¿Consideras que estás completamente a salvo? Piénsalo dos veces.

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Imagina la siguiente escena: dan las seis de la tarde y decides que es hora de ir a casa. Te levantas de tu lugar, te despides de tu equipo (que sigue rompiéndose la espalda para sacar los pendientes) y sales de la oficina. Pero te percatas de que olvidaste tu celular, así que regresas por él –y, “sin querer”, descubres que quienes se quedaron hablan de ti–. Y no de la mejor manera.

La triste y alarmante realidad es que la mayoría de los trabajadores se siente inconforme con el desempeño de sus jefes. ¿A qué se debe esto? ¿Es normal que los empleados odien a sus líderes o es éste un síntoma de que algo no anda bien?

De acuerdo con una encuesta realizada por Interact, 9 de cada 10 empleados considera que existe una falta grave de comunicación entre ellos y sus jefes. Esta misma encuesta reveló que, entre los principales defectos de los líderes según los empleados, se encuentran el micromanaging –la tendencia a querer controlarlo todo–, la falta de involucramiento con los procesos, el narcisismo y la indecisión. Un panorama alentador, ¿no es así?

Éstas son las principales quejas de los empleados sobre sus jefes. ¿Consideras que estás completamente a salvo de ellas? Piénsalo dos veces.

“No se involucra en los procesos”

Con demasiada frecuencia, quienes están a cargo de un área o departamento desconocen los procedimientos que se deben llevar a cabo para alcanzar los resultados. A estos jefes les resulta fácil exigir cantidades increíbles de trabajo sin saber a ciencia cierta cuáles son las implicaciones de ello. Por si fuera poco, no mueven un dedo mientras todo lo demás se resuelve mágicamente. ¿Qué puede ser más frustrante que eso?

“No reconoce mi esfuerzo”

A decir verdad, sí hay algo más frustrante que un jefe que no se involucra: un jefe que no reconoce el esfuerzo de sus subordinados. No darse cuenta de las contribuciones de cada empleado (o no hacérselo saber) es la forma más segura de desmotivarlo. Los reconocimientos pueden ir desde una mención pública en una junta hasta un sincero “gracias” en un post-it.

“Siempre quiere tener la razón”

Sí, nos referimos a esos jefes que creen siempre tener la respuesta correcta para todo (o, peor aún, que se adjudican las ideas de otros). Si un líder no es capaz de pedir opinión a los demás y de aceptar críticas y sugerencias, lo más probable es que sus empleados se abstengan de proponer y de ser proactivos. Lo único que lograrán los líderes será perder credibilidad.

 

“No comparte información relevante”

Con frecuencia, los gerentes de área tratan las decisiones importantes de la empresa como si fueran un secreto. Esta información, que es relevante para los empleados, es compartida hasta el último minuto. ¿La razón? Los líderes suelen subestimar la capacidad de entendimiento de sus subordinados y evitan hablar de estos temas en lugar de tratarlos de manera abierta y honesta. Si así lo hicieran, se ganarían el respeto y la confianza de las personas.

“No me dice qué hago bien o qué hago mal”

Se guardan las cosas, y por alguna extraña razón, evitan compartirlas con sus subordinados hasta que llega el día en que explotan y, bueno, los despiden. Los trabajadores de una empresa –y, sobre todo, los más jóvenes– necesitan una retroalimentación continua para saber si van por buen camino o si hay aspectos de su desempeño que se pueden mejorar.

“No reconoce sus errores”

¿Quieres ser un líder con credibilidad? Por favor, reconoce cuando tengas fallas. Todos somos humanos y tenemos errores: mostrarlo no te volverá más débil, vulnerable ni carente de poder, sino todo lo contrario. Quienes dominan su campo son respetados, pero los empleados confiarán no sólo en los líderes que sean inteligentes, sino también en los que puedan reconocer sus errores frente a los demás.

“No se sabe mi nombre”

¿Te cruzas con tus empleados en las escaleras y sólo puedes esbozar un “hola”? ¿Quieres dirigirte a alguno y no tienes idea de cuál es su nombre? Quizá te parece algo sin importancia, pero créenos: reconocerlos y saber su nombre hace toda la diferencia del mundo. Si tienes mala memoria, aprende mediante técnicas de asociación.

“Sólo se interesa por los resultados”

“Esto tiene que hacerse sí o sí” o “No me importa qué tengas que hacer, resuélvelo” son oraciones que hacen mucho más daño del que crees. Enfocarse demasiado en los logros sin preocuparse por la experiencia de los empleados puede resultar bastante perjudicial. Para que un empleo resulte beneficioso tanto para la empresa como para los trabajadores, es preciso que se tomen en cuenta los resultados, pero también los medios para llegar a ellos.

Basado en un artículo de Harvard Business Review.

 


AUTORA: Paulina Santibáñez Santibáñez  

FUENTE: ENTREPRENEUR  via @SoyEntrepreneur 

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