Tómate tu tiempo, pero todo lo que te contamos a continuación deberías marcártelo a fuego.

Una idea por sí sola no vale nada. Lo importante es la gestión y su ejecución por parte de un equipo cohesionado y con un nivel de aceptación al riesgo similar.

Un líder claro.

Analiza tus capacidades (experiencia, formación y habilidades) y busca perfiles que complementen tus limitaciones y las del proyecto.

Expon tu idea a la crítica.

Antes de empezar cualquier proceso de validación, hazla pública. Te servirá para conocer las primeras reacciones y también para cambiarla y/o enriquecerla.

Rodéate de expertos.

Aprovecha los recursos públicos y privados –que son muchos– para que guíen y apoyen en el desarrollo de tu proyecto de negocio.

Propuesta de valor.

Será un oportunidad de negocio cuando lo que ofrecemos (propuesta de valor) responde a una necesidad real de mercado (demanda no cubierta) y hay un colectivo dispuestos a pagar por ella (clientes).

Valida con ventas.

Es la única forma segura de confirmar que tu propuesta de valor es aceptada por el mercado.

Focaliza.

No puedes disparar a todo el mercado. Busca quién será tu cliente (aquel que estará interesado en tu solución y que pagará por ella) y céntrate en saber cómo se comporta y qué necesita, para dárselo.

Solución vs. problema.

Recuerda que al cliente no le interesa tu solución, le interesa su problema. Por eso, cómo resolverás su necesidad será el objetivo de tu solución.

El cliente, en el centro.

Lo más importante no es tu producto, sino el cliente. Recuerda que sin clientes no hay negocio.

Usuario vs. cliente.

No son lo mismo. Cualquier negocio necesita usuarios, pero los únicos que te pagarán serán tus clientes.

Escucha activa.

Sal al mercado y pregunta a tus potenciales clientes qué problemas tienen, cómo los están solucionando actualmente y descubre cómo se comportan.

Aprovecha el feedback.

Sé lo más objetivo posible en el análisis de la información que has recabado del mercado y de tus potenciales clientes. No la interpretes como mejor convenga a tus propios intereses.

Un PMV.

Ofrece un producto o servicio mínimo viable, sencillo y ligero de funcionalidades y de características para que el potencial cliente lo valore.
Pivota. Utiliza las propuestas de tus potenciales clientes para mejorar tu idea.

Modelo de ingresos.

Cómo vas a generar ingresos con tu modelo de negocio debe ser una preocupación inicial, porque dependiendo de quién sean tus clientes, cómo se relaciones con ellos y con el mercado, tu proyecto tendrá unas necesidades concretas de recursos.

Persevera.

Pero también debes hacer autocrítica y saber si el mercado te está diciendo que tu idea no acaba de funcionar.



FUENTE: EMPRENDEDORES.ES

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