La única carrera con el 100% de empleo: sus alumnos son emprendedores y apenas tienen exámenes.
Los estudiantes del grado Liderazgo Emprendedor e Innovación de la Universidad de Mondragón crean su empresa desde el primer día. Apenas tienen exámenes. Les evalúan, entre otras cosas, por la facturación que consiguen. Necesitan 15.000 euros para aprobar. Después, la palabra paro no existe para ellos.
Los estudiantes no son alumnos sino emprendedores. En lugar de profesores, cuentan con entrenadores. Apenas tienen exámenes. Ni aulas. Crecen en espacios de coworking, rodeados de freelances o agencias de comunicación. Los alumnos del grado Leinn (liderazgo, emprendimiento e innovación) de la Universidad de Mondragón (País Vasco) crean su empresa desde el minuto cero de su vida universitaria y para aprobar, entre otras cosas, tienen que facturar un mínimo de 15.000 euros en el último curso.
La metodología procede de Finlandia, concretamente del programa diseñado por el profesor Johanes Partanen, quien tras darse cuenta de que no estaba sacando a la luz lo mejor de sus alumnos, optó por potenciar tres pilares básicos: que los estudiantes aprendan haciendo, emprendiendo en equipo y con viajes de aprendizaje por todo el mundo. Su idea lleva aplicándose a la educación pública universitaria finlandesa desde hace 20 años.
Esta especie de revolución educativa llegó a nuestro país hace siete años después de que la universidad guipuzcoana recogiera la petición de un grupo de empresarios vascos de diseñar una carrera para formar, simplemente, perfiles distintos. Tras siete años de andadura en distintos puntos de la geografía vasca como Irún, Oñate o Bilbao, tres en Madrid y uno en Barcelona, buena prueba de su éxito es que el 100% de los graduados en las dos promociones que ya han terminado, 86 jóvenes, está trabajando.
Espacio TeamLabs en Madrid
“Historias especiales”
“Las empresas buscan historias especiales, ya no buscan gente con una carrera”, explica a Vozpópuli Ibai Martínez, socio de TeamLabs, la empresa que gestiona el grado en Madrid y Barcelona y que fue su proyecto final en el grado. Asimismo, añade: “Este mundo necesita personas con altas dosis de iniciativa y liderazgo porque también las empresas necesitan hacer cosas que nunca antes habían hecho”.
“Desde el primer momento la vida real te da en la boca y eso cuesta”, explica un alumno de primer curso
Una de esas historias especiales es la de Jorge Sánchez de las Moras, un joven madrileño de 19 años y alumno de primero. Reconoce que este tipo de estudios al principio resultan “un poco duros”. “Desde el primer momento la vida real te da en la boca y eso cuesta”, expresa. Sin embargo, tras unos meses de trabajo en equipo y después de ver “que las cosas empiezan a salir”, el bajón desaparece. Reconoce que desde fuera es difícil comprender este tipo de carrera y que incluso “la primera vez que se lo comenté a mi padre, me dijo: ‘¿Qué pasa, que no quieres estudiar?’. Creen que por no tener clases no hacemos nada“.
Entre los proyectos que lleva en marcha, junto con su grupo de compañeros, destaca un dispositivo para bicicletas que, vía bluetooth, guía al corredor con vibraciones a derecha o a izquierda. “Te asegura que tienes la atención puesta en la carretera”, manifiesta Sánchez. De momento, están buscando financiación. Una inversión que suelen encontrar en sus viajes a Finlandia, San Francisco, China e India, y que forman parte del programa académico. Durante estas expediciones, cuya duración es de entre uno y dos meses, los alumnos despliegan su saber hacer para ir dando forma a sus proyectos. “El viaje a Finlandia fue bastante provechoso. Al principio te llegas a preguntar ‘¿qué pinto yo aquí?’ pero después empiezas a hablar con la gente y a conseguir clientes… Fue muy interesante”, remata Sánchez de las Moras.
“Exige mucho de ti mismo”
El grupo de Andrea Froiz, alumna de tercero, ya ha conseguido facturar unos 76.000 euros desde finales de segundo hasta comienzos del curso actual. “Empezamos con cero euros pero con el tiempo aprendes a construir proyectos de otro nivel”, asegura esta bilbaína de 21 años. Como su compañero, reconoce que este tipo de estudios “exigen mucho de ti mismo y un liderazgo personal bastante alto que con esta edad no todo el mundo puede llevar a cabo”.
Para el próximo curso hay unos 1.500 interesados para 72 plazas
En su caso, han dado vida a Walkinn, un holding de proyectos que aportan servicios de social media, organización de eventos y diseño web. “Es una evolución, vas rodando hasta conseguir proyectos importantes. Y es que en lo que trabajamos ahora no sólo será nuestro proyecto de fin de carrera, sino también y si todo va bien, de futuro. A todos nos gusta y queremos seguir trabajando de esto fuera”, detalla Froiz, quien afirma que siempre ha sido “muy aventurera”. “No quería trabajar para nadie, desde los 12 años tenía claro que quería ser empresaria de éxito y en eso estamos, desarrollando los proyectos de los que queremos vivir“, zanja al respecto.
Espacio en el que trabaja Walkinn
20 libros al año
Al margen del objetivo de facturación, “que no es más importante que otros”, los alumnos-emprendedores también tienen que leer un total de 20 libros de markéting, economía o liderazgo cada curso y después elaborar un ensayo con lo aprendido y lo que van a aplicar a sus proyectos. Otros indicadores que se tienen en cuenta es el número de veces que hacen ofertas a potenciales clientes y su relación con éstos o la mejora del posicionamiento online. “No hay un profesor que lo evalúe, sino que todos evalúan a todos, es una valoración constructiva”, argumenta Martínez añadiendo que “normalmente son mucho más duros entre ellos de lo que sería un profesor”.
Llegados a este punto, más de uno podría preguntarse dónde está la trampa. Más que trampa, el posible freno son los 9.500 euros al año que cuesta ser estudiante de Leinn. A pesar de ello y para evitar que gente que cumple con el perfil se quede sin estudiar por motivos económicos, la universidad dispone de un sistema de becas y TeamLabs ofrece préstamos para pagar en ocho años la formación en vez de en cuatro. “Incluso pueden destinar parte de la financiación que consiguen con sus proyectos a pagar el grado”, explica Martínez. Tal es su notoriedad, que de cara al próximo curso cuentan con 1.500 interesados para un total de 72 plazas. Sin embargo, advierten: “No buscamos el mogollonismo educativo, para nosotros cada alumno requiere un seguimiento individualizado”… que acabe forjando una nueva historia seductora.