Interesante informe del CES.

Recomiendo un lectura detallada porque las cifras, datos y conclusiones deben hacer pensar a más de un directivo, político y técnico que algo estamos haciendo mal.

Puedes descargarte el informe pinchando aquí:


Introducción:

En un contexto de desempleo masivo, como es el caso de España hoy, con una tasa de paro superior al 26 por 100, las políticas de apoyo a la creación de empleo deben ser una prioridad social generalizada. La creación de empleo depende de múltiples variables interrelacionadas: desde las características de la estructura productiva, los niveles de cualificación de las personas en edad de trabajar, o la inversión productiva, hasta las políticas adoptadas en múltiples ámbitos (macroeconómicas, industriales, de I+D+i, sociales y educativas, entre otras). Es evidente que la naturaleza de la crisis económica en España, dominada por una profunda caída de la demanda interna, reduce extraordinariamente el impacto de las políticas de oferta sobre la creación de empleo. De hecho, para ingresar en una senda de creación sostenida de empleo se requieren determinadas condiciones, internacionales y españolas, entre ellas una combinación adecuada de políticas económicas coherentes y potentes, capaces de garantizar un entorno favorable a la actividad productiva, e incluso de impulsarla. Pero esto no significa que las políticas de empleo no tengan ningún papel que jugar.

Porque, para optimizar la creación de empleo derivada de esas condiciones, también se requiere contar con un sistema de políticas de empleo bien estructurado y bien orientado, capaz de cumplir las funciones que clásicamente se asignan a estas políticas: favorecer un funcionamiento eficiente del mercado de trabajo, mediante una adecuada regulación y mediante mecanismos de intermediación entre oferta y demanda capaces de proveer esa eficiencia; garantizar una cobertura suficiente, en cuantías, plazos y alcance poblacional, de la protección económica a los desempleados; y mejorar la empleabilidad de la población activa. Además, en el contexto actual las políticas de empleo afrontan un reto sin precedentes, pues deben atender a un volumen extraordinario de población desempleada y deben tratar de responder a las necesidades y problemas del mercado laboral en semejante escenario. Tras seis años de crisis, es crucial la relación entre las políticas activas y la vertiente asistencial de la protección por desempleo, por una parte, y con los servicios sociales, por otra. El sistema entero debe ser capaz de delimitar con claridad los principales colectivos en riesgo de exclusión laboral y social y, por tanto, las prioridades de las medidas para facilitar su inserción laboral. La delimitación de estas prioridades debe basarse en un consenso social al que este informe pretende contribuir positivamente, recordando que, además de los jóvenes (cuya INFORME 02|2014 CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL ESPAÑA 12 elevadísima tasa de paro y las dificultades que encuentran en el proceso de tránsito entre la formación y el empleo han hecho de ellos el grupo prioritario para las políticas europea y española), las dificultades de mantenimiento en el empleo y, sobre todo, de reinserción laboral afectan también con especial intensidad en España a las personas de mayor edad. O, mejor dicho, a un grupo de personas de mayor edad en las que concurren, como se irá viendo en la primera parte de este Informe, varias circunstancias y rasgos -además de la edad- que las hacen especialmente vulnerables. A efectos de este planteamiento se ha centrado el análisis en las personas de 45 a 64 años porque ofrece una perspectiva más amplia de las situaciones laborales, frente a otros estudios que lo restringen a las personas de 50 o de 55 a 64 años. Ello exige un análisis más pormenorizado de los intervalos internos en este gran tramo de edad, por la importancia que tiene su mayor o menor diferencia respecto a la edad legal de jubilación y porque se trata de un tramo apreciablemente heterogéneo en varias características sociolaborales “tipo” o promedio de las personas que lo componen, mientras que en esos intervalos internos se observa una mayor homogeneidad.

Se trata de un grupo muy importante, tanto en la estructura sociodemográfica espa- ñola (en el último trimestre de 2013 representaba más del 26 por 100 de la población) como, más específicamente, en el mercado de trabajo, donde participa relativamente menos, como muestra una tasa de actividad todavía inferior a la de las personas entre 30 y 44 años, y donde, aunque su volumen de ocupación ha aumentado frente al descenso en los otros tramos de edad, se ha multiplicado por 4,5 veces su número de desempleados en la crisis, con una incidencia mucho mayor del paro de larga y muy larga duración: El 31 por 100 de las personas en paro en el cuarto trimestre de 2013 tenía entre 45 y 64 años de edad, pero si se atiende a quienes llevan dos y más años en paro, el peso de este grupo se eleva a una cifra algo por encima del 39 por 100. Un análisis más detallado señala que la mayoría de los desempleados de 45 a 64 años de edad tiene menos de 55 años y, por tanto, todavía está lejos de la edad de jubilación. Por otro lado, casi el 70 por 100 de los desempleados mayores de 45 años no tiene niveles educativos más allá de la educación obligatoria. Todos estos datos componen un panorama de baja empleabilidad relativa, y acentúan para los mayores de 45 años el riesgo de consolidar un colectivo de desempleados que crece con fuerza en las etapas recesivas y no se reduce en igual medida en las expansivas, permaneciendo una porción en la situación de paro, en la denominada trampa de paro de larga duración; ello configura un tipo de paro crónico con efectos muy nocivos para las personas que permanecen atrapadas en él. Pero la importancia de la situación laboral de las personas de más edad no es solo cuantitativa, por una parte porque tienen más cargas -especialmente familiares- que los jóvenes, lo que explicaría tanto el aumento de la tasa de actividad como de ocupación en la crisis; por otra parte, porque tienen menos capacidad para modificar sus trayectorias laborales y para reinsertarse o reintegrarse al empleo después de haberlo perdido. Paralelamente, la experiencia laboral acumulada supone una notable aportación a la LA SITUACIÓN SOCIOLABORAL DE LAS PERSONAS DE 45 A 64 AÑOS DE EDAD CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL ESPAÑA 13 productividad y al potencial de crecimiento económico lo que subrayaría la importancia del apoyo al denominado “envejecimiento activo”. En este marco se inscribe el presente informe, cuya finalidad es la de analizar la situación en el mercado de trabajo de los trabajadores de 45 a 64 años de edad profundizando en el estudio de las situaciones de desempleo, de las medidas de protección social y las políticas activas de fomento del empleo de este colectivo. La idea es atender a las cuestiones centrales que presiden la situación sociolaboral del grupo de 45 a 64 años de edad en la crisis.

Un panorama en el que -como se acaba de apuntar- una de las claves es la mayor o menor empleabilidad de las personas que lo componen. Se trata, pues, de determinar si la crisis ha agravado sus problemas tradicionales de empleabilidad, en qué medida las políticas de empleo tienen en cuenta las especificidades de esos problemas y, finalmente, qué alcance y qué eficacia tienen tales políticas por lo que se refiere al grupo de 45 a 64 años de edad. Para ello se trazará, en primer lugar, un diagnóstico de la situación sociolaboral de las personas de 45 a 64 años tras seis años de crisis, con atención especial a las diferencias que marcan esa situación para quienes componen este grupo en función de algunos rasgos personales (edad, sexo, nivel formativo, entre otros), de la trayectoria laboral que hayan seguido (especialmente en referencia al problema de la especialización ocupacional en las ramas de actividad más afectadas por la crisis), y de la posición que ocupen en el hogar familiar (tratando asimismo de establecer las características de este).

Dado que se trata de un informe con vocación propositiva, ha parecido además conveniente contextualizar este diagnóstico con un primer apartado en el que se recuerdan, por una parte, las perspectivas demográficas y socioeconómicas actuales, que determinan una importancia todavía mayor que ahora de este colectivo en los próximos decenios, y se discuten de manera general, por otra parte, los costes que comportaría no impulsar políticas encaminadas a incrementar su participación laboral, tanto a través de la reinserción de los desempleados como atrayendo al empleo al amplio número de personas laboralmente inactivas (en especial mujeres) que se observa en algunos tramos de edad dentro del grupo de 45 a 64 años de edad. Se trata de costes no solo individuales (esto es, los que recaen sobre las personas concretas y sus familias), como son la repercusión sobre las rentas del resto de la vida que tiene la pérdida de empleo y la dificultad para reintegrarse al mismo -por cuenta ajena o por cuenta propia-; tampoco se trata, en los costes de carácter general, de costes solo sociales, como es el caso por ejemplo de las evidentes repercusiones de una situación prolongada de escasez de empleo en términos de aumento de las situaciones de desigualdad, pobreza y exclusión. Hay también, de hecho, importantes costes de carácter general que recaen sobre la economía, y en especial los asociados a la persistencia de bajas tasas de empleo en este gran grupo de edad. Ya en la introducción al Informe CES 2/2000, Vida laboral y prejubilaciones, se señalaba, citando a la Comisión Europea, que las bajas tasas de empleo de las INFORME 02|2014 CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL ESPAÑA 14 personas mayores son un lastre para los gastos públicos asistenciales y una amenaza para la viabilidad a largo plazo de los sistemas de pensiones, a la luz de las proyecciones demográficas que apuntan a un incremento gradual de las personas dependientes; asimismo, reduce la población activa potencial que se requerirá para compensar la reducción del tamaño de las sucesivas cohortes poblacionales que ingresan en el mercado de trabajo; y, desde luego, supone la pérdida de capital humano valioso, en términos de conocimientos, habilidades y experiencia, que puede determinar una peor evolución de la productividad de la economía. A partir del diagnóstico de situación, el informe pasa a analizar las políticas centradas en el colectivo de los trabajadores de 45 a 64 años. Dicho análisis se articula tomando como referencia los principios, objetivos y líneas de acción del marco estratégico comunitario y español en materia de empleo. Junto con lo anterior, ha parecido conveniente tener a la vista las principales experiencias de países de nuestro entorno en el ámbito de la activación, la reinserción laboral y la protección social de los desempleados en esas edades. El análisis del conjunto de las políticas se ha llevado a cabo desde una óptica de integración e interrelación de las políticas para el empleo, con especial consideración del papel estratégico que desempeña la formación para el empleo, y las políticas de protección social, dentro de las cuales ocupa un lugar central el sistema de protección por desempleo. Y se ha tratado de agrupar este análisis en dos ámbitos: en primer lugar, las que tienen como principal finalidad prevenir y atenuar las salidas de ocupados pertenecientes a este colectivo hacia el desempleo o la inactividad, manteniendo su nivel de empleo, reforzando su empleabilidad e incentivando la permanencia en el mercado de trabajo; y, en segundo lugar, las dirigidas a la reinserción laboral de quienes pierden su empleo, lo que comprende el grueso de las políticas activas de empleo (PAE), tanto las de ámbito general, como sobre todo las específicamente centradas en este colectivo.

El Informe se cierra con un capítulo de conclusiones en el que se han incorporado propuestas de carácter general con las que el CES quiere contribuir al debate y a la configuración de políticas e instrumentos capaces de superar los retos que se dibujan, a corto y medio plazo, para este grupo social.