Uno de las cuestiones que ha traído la crisis económica y laboral a nuestro país ha sido el aumento del número de autónomos. Es una estadística, que si la comparamos porcentualmente con el número de empleos por cuenta ajena creados es todavía más llamativa. En muchos casos se trata de autónomos por obligación, freelances sin vocación o el autoempleo como única salida.
No se trata de que el espíritu emprendedor, la oportunidad de ser tu propio jefe o de disponer de tus propios horarios haya surgido de improviso. Muchas veces es una salida, la única salida que muchos trabajadores aceptan casi a regañadientes. Ser trabajador por cuenta propia no es ningún chollo.
Por un lado tenemos a empresas que buscan sustituir a sus empleados por autónomos, aunque manteniendo una relación laboral similar. Es el caso de los falsos autónomos, no confundir con los autónomos dependientes. Este sería el peor de los casos, ya que no se tiene la autonomía para trabajar con otros clientes, fijar tus propios horarios, etc. pero se asumen las cargas del trabajador por cuenta propia.
Si ser freelance es duro, aunque muchos puedan asociarlo a una estética más glamurosa, la de un profesional, que trabaja con su Mac cuando quiere en el Starbucks. Pero nada más lejos de la realidad, muchos descubren que son muchas horas, más de las que desearían y muchas más de las que pensaban, las que se pasan trabajando. Uno no se hace freelance para acabar echando más horas que un reloj. Si ha esto le sumamos falta de vocación, se puede convertir en una pesadilla insoportable.
Por ver el lado positivo de estos «trabajadores por cuenta propia forzosos», si vuelven a ser contratados por una empresa van a tener una mayor empatía para ponerse en la piel del otro. Durante un tiempo ellos mismos han sido empresa y asumen una serie de conceptos que no siempre se tienen claros, como que la facturación no es igual al beneficio, que en determinados trabajos no se gana dinero o muy poco y que si no se cumplen plazos o presupuestos, acaba costando dinero.
Estos trabajadores más conscientes de las dificultades de la empresa y seguramente estarán dispuestos a aportar su granito de arena desde su puesto de trabajo para tratar de cumplir con los objetivos de la empresa. El lado negativo es que pueden tener algún problema que otro para acatar la toma de decisiones desde sus responsables inmediatos. En todo caso no serán los mismos que antes de emprender su aventura como autónomos.
FUENTE: http://www.pymesyautonomos.com/