El trabajo remoto es una realidad que ya nadie cuestiona. La pandemia de Covid19 ha dado el empujón definitivo a una tendencia que comenzaba a florecer entre las empresas. Esta nueva forma de relación laboral, que ya de por sí traía innumerables ventajas (y también unos cuantos desafíos) tanto para trabajadores como para compañías, se ha destapado como una magnífica alternativa en unos tiempos en los que el distanciamiento social y las restricciones de movilidad se han convertido en la norma.
Esta nueva situación y estas nuevas formas de trabajar y relacionarnos, sin duda tendrán una influencia muy significativa en las maneras de comerciar, en la demanda y oferta de bienes y servicios, y también en los modelos de negocio.
En algunos países como China, que ya han sido testigos de los efectos que se producen una vez la pandemia ha desplegado sus consecuencias más importantes y donde las cosas han vuelto a una relativa normalidad, ya empiezan a mostrarse algunas de estas nuevas propensiones. El estilo de vida allí se ha visto alterado de formas que no se podían haber previsto. Ahora, por ejemplo, lo normal es evitar los lugares congestionados y los espacios públicos. Y las reuniones o eventos multitudinarios que antes eran tan populares, ya no lo serán tanto.
Es muy probable que multitud de negocios presenciales como es el caso de cines, restaurantes o aerolíneas tengan que dejar espacios libres y, como consecuencia de ello, limitar sus aforos. Otro sector muy azotado por la crisis será el del turismo (en especial el alquiler vacacional y la hostelería), que tendrá que readaptar su modelo de negocio si quieren mantenerse a flote durante los tiempos que se avecinan. Aunque sea previsible que el turismo nacional aumente una vez avancemos en el proceso de desescalada debido a las ganas contenidas de moverse de mucha gente, los establecimientos hoteleros y alojamientos turísticos deberán tomar medidas para obtener la confianza de los visitantes, lo que en muchos casos implicará un cambio en el modelo productivo e incluso en los servicios ofrecidos.
Por otro lado, también estamos viendo nuevas oportunidades. Las plataformas de entretenimiento y comercio online, los servicios digitales, los servicios de mensajería, los take away, y los servicios a domicilio están experimentando un repunte en términos de demanda que posiblemente se dilatará en el tiempo.
Este repunte del comercio online conlleva un aumento de demanda en servicios de tecnologías de la información, ventas de ordenadores, servicios bajo demanda, soluciones de seguridad para empresas, tales como servicios de VPN o servicios en la nube han vivido o prevén un auge de su demanda.
Pero esto es solamente lo obvio. Si profundizamos un poco más nos daremos cuenta de que el mar de fondo que dejará esta situación tendrá consecuencias mucho más hondas y a mucho más largo plazo. Parece claro que el modelo de trabajo será más flexible a partir de ahora, pero, además, no es descabellado pensar que esta crisis tendrá consecuencias a nivel sistemático o filosófico.
Es muy posible que pasemos a un modelo más consciente o socio-consciente en el que uno de los principales impulsores y valores del negocio sean la contribución a la sociedad y la responsabilidad corporativa, tanto en los aspectos humanitarios o sociales, como en los temas medioambientales. No valdrá con una simple estrategia de reducción de costes, sin un aporte a la comunidad y al entorno, las empresas tendrán mucho menos futuro.
La evolución a modelos extractivos a otros circulares en los que prime la reutilización de residuos, un cambio a un consumo más responsable y una transición a un sistema más inclusivo y cooperativo en el que la toma de decisiones se haga de manera más colectiva, democrática y horizontal, son pasos necesarios que estarán muy presentes en la economía del futuro y sus correspondientes nichos. Con ello no solo se garantizará una mayor sostenibilidad, un uso más eficiente de los recursos y una mayor igualdad y justicia social, si no que se reducirán los riesgos sanitarios y medioambientales, y se generará un empleo de calidad y un valor económico basado en la coherencia, la eficiencia y el respeto.
Y es que éstas no son solo hipótesis, el sentido que está tomando ya a día de hoy la demanda conduce en este camino. No podemos olvidar que la buena utilización de los recursos y los entornos son una pieza clave para la viabilidad económica. La situación provocada por la contaminación de regiones como el Mar Menor, o el aumento de la temperatura y la sobreexplotación del Mediterráneo son solo dos ejemplos de las consecuencias que pueden tener los desajustes ecológicos en sectores como la pesca o el turismo.
A estos avances habrá que añadir la prevalencia de la inversión en recursos y aplicaciones tecnológicas y la creciente adopción de la cultura digital por parte de casi todas las corporaciones. Además, la innovación de producto, la inteligencia artificial y los modelos de análisis para reconocer nuevas contingencias y necesidades, junto con el diseño web y de aplicaciones, los empleos asociados a la gestión de plataformas y procesos en línea, y el marketing digital, serán algunos de los sectores con mayores posibilidades de éxito en los tiempos venideros.
FUENTE: EMPRENDARALIA
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