Según el informe Active ageing: A policy framework de la World Health Organization (WHO), en todo el mundo, la proporción de personas de 60 años o más está creciendo más rápidamente que cualquier otro grupo de edad.
Entre 1970 y 2025, se espera un crecimiento de las personas mayores de unos 694 millones (un 223%), y en 2025, habrá un total de alrededor de 1.200 millones de personas mayores de 60 años.
En 2002, casi 400 millones de personas de 60 años o más vivían en el tercer mundo, en 2025 esta cifra habrá aumentado a aproximadamente 840 y para 2050 se calcula que serán 2.000 millones.
Por su parte, el crecimiento socioeconómico de los países en desarrollo a menudo no ha seguido el ritmo del rápido envejecimiento de su población. Por ejemplo, mientras que en Francia se tardó 115 años en duplicar la proporción de personas mayores, pasando del 7 al 14%, en China solo se tardará 27 años en lograr el mismo aumento.
En la mayoría del mundo desarrollado, el envejecimiento de la población ha sido un proceso gradual que sigue a un progreso socioeconómico de constante crecimiento a lo largo de varias décadas y generaciones. En los países en desarrollo, el proceso está siendo comprimido en dos o tres décadas.
Así pues, mientras que los países desarrollados se enriquecieron antes de envejecer, los países en desarrollo están envejeciendo antes de que se produzca un aumento sustancial de la riqueza con todo lo que ello conlleva.
¿Cuál es la situación demográfica en España?
España es uno de los países más envejecidos del planeta. En 2002 ocupaba el 6º puesto entre los países de más de 10 millones de habitantes con la mayor proporción de personas mayores de 60 años, con un 22%, mientras que se estima que en 2025 ya será el 5º en esa clasificación y el porcentaje habrá crecido hasta el 31%.
Las causas del envejecimiento de la población española son diversas, tal y como señala el Libro Blanco del Envejecimiento Activo publicado por el Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso) y tienen como causa central los importantes cambios demográficos que han ocurrido en España en los últimos decenios.
Desde finales de la década de los setenta, se ha producido un gran descenso de la fecundidad que ha tenido como resultado un aumento porcentual de las personas mayores. El incremento de la esperanza de vida también ha causado un aumento de supervivientes de cada cohorte a lo largo de todas las edades del curso de vida más allá de los 65 años.
Lo que inicialmente provoca un rejuvenecimiento de la estructura poblacional, aumenta la proporción de personas mayores y también provoca un sobreenvejecimiento sobre las cohortes de mayor edad.
Aunque los fuertes movimientos migratorios de personas en edades laborales que se han producido en los últimos años han permitido ralentizar el proceso de envejecimiento, la tendencia de retorno de los inmigrantes, prevista en proyecciones del Instituto Nacional de Estadística, puede empezar a acelerar el proceso en la tercera década de este siglo.
Otro factor más a tener en cuenta es el cambio de los patrones de enfermedad y muerte. Las continuadas mejoras en la industria farmacéutica, la rehabilitación y los cuidados sanitarios también han contribuido a la tendencia de crecimiento de población de personas mayores.
La tasa de crecimiento medio anual de mayores de 65 años ha sido superior al 3% en los últimos decenios y aún se mantendrá por encima del 2% hasta mediados de este siglo, resultado de la tendencia que se puede observar en el gráfico siguiente.
Evolución de la población mayor, 1900-2049. Fuente: Libro Blanco del Envejecimiento Activo. Imserso.
Todo esto provoca grandes cambios en la pirámide de población de España, que evoluciona dramáticamente si se tiene en cuenta la realidad de 2010 y las proyecciones para 2020 y 2049 como se aprecia en la figura siguiente. Todos estos cambios hacen que la pirámide acabe ensanchándose por la parte superior.
Población española, 2010, 2020, 2049. Pirámides superpuestas. Fuente: Libro Blanco del Envejecimiento Activo. Imserso.
Soledad y aislamiento
Envejecer hasta una edad elevada supone diversos problemas de salud que dificultan la situación de las personas mayores.
Entre las enfermedades y problemas típicos de las personas de más de edad se encuentran afecciones que suelen volverse crónicas como las enfermedades cardiovasculares, hipertensión, diabetes, cáncer, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, condiciones musculoesqueléticas, la ceguera y la discapacidad visual, y condiciones de salud mental (principalmente demencia y depresión).
A esas mencionadas condiciones de salud mental contribuyen, sin ninguna duda, la soledad y el aislamiento que un buen porcentaje de personas mayores sienten a diario, unas situaciones casi siempre percibidas como negativas por la mayoría de la población, como se puede observar en la siguiente tabla, procedente de un estudio de la Universidad de Granada, en el que se desgrana el significado que la soledad tiene para los mayores.
Como parte del compromiso de Fundación “la Caixa” con la sociedad y, en concreto, con la mejora de las condiciones de vida de las personas mayores, desde la Obra Social se realizó en 2018 el estudio Soledad y riesgo de aislamiento social en las personas mayores para analizar la situación de este colectivo a través de una encuesta a 1.688 personas mayores de 20 años, de diferentes niveles educativos, estado civil y situación de convivencia.
Los resultados de este estudio fueron presentados en 2019 durante el desarrollo del curso Soledad y personas mayores, celebrado en el CaixaForum de Barcelona y organizado por la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), a través de su Fundación Envejecimiento y Salud (FES), y con el apoyo de Fundación “la Caixa”.
Los responsables del estudio subrayaron la importancia de la soledad como problema social y de salud pública de primera magnitud que además de afectar al bienestar psicológico de las personas se relaciona con unos niveles de salud peores y un aumento del riesgo de mortalidad.
En el informe se resalta la dificultad en el análisis del fenómeno de la soledad ya que se deben diferenciar percepciones de hechos objetivos. Es decir, se debe diferenciar la sensación de soledad, comunmente descrita como “sentirse solo”, de la realidad objetiva de falta de contactos sociales o aislamiento social. Puede darse el caso, bastante común, de que una persona pueda vivir acompañada y sentirse sola, o vivir sola pero no sentirse así.
Además, la percepción de soledad también puede hacer referencia a echar en falta la compañía de otros (soledad social) o a no contar con personas en las que confiar y acudir en caso de necesidad (soledad emocional). Así mismo, el aislamiento social puede referirse a la red de amigos o a la red familiar.
Según el estudio, tanto la percepción de soledad (en su dimensión emocional) como el riesgo de aislamiento social (la falta de amigos) afectan a una de cada cuatro personas adultas en en España, y si se tiene en cuenta los dos aspectos, un 44% de los encuestados estaban en riesgo de aislamiento social o se sentían solos.
En cuanto al riesgo de aislamiento social, tanto de la red de amistad como de la red familiar, es generalmente mayor entre los hombres, entre las personas con menor nivel educativo y va aumentando con la edad.
A partir de los 65 años y coincidiendo con la edad de jubilación es especialmente preocupante la falta de una red de amistad. Más de un 25% de los mayores de entre 65 y 79 años están aislados de la red de amigos, aumentando el porcentaje hasta casi un 50% entre los mayores de 80 años.
Las personas que viven solas, respecto de las que lo hacen en pareja o en familia, tienen una frecuencia más limitada de contactos, menos cercanía emocional y una confianza en su red social más condicionada.
Es remarcable que el aislamiento social y la soledad emocional no son patrimonio exclusivo de las personas más mayores, sino que se presentan en un 30% y un 35%, respectivamente, en personas de 40 a 65 años. Debido al establecimiento de redes sociales más amplias y de más calidad, las mujeres padecen de una soledad emocional un 5% menor que los hombres a partir de los 65 años.
El envejecimiento activo, clave
La propia World Health Organization resalta la necesidad de que una vida más larga debe ir acompañada de oportunidades continuas de salud, participación y seguridad, si se quiere que el envejecimiento sea una experiencia positiva, y acuñó el término ‘envejecimiento activo’ para expresar el proceso para lograr esta visión.
El enfoque de envejecimiento activo se basa en el reconocimiento de los derechos humanos de las personas mayores y en los principios de las Naciones Unidas de independencia, participación, dignidad, atención y autorrealización. Con ello se desplaza la planificación estratégica desde un enfoque «basado en las necesidades» (que supone que las personas de edad son objetivos pasivos) a un enfoque «basado en los derechos» que reconoce los derechos de las personas a la igualdad de oportunidades y de trato en todos los aspectos de la vida a medida que envejecen. Apoya su responsabilidad de ejercer su participación en el proceso político y en otros aspectos de la vida comunitaria.
Por envejecimiento activo se entiende el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen, un proceso que se aplica tanto a los individuos como a los grupos de población. Permite a las personas realizar su potencial de bienestar físico, social y mental a lo largo de toda la vida y participar en la sociedad según sus necesidades, deseos y capacidades, proporcionándoles al mismo tiempo protección, seguridad y cuidados adecuados cuando necesitan asistencia.
La palabra ‘activo’ se refiere no solo a la capacidad de estar físicamente activo o de participar en la fuerza de trabajo, sino a la participación continua en los asuntos sociales, económicos, culturales, espirituales y cívicos. Las personas de edad que se jubilan del trabajo y las que están enfermas o viven con discapacidades pueden seguir contribuyendo activamente a sus familias, compañeros, comunidades y naciones.
Existen diferentes determinantes del envejecimiento activo cuyos papeles e interacciones han de ser profundamente estudiados y que se plasman en el siguiente gráfico.
Determinantes del envejecimiento activo. Fuente: traducción de Active ageing: A policy framework. World Health Organization.
La cultura y el género son unos determinantes cruzados, ya que la primera rodea a todos los individuos y poblaciones y determina la forma en que se envejece porque influye en todos los demás determinantes del envejecimiento activo, mientras que la segunda actúa como una ‘lente’ a través de la cual se puede considerar la conveniencia de diversas opciones de políticas y cómo afectarán al bienestar tanto de hombres como de mujeres.
Por su parte, para promover el envejecimiento activo, los sistemas de salud deben adoptar una perspectiva de ciclo vital que se centre en la promoción de la salud, la prevención de enfermedades y el acceso equitativo a la atención primaria de salud de calidad y a la atención a largo plazo.
La adopción de estilos de vida saludables y la participación activa en el propio cuidado son importantes en todas las etapas del curso de la vida. Uno de los mitos del envejecimiento es que es demasiado tarde para adoptar tales estilos de vida en los últimos años.
En lo que respecta a determinantes personales, si bien los genes pueden estar involucrados en la causa de una enfermedad, para muchas dolencias la causa es ambiental y externa en mayor grado que genética e interna.
En el aspecto físico, la gran mayoría de las lesiones son prevenibles. Sin embargo, la visión tradicional de las lesiones como ‘accidentes’ ha dado lugar a un abandono histórico de esta área en la salud pública, aun pudiendo estar en esa razón la diferencia en que alguien se convierta en una persona dependiente o no.
En entorno social también es determinante, ya que el apoyo social, las oportunidades de educación y aprendizaje permanente, la paz y la protección contra la violencia y el abuso son factores clave del entorno social que mejoran la salud, la participación y la seguridad a medida que las personas envejecen.
La soledad, el aislamiento social, el analfabetismo y la falta de educación, el abuso y la exposición a situaciones de conflicto aumentan en gran medida los riesgos de las personas mayores de sufrir discapacidades y de morir prematuramente.
Finalmente, existen tres aspectos del entorno económico que tienen un efecto particularmente significativo sobre el envejecimiento activo como son los ingresos, el trabajo y la protección social.
Obra Social “la Caixa” y el envejecimiento activo
Más allá de las actividades de estudio y sensibilización al respecto del envejecimiento activo, Obra Social “la Caixa” lleva a cabo un extenso programa dirigido a mejorar la vida de las personas mayores, con especial énfasis en la atención a aquellas más vulnerables.
Es esencial trabajar para acompañar a las personas mayores en su proceso vital, siempre teniendo en cuenta tanto las diferentes dimensiones de su vida como las condiciones individuales de cada una de ellas.
Con esa idea se ha diseñado un programa de actividades y experiencias que permitan a los mayores promover sus relaciones sociales, reducir su vulnerabilidad y el riesgo de exclusión, e impulsar la transferencia de conocimientos y la innovación.
En el aspecto de salud y bienestar, se realizan talleres pensados para estimular de forma integral las áreas sensorial, motriz y cognitiva, de manera que se logra retrasar aquellos procesos que hacen mella en las capacidades de las personas mayores, mejorando de esta manera su calidad de vida.
Mediante talleres formativos en informática y comunicación digital se ofrecen a los mayores las herramientas más imprescindibles para poder desenvolverse en el mundo de las nuevas tecnologías, de manera que también se estimula y refuerza la autoestima de los participantes mientras se desarrollan sus competencias sociales.
Cuando una persona finaliza su vida laboral ha hecho un compendio de conocimientos y experiencias de gran valor que no tienen por qué perderse. A través de diferentes actividades, se ofrece una formación a los mayores para que puedan implicarse solidaria y voluntariamente en la transmisión de su experiencia a otras personas que la puedan necesitar, ayudando también a la integración social de los colectivos más vulnerables. De esta manera se fomenta el sentimiento social y participativo de la persona mayor, colaborando en la mejora de las necesidades de la sociedad.
Percibir la etapa de la vejez como un momento que no tiene por qué ser negativo es de vital importancia para el bienestar de las personas mayores. Mediante diferentes itinerarios, el programa Vivir bien, sentirse mejor proporciona las herramientas necesarias para que los mayores potencien sus capacidades y habilidades personales para adaptarse a los retos de ese momento vital y poder desenvolverse con soltura en su situación actual y futura.
Para fomentar que las personas mayores puedan realizar actividades ajustadas a sus necesidades e intereses, se han creado los EspacioCaixa en los que pueden participar y mantener un papel activo en la sociedad mientras se eliminan los estereotipos de la vejez. En estos espacios se realizan cursos de formación, tertulias, conferencias y otros proyectos con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los mayores.
Junto con la participación de distintas entidades y agentes de la comunidad, la Obra Social “la Caixa” ha implementado en siete municipios españoles el programa Siempre acompañados, con el objetivo de impulsar relaciones de apoyo y bienestar entre las personas mayores a través de una intervención que las empodere, que comprometa a la comunidad y que sensibilice a la ciudadanía, con el fin de reducir las situaciones de soledad.
Por último, pero no menos importante, la Obra Social realiza anualmente dentro de su programa de ayudas para la promoción de la autonomía personal y atención al envejecimiento, a la discapacidad y a la enfermedad, una convocatoria específica en el ámbito de personas mayores y retos derivados del envejecimiento, en la que se subvencionan los proyectos de organizaciones sin ánimo de lucro para impulsar iniciativas dirigidas a:
- Promover la autonomía personal y la prevención de la fragilidad y sus efectos.
- Prevenir las situaciones de aislamiento y de soledad no deseada, desde una perspectiva personal, social y comunitaria.
- Realizar acciones de detección y de intervención ante situaciones de vulnerabilidad.
Mediante todas estas actividades y ayudas, la Obra Social “la Caixa” refuerza su compromiso en la construcción de una sociedad más justa, equitativa y solidaria, proponiendo nuevas oportunidades y contribuyendo a mejorar la calidad de vida y la igualdad de oportunidades de toda la ciudadanía.
FUENTE: a través de @Compromiso_Empr de @albertvilarino
VER + EN: https://www.compromisoempresarial.com/rsc/2020/02/soledad-aislamiento-personas-mayores-reto-social/
Imagen de silviarita en Pixabay