Puede que ya hayas oído hablar de Mindfulness, puede que no.

 

Puede que te suene a película de acción/post-apocalíptica o que realmente conozcas su relación con el mundo oriental.

Quizá te imagines algo muy espiritual, al típico señor en batuso blanco y barba blanca meditando en el claro de un bosque, o a un hippie vestido de duende vendiendo pulseritas en el rastro de Madrid diciendo que son artesanías conscientes.

En cualquier caso, primero, te voy a aclarar qué es eso del Mindfulness para más tarde, darte las claves específicas para que puedas utilizarlo a favor de tu emprendimiento.

¿Qué es el mindfulness exactamente?

El mindfulness es una práctica de origen budista, concretamente, viene de la meditación vipassana, y se puede traducir como “atención plena” o “consciencia plena”.

Es un estilo de meditación que va muy bien a nuestra sociedad occidental, repleta de ruido, distracciones, responsabilidades y prisa, ya que ni requiere de un estilo de vida espiritual, ni tampoco conlleva ningún significado trascendental consigo.

Mindfulness es atender las cosas tal y como son. O como nos enseñan a transmitirlo en las formaciones oficiales: prestar atención al momento presente, de forma intencionada y sin juzgar.

¿Y de qué narices me va a mí a servir esto en mi emprendimiento? Podrías estar preguntándote ahora…

Pues verás, te voy a proponer algunas prácticas que van más allá de las formales, sin esterilla ni posición de loto, y que te van a ayudar en tu día a día como emprendedor.

Beneficios que te va a reportar incorporar el mindfulness a tu vida:

  1. Mejorarás tu concentración.
  2. Tendrás una mayor fluidez de ideas y creatividad.
  3. Gestionarás efectivamente tus emociones.
  4. Disminuirás tu impaciencia.
  5. Mejorarás tu productividad.

5 Ejercicios de mindfulness para emprendedores

1. El despertar mindfulness

Mi primera propuesta es para que la practiques según te despiertes. Si eres de los que se pone la alarma 20 minutos antes de salir de casa, te recomiendo que pongas el despertador 10 minutos antes para poder hacerla tranquilamente.

El ejercicio consta de 3 partes. En la primera parte, te sentarás en una silla o en el borde de la cama con la espalda erguida y atenderás tu respiración por unos minutos.

Quiero que te esfuerces por atender cada inhalación y cada exhalación. Simplemente, observa las sensaciones en la nariz, en la garganta o en tu pecho.

Quizá notes diferentes temperaturas entre el aire que entra y el que sale, el roce de la ropa en alguna parte de tu cuerpo o puedas darte cuenta de que poco a poco aumenta la duración de tu inhalación y tu exhalación.

Tan sólo presta atención, y si de repente, te encuentras con la mente divagando entre las cosas que tienes que hacer, o emitiendo un juicio de si lo estarás haciendo bien o mal, vuelve a poner tu foco de atención a la respiración.

Si ves que te resulta estresante o te percatas de que te despistas demasiado, no te enfades, una solución puede ser contar las respiraciones que hagas.

Una inhalación y su correspondiendo exhalación sería una respiración completa, ¿vale? ¡Cuenta hasta 10 respiraciones completas entonces!

Una vez hayas terminado esta práctica, te sentirás más oxigenado y posiblemente, con buena actitud. Es momento de darte unos minutos para estirar tu cuerpo.

De la misma forma que antes, ve parte por parte movilizando tu cuerpo y poniendo tu atención en aquella zona que estiras.

Mueve lentamente tu cabeza haciendo el gesto de “si” y “no” parando suavemente en el centro por unos segundos.

Inhala profundamente mientras abres tus brazos como si fueran alas y exhala lentamente mientras te das un abrazo. ¡Hazlo varias veces!

Dale vida también a tus piernas poniéndote de puntillas despacio y después pisando con los talones únicamente…

Cualquier estiramiento que tu cuerpo te pida, hazlo conscientemente y buscando acompañar esos movimientos lentos con tu respiración.

2. La actividad Mindfulness

Después del despertar, lo más normal es que nos demos una ducha, desayunemos, nos aseemos en general y en ocasiones, vayamos a algún lugar, ¿no es cierto?

Pues bien, elige una actividad rutinaria, la que tú prefieras, para hacerla con atención plena durante la semana.

Puede que decidas desayunar, en cuyo caso, deberás hacerlo con calma y sin demasiada prisa para poder prestar atención a tus sentidos.

Elijas la actividad que elijas, hazla sin distracciones: nada de mirar el móvil, escuchar música o hablar con alguien mientras la llevas a cabo.

Mientras preparas el desayuno, observa con curiosidad los pequeños detalles, como por ejemplo: cómo cae el café a la taza, el color de la fruta que has elegido, cómo caen los cereales al bol…

Utiliza todos tus sentidos durante el desayuno: el sentido del tacto para reconocer diferentes texturas, peso o temperatura de las cosas, el sentido del gusto para diferenciar los sabores de lo que estás comiendo, el del olfato para reconocer aquello que tienes entre manos o incluso, escucha atentamente cómo suena tu desayuno.

Esto, puedes hacerlo en la ducha, cepillándote los dientes, o también en el transporte público.

Déjate sorprender por las cosas más cotidianas prestándoles toda tu atención y verás cómo se transforman en actividades repletas de información y no tan aburridas como imaginabas.

3. Crea tu bullet journal

Dedica 10 minutos al día para atenderte. Atender cómo te sientes, qué te preocupa, qué deseas que suceda o qué pensamiento te viene acompañando durante todo el día.

Utiliza un cuaderno para llevar un pequeño diario en el que a través de un pequeño cuadro, puedas incluir columnas con tus pensamientos, tus emociones, tus deseos, tus preocupaciones…

Aprender a escucharte de forma activa, dejándote formar parte de tu día a día más consciente, no sólo te ayudará a conocerte mejor, sino también a poner el foco en tu realidad del momento presente.

Vuelva en este cuaderno cada día todo tipo de inquietudes que creas necesarias y de esta forma, será como no permitir arrastrarlas al día siguiente, sino darte la oportunidad para entender y ver, que momento a momento, todo cambia, incluso tú mismo.

4. Atención a la contemplación

Todos tenemos esos “tiempos muertos” en algún momento del día, lo normal, es rellenar ese vacío con entretenimientos efímeros (series, salir a tomar algo, mirar el móvil, programas de televisión, películas, lectura…).

No te digo que siempre, pero que al menos, busques un par o tres de días a la semana para estar 5 o 10 minutos sólo contemplando.

¿El qué? ¡Da igual! Puede ser el cielo, una vela, a tu mascota, la calle a través de la ventana… Lo que prefieras.

Busca traer tu mente a aquello que estés observando para hacerlo con detenimiento, sin esperar absolutamente y esperándolo todo. Sin perderte en una mirada vacía.

Escudriña al máximo aquellos detalles que puedas percibir sin entrar en juicios de si te gusta o no, te aburre o no, está bien o mal. Tan sólo contempla.

5. Escucha activa

Siempre que puedas y tengas la ocasión de relacionarte con alguien, hazlo conscientemente.

Procura silenciar tu mente cuando alguien te hable y escúchalo plenamente, atendiendo cada palabra, observando su lenguaje corporal y los gestos sutiles de su cara.

Por lo general, acostumbramos a escuchar mientras pensamos qué responder, qué cosas tenemos que hacer después de esa conversación o simplemente, emitiendo juicios sobre la persona que nos habla, o el tema del que nos está hablando.

De esta forma, nuestra interactuación se vuelve autómata, como nuestra vida entera en general, que la vivimos sin apenas darnos cuenta de que estamos viviéndola, ensimismados en nuestros pensamientos.

Un buen truco para poder comenzar a escuchar activamente en nuestras conversaciones es pedir más información o detalles sobre lo que nos hablan.

Mostrar interés hacia nuestro interlocutor nos pode en modo alerta de una forma u otra, y eliminamos toda posibilidad de duda hacia el mensaje que nos quiere transmitir.

Como ves, a veces nos perdemos gran parte de los detalles y puede que en cuanto empieces a tomar en cuenta esto, salgas de la vida en piloto automático.

Recuerda, cuanto más practiques mindfulness, más atento estarás, mejor dirigirás tus pensamientos hacia donde tú quieras y mejor gestionarás las situaciones de estrés.

Puedes practicar con meditaciones guiadas si ves que estos ejercicios te cuestan para comenzar a entrenar tu cerebro para ello, pero lo ideal es que intentes por ti mismo traer tu atención al presente en tu día a día.

Sobre todo, sé constante en tu intención y sé amable contigo mismo cuando lo intentes.

Si ahora no lo consigues, prueba después, pero no amargues el ahora por no poder ser consciente de él.

 


 

FUENTE: vía @Emprenderalia

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