Estos cuatro empresarios decidieron empezar su propio negocio cuando otros sólo piensan en la jubilación. Todos muestran un fuerte compromiso social y ante ellos se abren grandes expectativas de éxito. Algunos ya han obtenido algún premio.

Dicen que emprender pasados los 60 no es fácil. Apenas si existen ayudas. Sin embargo, la edad no es un freno para el éxito, al contrario, puede ser el secreto. Hay que recordar que «más sabe el diablo por viejo que por diablo». A pesar de que las canas despuntan por sus cabezas, hay personas que deciden lanzarse al mundo empresarial y crear su propia empresa cuando otros están soñando con la jubilación. Aquí hay cuatro ejemplos de emprendedores que han iniciado un negocio con más de medio siglo de vida.

  • Paco Estrella, 63 años, creador de Nuss

Este catalán, originario del pueblo Roda del Ter, de 63 años, casado y con 3 hijas, decidió poner en marcha el proyecto Nuss. Paco Estrella quiso poner en práctica sus conocimientos en el campo de la iluminación, donde ha trabajado 30 años, para fabricar lámparas de hogar con materiales locales y artesanales. Su idea es “huir de ese diseño masivo industrial” y dotar a la artesanía de soluciones técnicas. Colabora con un ceramista de la localidad de Miravet y la madera la trabaja otro artesano en la localidad de Sant Hilari. Según el, todos sus materiales provienen de la provincia de Barcelona o, “como mucho, de bosques sostenibles del sur de Francia”.

Invirtió unos 25.000 euros de capital para echar a andar que obtuvo de amigos y familiares. A día de hoy, piensa seguir financiándolo mediante inversores ya que le “da pereza el crowfunding”. Todo ello, sin contar con los 3.000 euros de capital aportados por los premios Aquarius. Ha elegido canales de venta especializados, a minoristas y estudios de interiorismo. Estrella, además de estar muy concienciado con la “pequeña artesanía local” a la que ve “muy importante”, piensa que su empresa debe “aportar algo a la sociedad” por lo que utiliza a personas en riesgo de exclusión social como trabajadores, a través de la fundación El Maresme. Junto con su socio, Víctor Olmedo, ya han desarrollado dos modelos de lámparas y tienen otros “cuatro o cinco proyectos en cartera”. Su público objetivo son personas “casadas, de mediana edad, con hijos, inquietudes culturales, sensibles a temas medioambientales y sociales”. Planean salir al mercado en octubre o septiembre de este año.

  • Jose Manuel de Ben, 69 años, creador de 3D Impact

“¡Estoy jubilado, pero no me voy a quedar viendo la tele!». Ésto es lo que responde José Manual de Be, cuando se le pregunta cómo nació su idea. Es sevillano, tiene 69 años y es trabajador autónomo desde la década de los 90. Decidió, con ayuda de su mujer, crear la empresa 3D Impact, una cooperativa de trabajo dedicada a la impresión 3D. Para ello necesitaron un capital inicial de unos 3.000 euros que salió de sus círculos más próximos. Actualmente, en esta empresa, está llevando a cabo el proyecto Red de Puntos Limpios para la Impresión 3D.

En este proyecto recuperan los residuos que genera este tipo de impresión para valorizarlos y volver a lanzarlos al mercado mediante contratos de suministros y ventas online. Con ello pretende crear una “economía circular de residuo cero, verde, y social y colaborativa”, ya que emplea como trabajadores a personas con riesgo de exclusión social ,en colaboración con la entidad ATUREM. Esta idea le hizo ganar programa imparables de Aquarius, quienes le han dotado de visibilidad mediática, contactos y formación especializada para mayores de 50 años. También, su equipo ha crecido, pues se han unido dos personas más, a las tres que eran inicialmente. De momento esto sigue siendo un proyecto, pues no tienen todavía ninguna previsión de mercado ni ningún tipo de inversor.

  • Fernando Irujo, 76 años, creador de una bielas extensibles

Fernando Irujo es el creador de unas bielas extensibles para las bicicletas, que pueden incrementar la potencia del pedaleo entre un 25 y un 30%. Con 76 años y originario de Larraga, un pueblo de Pamplona, la idea vino a su mente hace unos tres años, cuando su cuñada Maru, quien padece poliomielitis, no podía subir cuestas en bicicleta. Con esta idea, Irujo pretende fomentar la actividad física en personas con movilidad reducida, que le ha llevado a ganar distintos premios como el concurso de Movilidad del Gobierno de Navarra; el concurso de la aceleradora vasca Berri Up, dotada con 50.000 euros que rechazó; la edición pasado de los premios Aquarius; y, por último, ha logrado el sello de excelencia en el programa europeo Horizon 2020. Ha logrando así, despreocuparse de la financiación del proyecto, pues «lo financia Europa. El dinero lo tenemos concedido, aunque aún no lo hemos visto”.

Admite que ha tenido que sufrir para sacar su proyecto adelante, pues le costó muchísimo que la gente entendiera su proyecto. No fue hasta que no vino a Madrid, que conoció a los que ahora son sus dos socios principales, quienes le convencieron de presentarse a concursos y patentar el proyecto. Actualmente, se encuentran en la fase de desarrollo industrial. El precio de venta al mercado no lo sabe todavía, pero espera que su invención se venda a nivel global. Mientras tanto, nos cuenta orgulloso que su bicicleta “la ha probado Indurain” y que, cuando pedaleaba por la calle, la gente se volvía asombrada por lo rápido que iba y les respondía “¿pero es que no ves que te iba empujando detrás?”

  • Iganio Razquín, 62 años, creador Inaka

Ignacio Razquin es un antiguo periodista , que está hoy en día tratando de luchar por la repoblación de los pueblos. Para ello el, junto con otros tres autónomos creó el año pasado Inaka, una empresa social dedicada a dar visibilidad a los pueblos sorianos, aunque planean extenderlo a todo el territorio nacional. En ella, cuyo nombre es una palabra japonesa que significa vuelta al mundo rural, intentan dar visibilidad y empoderar a los vecinos de comarcas rurales. Para lograr así, atraer talento joven y emprendedor, “cansada de vivir en las grandes ciudades” a las zonas más despobladas.

Actualmente está ayudando a dos Ayuntamientos sorianos, a pesar de que ha parado su actividad debido a la inestabilidad política. Razquin no gana dinero con esto, ya que, al ser una empresa social su principal idea no es ganar dinero. “Cobramos a los ayuntamientos, pero nada, muy poco. Todos los materiales que hacen falta son los nuestros. Y los trabajadores somos nosotros. Además, las empresas sociales tampoco tienen una legislación propia» explicó.

Toda la financiación que la empresa necesita sale de su bolsillo. A su vez, Razquin también colabora activamente con El hueco, una empresa participada al 100% por la ONG Cives Mundi y edita, en su propia editorial la revista de Presura, la feria por la repoblación de Soria.


FUENTE: vía @diarioAyE

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