Está más que comprobado que crear una empresa en nuestro país no es tarea ardua. Los obstáculos a vencer a menudo son de lo más variopintos: económicos, jurídicos, etc. Estos, pueden interponerse en nuestro camino e idea de negocio, y resultan a la postre algunas de las más diversas causas que llevan a los emprendedores a abandonar rápidamente su primitiva idea empresarial. Es algo que le solía ocurrir con cierta frecuencia a las Pymes que invertían menos tiempo en realización que en la propia planeación. No obstante, se comenzó a observar una mejor tendencia a partir del pasado 2014, donde se incrementó el número de personas que tomaron la determinación de hacerse autónomos en su compañía, optar por una Franquicia barata, o incluso adquirir una organización ya existente.

No existe un consejo milagroso cuya aplicación, definitivamente vaya a arrimarnos del todo al éxito. No obstante, existen bastantes buenas prácticas que resultarán de gran ayuda a todo buen emprendedor que se precie. O eso creemos.

Por eso, se enumerarán a continuación una serie de Recomendaciones destinadas al propio empresario:

  • Proteja su idea: ni hacerla pública, que se entere todo el mundo, ni tampoco reposarla bajo muchas llaves. Se trata de encontrar el tan ansiado equilibrio que nos permita compartirla cuando haga falta, sin necesidad de correr innecesarios riesgos por una anticipada divulgación.
  • Asignar acciones: la aportación de cada socio tiene un valor, el cual debe cuantificarse. No es tarea sencilla, pero es importante tomarse el tiempo que se requiera para que la participación se estipule por valor agregado, y no por otra serie de pautas subjetivas y eminentemente de menor trascendencia.
  • Distinguir amigos y socios: asociarse con un amigo puede ser muy ameno, o llegar a convertirse por circunstancias en un total quebradero de cabeza. A partir de una serie de pautas objetivas, debemos valorar la conveniencia a la hora de visualizar nuestro equipo de trabajo.
  • Regulación: indagar sobre aquellas normas que reglamentan la industria en la que nos queremos incorporar. No acertar en este ámbito puede repercutir en mayores costos económicos, demorar el start up, o incluso en un naufragio irreparable del proyecto.
  • Recursos Humanos: resultan en la práctica el alma de la empresa. Invertir dinero en distintos apartados al respecto (captación, contratación, formación) debe ser a todas luces una prioridad. La mayor parte de inversores miran más al equipo que a la propia idea.
  • Capacidad de seducción: atraer al futurible inversor. En el mundo de los negocios, difícilmente se presenta una segunda oportunidad para causar una óptima primera impresión. Firme un acuerdo de confidencialidad en el momento de visitar al inversor, desarrolle minuciosamente un resumen ejecutivo, y enseñe el plan de negocios en menos de media hora (unos 15 o 20 minutos a lo sumo).
  • Innovación permanente: no detenerse una vez conseguido algo. Muchos emprendedores cometen este error, olvidando la acuciante necesidad de renovarse permanentemente. De poco sirve gastarse grandes fortunas para tratar de conservar lo ya adquirido, si no sabemos protegerlo en el tiempo de una competencia feroz y dispuesta a desbancarnos.

Que tenga mucha suerte si desea emprender. Deseamos haberles acercado un poco más a este cambiante mundo de la empresa y el emprendimiento.


FUENTE: GESTION PYME

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