A lo largo de estos días ha habido múltiples referencias al papel de la mujer rural con motivo de su Día Mundial celebrado el pasado 15 de octubre. Coincidencia o no, el Consejo de Ministros ha aprobado hace unos días un real decreto para regular las bases de la concesión de subvenciones destinadas a actividades que impulsen el papel de la mujer en el mundo rural. Pero las mujeres, la mayoría de ellas trabajadoras por cuenta propia, piden algo más concreto, acciones sobre el terreno que faciliten su actividad en los municipios pequeños.

La mujer en el campo, “con un sacrificio ejemplar, ha sustentado la vida en los pueblos y ahora, contra toda dificultad, emprende para que el mundo rural tenga oportunidades”. Son palabras del rey Felipe VI en Moal (Asturias) el pasado día 20 con ocasión de la elección de este pequeño municipio como “Pueblo Ejemplar” de 2018. La referencia del monarca -en este pueblo asturiano existe una asociación de mujeres muy activa- sonaron muy gratas al auditorio femenino, entre otras cosas porque pone en el mapa su trabajo en escenarios alejados de la actualidad diaria.

Sin embargo, las mujeres desean que haya más apoyo que el meramente verbal. La presidenta de la Federación de la Mujer Rural (Femur), Juana Borrego, declara que “hay que pasar de las palabras a los hechos, tendría que haber más apoyos”. Borrego, que no se refiere al discurso de Felipe VI pues todavía no se había producido al realizar estas declaraciones, alude al Real Decreto aprobado por el Gobierno y a las referencias continuas “al importante papel de la mujer emprendedora en el ámbito rural”. El citado Real Decreto establece las bases reguladoras de las subvenciones a entidades representativas de la mujer rural de ámbito nacional “para la realización de actividades de especial interés para impulsar el papel de las mujeres en el desarrollo rural”. Jornadas que promuevan el emprendimiento femenino y que difundan su importancia son las actividades subvencionadas, pero para la presidenta de Femur, estas ayudas y otras aprobadas en los últimos ejercicios para lo mismo no bastan. “La divulgación ya está hecha, lo que necesitamos son apoyos de verdad”, afirma.

Facilidades para montar negocios en el mundo rural es un elemento esencial para evitar la despoblación, sostiene Borrego. No hay que olvidar que, en muchas ocasiones, son las mujeres las que se ocupan de llevar el día a día de los bares o comercios de los pueblos. Si la mujer abandona estos negocios, el éxodo sería todavía mayor porque su marcha tiene un «efecto arrastre» en toda la familia.

Además, desde Femur piden, por indispensables, la mejora de las condiciones del transporte y las carreteras que acerquen los núcleos más pequeños a las capitales y entre sí, más servicios sanitarios y desarrollo de leyes como la de Titularidad Compartida, de octubre de 2011, por la que se facilita a las cónyuges que trabajan en explotaciones agrarias y ganaderas el acceso a la propiedad de sus maridos para dejar de ser simples “ayudantes familiares” son las peticiones que realizan las mujeres que trabajan en el medio rural. Y en relación a la ley de 2011, en Femur creen que habría que ampliar las bonificaciones para las mujeres que se registren como titulares y tratar aspectos como el de la jubilación y el trabajo de los jóvenes. «El éxodo de los jóvenes es lo que está despoblando y matando al campo y hay que darles más oportunidades», añade Juana Borrego.

Números cantan

A pesar de que la tasa de emprendimiento femenino de negocios en el mundo rural es más alta que la del masculino (54% frente al 30%), la realidad de la mujer en el campo es muy mejorable. En lo que se refiere a las actividades agrícolas y ganaderas, motor todavía de muchos pequeños municipios españoles, la presencia de la mujer es del 23% frente al 76% de los hombres, según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), y frente al 30% de la media de la Unión Europea.

La mujer supone prácticamente la mitad de la población en ese entorno, el 49,5%. En la actualidad, el número de mujeres que trabajan en el sector primario es de apenas 200.000 y la mayoría lo hacen como trabajadoras por cuenta propia. Y las mejoras son lentas. El ejemplo es el número de mujeres registradas como titulares de explotaciones agrícolas o ganaderas al amparo de la mencionada Ley de Titularidad Compartida 35/2011, de 4 de octubre, que fue de 105 el 2017, según los últimos datos anuales. La progresión ha sido rápida si se parte de una registrada en 2011 y 22 al año siguiente, pero la cantidad sigue siendo insuficiente. Por ello, Juana Borrego hace un llamamiento dirigido especialmente a los gobiernos autonómicos: “Deben implicarse más, dar más facilidades para la tramitación del papeleo”.


FUENTE: MARTA YOLDI (autora) vía @diarioAyE

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