El rápido crecimiento de muchas ‘start up’ permite a sus empleados más jóvenes acceder a altos cargos muy pronto, una evolución profesional que tardarían años en conseguir en una gran empresa.

Están diseñadas para crecer rápido y satisfacer las necesidades del mercado inmediatamente. Su agilidad y capacidad de innovación son las bazas con las que juegan las start up para no dejarse pisar por las grandes compañías y tener una gran proyección. La consecuencia: un ritmo de trabajo acelerado que responde a las ganas de comerse el mundo de muchos jóvenes profesionales, ya que tienen la oportunidad de acceder a altos cargos muy pronto, algo que tardarían años en conseguir en una gran empresa.

Las nuevas firmas de base tecnológica se han constituido en un trampolín para los perfiles más júnior. En las fases iniciales, las start up no pueden competir con las multinacionales en aspectos como el salario, pero muchas consiguen atraer nuevo talento ofreciendo un desarrollo de carrera prometedor.

Según aseguran desde Ebury, start up que gestiona operaciones fintech en toda Europa, una cultura corporativa más agresiva basada en el establecimiento de objetivos y en la medición de resultados, una cadena de mando más corta y una mayor agilidad en la toma de decisiones son factores clave que fomentan el rápido crecimiento de los empleados.

Cualidades

«Los jóvenes experimentan un crecimiento exponencial. La adquisición de responsabilidades en la empresa es paralela al crecimiento de la compañía», asegura Maite Moreno, profesora de recursos humanos de EAE. Al mismo tiempo señala que este progreso sólo lo alcanza un tipo de perfil: innovador, proactivo, con capacidad de adaptación y habilidades comunicativas .

Los perfiles júnior deben aprender a gestionar equipos para avanzar dentro de la empresa

Fernando Pérez, socio y director de Mesa de Tesorería de Ebury en España, también destaca esas cualidades, pero por encima de todo menciona el compromiso. Pérez se incorporó a la firma como desarrollador de negocio en 2012, cuando tenía 22 años. Desde entonces ha pasado por varios puestos de responsabilidad, por ejemplo, ha ejercido como responsable de ventas o gestor de cuentas. Ahora tiene 26 años y dirige un equipo de siete personas que trabaja para un total de 2.500 clientes. «Cada vez que la empresa me ha planteado un reto lo he aceptado. Pero no hay que esperar a que te ofrezcan un nuevo proyecto, tú también debes ser activo, tener compromiso con la firma y plantear nuevas formas de hacer las cosas e iniciativas diferentes. De esta manera, aumentan tus responsabilidades y adquieres una gran experiencia, aunque también debes saber lidiar con la presión», asegura Pérez.

Riesgos

Igual que una compañía tras un periodo de gloria puede llegar a morir de éxito, a un profesional le puede suceder lo mismo. Los jóvenes deben gestionar su crecimiento para que su proyección no se vea truncada. «Al principio puede parecer muy divertido trabajar en una start up, pero con el tiempo los empleados tienen que hacer frente a las dificultades que ello implica», señala Miguel Palacios, profesor de emprendimiento y comportamiento organizacional de ESCP. También advierte que el trabajo en los momentos iniciales de una start up «consiste más bien en apagar fuegos e ir resolviendo problemas de forma improvisada». Por eso, para el experto resulta mucho más atractivo trabajar en una empresa de reciente creación cuando ya está estructurada y comienza a plantear proyectos a largo plazo. «Ahí sí existen más oportunidades de que alguien avance en su desarrollo profesional».

Alejandro Sánchez, de 30 años, creó Wolfnoir y es CPO del grupo Saldum Ventures.

Alejandro Sánchez, CEO y fundador de Wolfnoir -start up que nació en 2014- conoce muy bien la dedicación que exige formar parte de una firma desde sus momentos iniciales. «Venía de trabajar en dos multinacionales muy estructuradas y el cambio a una compañía donde estaba todo por hacer fue radical. Aunque actualmente seguimos en proceso de estructuración y seguramente así seguiremos por mucho tiempo debido al crecimiento que estamos experimentando, la experiencia es muy satisfactoria. Se agradece contar con un backgorund que se pueda aplicar durante el desarrollo de la empresa», señala Sánchez, quien también es director de producto (CPO) del grupo Saldum Ventures (formado por otras start up como Hawkers y Miss Hamptons).

Dificultades

Paris L’Etraz, director del Venture Lab de IE, comenta que las start up son una buena escuela siempre y cuando estén conformadas por el equipo adecuado y, en este sentido, entra en juego la ardua labor de gestionar un grupo de trabajo. «Cuando los jóvenes comienzan a escalar en sus posiciones no sólo deben atraer talento, también tienen que saber gestionarlo», opina L’Etraz. Precisamente, el experto de Ebury aprecia que ése es uno de los retos a los que se enfrenta hoy: «Debo mejorar mi faceta como gestor de equipos, ya que creo que es esencial para desarrollar con éxito mis funciones actuales».

Para mejorar estas competencias, L’Etraz recomienda que los más júnior busquen un mentor, a ser posible dentro de la start up. Para la experta de EAE, este consejero se puede encontrar entre los perfiles más sénior: «No todo se solventa con rapidez, sino también con eficiencia y para ello se precisa de reflexión y planificación, dos actividades a las que los sénior están muy acostumbrados».

Imprescindible: compromiso absoluto con la compañía

Quizá puede parecer que ascender dentro de una start up es sencillo. Pero el hecho de que sus procesos sean más ágiles y la toma de decisiones se realice de forma más rápida no significa que todos los empleados vayan a avanzar al mismo ritmo. Para conseguir una buena evolución las empresas de reciente creación exigen a sus empleados una dedicación extra. «Quienes trabajan en una ‘start up’ saben que su compromiso es necesario para que el crecimiento de la empresa sea viable. Son unos apasionados de su labor y buscan organizaciones que estén haciendo algo que les interese. Así, el empleado que está, está de verdad, y el que no, no dura ni dos días», asegura Maite Moreno, profesora de recursos humanos de EAE. Hay que alinearse con los objetivos y emocionarse con los logros. Al mismo tiempo, es indispensable saber trabajar con la incertidumbre y ser capaz de transformarla en algo positivo, es decir, en una oportunidad para innovar. «Ésa es la clase de gente que triunfa en una start up», concluye Paris L’Etraz, director del Venture Lab de IE.


FUENTE: EXPANSION.COM

http://www.expansion.com/emprendedores-empleo/desarrollo-carrera/2016/0578fb18c468aeba9608b463d.html7/20/