Hoy por hoy ya no es suficiente con tener una actitud positiva.

En nuestro camino hacia la consecución de un empleo, encontraremos tantos obstáculos que sortear, nos quedaremos estancados y caminando en círculos en tantas ocasiones, que sin una serie de actitudes, llegaremos demasiado extenuados y deteriorados a nuestra meta.

Cuando estamos desempleados, trabajar diariamente en la mejora de la actitud con la que nos enfrentamos a nuestro día a día, ha de ser tan de obligado cumplimiento, como revisar las ofertas de trabajo, dar una vuelta más a nuestro CV o todas aquellas acciones que ponemos en marcha en nuestro proceso de búsqueda de empleo.

Debemos hacerlo, sencillamente, por dos razones:

  1. Llegaremos antes.
  2. Llegaremos en mejores condiciones.

Planteado así parece fácil. Hay personas (muy pocas) en las que estas actitudes parecen aflorar de forma natural y espontánea, pero el resto de los mortales debemos promover su aparición. Creo que la clave vuelve a estar en la autoreflexión. Nuestro ejercicio diario como buscadores de empleo, debe consistir también en analizar cuáles son nuestras pautas de comportamiento y cuando notamos que aparecen aquellas que no nos favorecen, darles un giro y tratar de poner en marcha actitudes como las que a continuación describo.

A lo largo de numerosas entrevistas con personas en situación de desempleo, he observado que poner en marcha las siguientes actitudes, nos favorecerá y mucho, en la consecución de nuestros objetivos. Estas personas, desempeñan en su día a día las siguientes actitudes:

  1. Mantienen una visión optimista de la vida pese a la adversidad de las circunstancias. Saben que estar desempleado es un estado temporal y reversible y tienen claro que en el momento más inesperado dejarán de estarlo.
  2. Atribuyen sus logros a factores internos tales como el esfuerzo, el sacrificio, las horas de trabajo empleadas, minimizando la importancia de los factores externos como la suerte, el azar, el don de la oportunidad, la crisis mundial, etc.
  3. Establecen relaciones sociales saludables. Saben desplegar sus habilidades sociales para relacionarse con naturalidad, sencillez y simpatía. Tratan de ampliar su red de contactos para poder aumentar sus posibilidades de encontrar empleo, asisten a eventos de networking con la intención de compartir, ayudar, informarse, etc. No buscan el interés ni ponen en compromisos a sus familiares y amigos forzando situaciones, excediéndose en los favores solicitados o usando el chantaje emocional.
  4. Saben comunicarse con efectividad. Hablan de su situación con naturalidad, su red de contactos es consciente de su disponibilidad para trabajar (debemos centrarnos en ese punto y no en el hecho de estar desempleados) y también saben con exactitud en qué buscan trabajo exactamente (no vale con decirles aquello de “busco trabajo de lo mío”).
  5. Están en constante actividad. Aprovechan el tiempo creando, pensando, buscando oportunidades, analizando los recursos de empleo y formación que su entorno les ofrece, haciendo que surjan nuevos proyectos.
  6. Son organizados, disciplinados, persistentes y tenaces. Se marcan un horario que dedican a la búsqueda de empleo y lo cumplen. Saben que es aburrido, a veces sienten que es inútil, que de nada servirá, pero aún así son capaces de mantener un buen ritmo de trabajo y no decaen.
  7. Tiene una visión de futuro amplia y con apertura. No se ciñen ni se limitan a lo que ya han hecho. Están dispuestos a reinventarse, o al menos se conceden la oportunidad de plantearse seriamente alternativas muy dispares. Contemplan y valoran, por tanto, las opciones del autoempleo y el emprendimiento.
  8. Buscan la excelencia. Han sido capaces de detectar cuáles son sus puntos de mejora y aprovechan el tiempo en desempleo para ampliar su formación y conocimientos en esas áreas.
  9. Están conectados y están ocupados en la mejora diaria de su visibilidad en redes sociales. Son conscientes de que las redes sociales nos dan miles de oportunidades de conectar, de hacernos visibles, de estar permanentemente informados y actualizados. Saben que las empresas usan las redes sociales para incorporar personas.
  10. Hacen deporte y tratan de mantenerse en buena forma física porque saben que guarda relación directa con su estado de ánimo y con su autoconcepto.
  11. Sus pensamientos son positivos y su lenguaje corporal les acompaña. Son conscientes del valor de la primera impresión y del impacto tan positivo que causamos cuando nos presentamos ante a alguien con una postura corporal erguida y relajada, un tono de voz alegre, una mirada afable y segura a los ojos y, por supuesto, una gran sonrisa dibujada en nuestra cara.
  12. Ayudan, comparten y son generosos con aquellos que están en su misma situación y nos los consideran rivales ni contrincantes.
  13. Y, por último, como no son superhéroes, cuando las fuerzas decaen, cuando llevan mucha carga sobre sus hombros, cuando el camino empieza a ponerse muy cuesta arriba, piden ayuda, porque cualquier camino, se vuelve más agradable si llevamos buena compañía.

Seamos honestos, tener integradas todas estas actitudes en nuestro repertorio habitual de conductas de manera sostenida en el tiempo es prácticamente imposible. Es altamente recomendable que analicemos y detectemos cuáles ya estamos poniendo en práctica de manera habitual para seguir haciéndolo y cuáles creemos que podríamos llegar a desarrollar si trabajamos en ellas. El mero hecho de intentarlo ya será, en sí mismo, un gran éxito.

FUENTE: www.lanuevarutadelempleo.com