Las hay públicas y privadas; las que ofrece el ‘corporate’ y las verticales; de carácter filantrópico y ahora también para franquicias. Las aceleradoras están de moda pero, ¿se está creando una burbuja?

La aceleración de empresas es una actividad relativamente nueva. En Estados Unidos apareció hace poco más de una década de la mano de Y Combinator en Cambridge; y en España fue Business Booster la que introdujo el concepto en 2010, y en sólo seis años nuestro país ya cuenta con más de un centenar de aceleradoras (entre las que se incluyen también incubadoras), según datos de Startupxplore.

La proliferación de este tipo de iniciativas se explica por el auge del mundo emprendedor, nunca antes visto en España. Nuestro ecosistema start up ha crecido exponencialmente en los últimos años y a Business Booster se han unido aceleradoras públicas, otras ligadas a alguna gran empresa, iniciativas verticales, algunas -pocas- de carácter filantrópico, etcétera, y no todas son necesarias en el escenario nacional. La última en llegar: Franchise, una aceleradora de franquicias en fase inicial.

Burbuja

Nadie puede negar el efecto positivo que estas iniciativas tienen sobre el ecosistema emprendedor. Gracias a estas aceleradoras muchos bocetos de ideas de negocio se han convertido en realidad. Sin embargo, a expertos como Rodolfo Carpintier, presidente de DaD, les parece exagerada la cantidad de plataformas nacidas para acelerar proyectos y considera que «debería haber una consolidación regional y por ciudades. Es demasiado que haya 20 aceleradoras en una ciudad y es difícil conocerlas a todas y saber cuáles pueden realmente ayudar al emprendedor».

Hay iniciativas que sólo buscan cumplir con su cuota de ‘start up’ y no ayudar al innovador

Jorge Dobón, fundador y CEO de Demium, va más allá y opina que el problema está en las llamadas start up zombis: «Son aquellas que se resisten a cerrar, pese a que llevan meses -a veces incluso más de un año- sin levantar una sola ronda de financiación. Su mejor destino sería echar el cierre, pero en su lugar saltan de aceleradora en aceleradora. Una patada hacia adelante que logran gracias a que hay iniciativas (normalmente de carácter público) a las que principalmente les interesa cumplir con la cuota de start up aceleradas y prefieren que sus emprendedores no cierren; y también hay otras aceleradoras que sólo buscan hacer marca cuando lo que deberían es alinear sus intereses con los del innovador».

Bien es cierto que las aceleradoras son necesarias. Nadie lo pone en duda. Pero también es verdad que muchas se han puesto en marcha con objetivos muy distintos a la meta que deberían perseguir: ayudar al emprendedor. Bodón no cree que haya burbuja, pero sí habla de «hinchazón», pues considera que «hay muchas start up zombis y demasiadas aceleradoras puestas por instituciones públicas y por grandes empresas. Las primeras nacen porque siguen una tendencia y porque los políticos que las apadrinan creen que así van a ganar más votos, pero no terminan de entender el ecosistema. Ponen a su excedente de funcionarios trabajando en estas iniciativas y codo con codo con emprendedores cuando lo que necesita el innovador es smart capital. Y las segundas buscan hacer marca, en su mayoría».

Por tanto, nuestro ecosistema tendrá que pasar por una criba que elimine aquellas iniciativas que realmente no apoyen al emprendedor en lo que necesite: financiación y contactos, principalmente. Además, hay sectores que están de moda y otros a los que apenas se ha prestado atención. Así, podemos ver que fintech y el entorno de las aplicaciones está bastante bien cubierto, mientras que otras áreas como «la de los videojuegos y retail, por indicar un par, suponen ahora mismo una buena oportunidad», asegura Bodón. A lo que Carpintier suma la necesidad de «más aceleradoras en contextos industriales y de nanotecnología que no existen porque es mucho más difícil montarlas y encontrar mentores que sepan lo suficiente para apuntalarlas».

Algunas aceleradoras de empresas se crean para fortalecer la marca de la firma

Otro de los sectores que los expertos ven como una buena alternativa para la aceleración es el de las franquicias. Un área que quiere cubrir Franchise, la primera aceleradora de empresas franquiciadoras en fase inicial puesta en marcha en España. Eduardo Tormo, fundador de esta iniciativa, explica que su objetivo fundamental es «acelerar entre tres y seis compañías el primer año, aportarles capital (entre 50.000 y 70.000 euros) para su impulsión en temas de márketing y gestión, principalmente, a cambio de una participación minoritaria de la central de franquicia cuyo porcentaje depende de la situación y escenarios de cada empresa». Y es que, como bien puntualiza Tormo, «cuando hablamos de aceleración la gente evoca siempre a empresas tecnológicas y no a franquicias, cuando éstas se definen como novedosas, escalables y con una ventaja clara: sus modelos de negocio ya están en marcha y ya están monetizadas». Y no es el único que lo piensa. Jorge Dobón también cree que el mundo de las franquicias representa ahora una buena oportunidad para aquellas iniciativas que busquen apoyar su crecimiento. Porque, como bien recuerda Tormo, con la ayuda de una aceleradora estas enseñas pueden franquiciar a más número de profesionales y poner en marcha más tiendas propias.

Y mientras unas nacen otras se expanden. Es el caso de Demium, que tras su éxito en Valencia pretende replicar su labor en Madrid. Y parece que la fama le precede, porque con menos de un mes en la capital ya cuenta con 22 emprendedores trabajando en tres proyectos. Su fórmula difiere de la típica de cualquier aceleradora, ya que en Demium no se seleccionan proyectos ya iniciados ni equipos de trabajo con una idea en marcha. «Seleccionamos talento individual y les ayudamos a encontrar un equipo, les facilitamos ideas de negocio y les damos las herramientas». Un método que les hace distintos y en el que la gente confía porque está creado por emprendedores que ya han pasado por lo mismo que los que entran en el programa.

Las cinco iniciativas a tener en cuenta

  • Seedrocket. Nace en 2008 y basa casi toda su actividad en Barcelona. Sigue el método clásico de aceleración. Cuenta con más de 10 campus y los números le acompañan.
  • Wayra. Es la apuesta de Telefónica. Está en 12 países, lo que la convierte en una de las más globales.
  • Lanzadera. Es el proyecto personal de Juan Roig. Aporta un nuevo grueso de financiación y se la podría definir como una acción filantrópica, pues no se queda con ninguna participación.
  • Conector. Nace de la mano de reconocidos emprendedores como Carlos Blanco, Xavi Verdaguer y Risto Mejide, entre otros.
  • Plug and Play. Es el puente tecnológico de su homólogo estadounidense, un cordón umbilical con Silicon Valley.

Fuentes: Startupxplore y EXPANSIÓN.COM