tal formación, trabajas de ello. Eso ya no pasa. Por tanto, hay que repensar estas políticas clásicas y reconsiderar el rol del parado, el tipo de talleres y acciones, etc. Creo que Catalunya es rica en iniciativas privadas, con mucha complicidad con el sector público, que son muy interesantes. Desde el emprendimiento, desde el mundo de las prácticas, desde los recorridos personales, se están haciendo muchas cosas, aunque con resultados desiguales. La época ya lo dice, estamos en un cambio de ciclo.

 


FUENTE: EDUCAWEB  @EDUCAWEB

ENTREVISTA A Xavier Orteu @XavierOrteu