A. J. Cano. En los últimos años se está abriendo paso una nueva manera de hacer negocios basada en los valores y en una actitud ética. La economía del bien común –en el original alemán, Gemeinwohl-Ökonomie– es un proyecto económico abierto a las empresas y promovido por el economista austríaco Christian Felber que pretende implantar y desarrollar una verdadera economía sostenible y alternativa a los mercados financieros. Cada vez hay más emprendedores que deciden regirse por los principios de este modelo.

Lógicamente, el bien común no es un concepto nuevo, ni tampoco la concepción de que la economía ha de servir al bien común. De hecho, ya está recogido en varias constituciones y leyes. Así, por ejemplo, la Constitución de Baviera (Alemania) establece en su artículo 151: “Toda actividad económica sirve al bien común”.

De esta manera, para Felber la implantación de la economía del bien común equivaldría a adaptar la economía real capitalista, en la que priman valores como el afán de lucro y la competencia, a los principios constitucionales que recoge, entre otras, la Constitución de Baviera.

Los principios de la economía del bien común

La economía del bien común se debe regir por una serie de principios básicos que representan valores humanos: confianza, honestidad, responsabilidad, cooperación, solidaridad, generosidad y compasión, entre otros.

Para los defensores de la economía del bien común, aquellas empresas a las que guíen esos principios y valores deben obtener ventajas legales que les permitan sobrevivir, frente a los valores del lucro y la competencia actuales.

En la economía real actual se mide el éxito económico con valores o indicadores monetarios, como el producto interior bruto y los beneficios, que dejan fuera a los seres humanos y al medio en el que vivimos. Estos indicadores no nos dicen nada sobre si hay guerra, se vive en una dictadura, si se sobreexplota el medio, si se respetan los derechos humanos, etc. De la misma manera que una empresa tenga beneficios no nos indica nada sobre las condiciones de sus trabajadores ni sobre lo que produce ni cómo lo produce.

Este modelo propone otra manera de medir el éxito económico de una compañía: el balance del bien común. Este balance mide cómo vive  una empresa los siguientes parámetros: la dignidad humana, la solidaridad, la justicia social, la sostenibilidad ecológica, la democracia con todos sus proveedores y clientes. Por ejemplo, si la empresa promueve la esclavitud infantil, si hay desigualdad entre hombres y mujeres, si las rentas de los trabajadores están diferenciadas…

Finalmente, la evaluación de esos valores podrá permitir al consumidor escoger los productos.

Asimismo, Christian Felber propone un límite a la propiedad privada y a la herencia.

El modelo en España

La economía del bien común se ha extendido en España a través del propio Christian Felber, la Asociación Federal Española para el Fomento de la Economía del Bien Común (constituida en octubre de 2013) y personas como el ex-vicepresidente de la Bolsa de París y actual director general de Economía, Emprendimiento y Cooperativismo de la Generalitat Valenciana, Francisco Álvarez.

También hay que destacar a Diego Isabel La Moneda, quien expandió el modelo a Latinoamérica e inició el proceso de aprobación del Dictamen del Comité Económico y Social Europeo “La Economía del Bien Común: un modelo económico sostenible orientado a la cohesión social, emitido en septiembre de 2015.

En este dictamen europeo se dice que la propuesta central de este modelo económico es que la economía “debe estar al servicio de las personas; es decir, del bien común”. Para alcanzar dicho objetivo, dice el texto, “debe asumirse que el dinero y el capital tienen importancia como instrumentos –de intercambio e inversión–, pero no constituyen jamás un fin por sí mismos”.

Por tanto, indica el dictamen, “el modelo económico que persigue el bien común estará fundamentado en los valores que todas las personas reconocen como universales: la dignidad humana, la solidaridad, la sostenibilidad ecológica, la justicia social, la transparencia y la participación democrática“.


 

FUENTE: EL AUTÓNOMO DIGITAL

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