• La pérdida de habitantes en las zonas rurales es un reto para las ciudades
  • Incapaces de garantizar buena calidad de vida a una población envejecida
  • El ‘paleto de pueblo’ ya no corresponde con la España rural de hoy
  • Fuente: El Economista

La capital de España inaugura a finales del mes de noviembre Madrid Central, el Área de Prioridad Residencial (APR) que tiene como objetivo reducir un 40% las emisiones de dióxido de nitrógeno y un 20% el tráfico. Un nuevo escenario de movilidad que va a suponer cambios importantes en la vida de los ciudadanos, pero que es un síntoma del reto que deben asumir las grandes áreas metropolitanas: garantizar la calidad de vida de una población que no para de crecer. Una meta que pasa por solucionar los altos niveles de contaminación, las dificultades de acceso a la vivienda o incluso la falta de oportunidades laborales.

El problema de la despoblación en España está en la agenda política. Motivado o no por las próximas elecciones municipales, que se celebrarán el próximo 26 de mayo, la nueva comisionada del Gobierno de Pedro Sánchez se ha comprometido a presentar la próxima primavera -«antes de las elecciones», asegura a este medio-, la Estrategia Nacional frente al Reto Demográfico. Una tarea pendiente del Gobierno anterior y que se puso en la agenda política nacional después de la Conferencia de Presidentes de comienzos del año 2017. «Hay un antes y un después de la Conferencia de Presidentes sobre tomarse el reto demográfico como cuestión de Estado», explica Ángeles Armisén, la presidenta de la Diputación de Palencia que esta semana formó parte del III Congreso sobre Despoblación en el Medio Rural. Un evento donde se volvió a manifestar la necesidad de que los habitantes de las zonas rurales deben tener las mismas oportunidades y servicios que en las ciudades.

Más allá de la acción de la Conferencia de Presidentes y resto de asociaciones, las cifras que evidencian el problema de la despoblación en España hacen ver la importancia de su solución. Los datos y mapas ofrecidos por el ministerio de Política Territorial y Función Pública y el Instituto Nacional de Estadística (INE) indican que el 90% de la población vive en el 30% del territorio, en concreto en Madrid y las zonas de litoral. Un problema que se ve aumentado por la elevada esperanza de vida de los españoles. De hecho, según las Proyecciones de población 2018, publicadas por el INE, España contará en el año 2033 con 49 millones de habitantes, de los que uno de cada cuatro tendrá 65 años o más.

La pelota, en las ciudades

La comisionada del Gobierno frente al Reto Demográfico asume que la situación es crítica y que «el 53% de nuestro territorio está en grave riesgo de despoblación». Sin embargo, pone el foco en que éste es un problema que comprende a todo el país porque el resultado del éxodo rural es la creación de macrociudades muy difíciles de gestionar. «El 90% de la población se centrará en grandes entornos urbanos, lo que ocasionará tensiones de todo tipo como el aumento del precio de la vivienda o el problema del transporte. Las soluciones implican a todo el territorio, no es un problema de los pueblos. Es un problema que afecta a España como país», explica Isaura Leal. «Mi discurso es que el problema no está en que vayamos a perder muchos pueblos, la clave es que va a ser imposible gestionar las macropoblaciones. No se puede hablar de reto demográfico hablando solo del medio rural, el reto es cómo vamos a gestionar las macrociudades», añade Ángeles Armisén.

Luis del Romero Renau, profesor contratado y doctor de Geografía en la Universitat de València, también comparte esta reflexión y asume que las grandes ciudades no tienen la capacidad de «asegurar una calidad de vida como sucede en los pueblos». El profesor entiende que los pueblos tienen muchos inconvenientes, pero también ofrecen un ritmo de vida más pausado, un paisaje diferente y unas condiciones ambientales más óptimas. Asimismo, Romero Renau asegura que las macrociudades no son solo un problema para la calidad de vida, sino también un problema laboral: «Las ciudades están llenas de parados juveniles y existen pueblos donde hace falta gente para explotaciones ganaderas, maestros o médicos rurales».

El cateto de pueblo

Las causas que han llevado a la despoblación en España se explican en su mayoría por la búsqueda de oportunidades profesionales y una vida mejor. Sin embargo, existe otra razón de peso que hace referencia a la mala imagen social que se tiene de la vida en los pueblos.

El profesor de la Universidad de Valencia entiende que esta causa «es la fundamental» que ha llevado a los pueblos a perder habitantes: «Desde pequeños se nos machaca con que lo mejor está en la ciudad y luego las ciudades están llenas de parados juveniles». Esta opinión la comparte también la presidenta de la diputación de Palencia, que explica que la imagen de las personas que viven en los pueblos está totalmente caricaturizada. En este mensaje también coincide Arturo Zarzuela, alcalde de Castillejo del Romeral (Cuenca) y secretario de la Asociación de Entidades Locales Menores de Castilla La Mancha, o Marta Corella, alcaldesa de Orea y miembro de la Asociación Contra la Despoblación del Mundo Rural.

La comisionada por el Reto Demográfico también asume este problema como uno de los principales e invita a los medios de comunicación y los agentes de la cultura a que «trasladen una imagen adecuada de las personas que viven en los pueblos». «Hay que superar la mala imagen que tienen los pueblos, ya que no se corresponde con la España de hoy. El paleto, el fracasado o el cateto no se corresponde con el mundo rural».

Las soluciones

Todas las organizaciones y cargos entrevistados entienden que este es un problema que tiene solución pero hay que atajarlo cuento antes.

Lo primero que se debería hacer es una ordenación de las pequeñas localidades para posteriormente actuar. Francisco Burillo Mozota, catedrático de Prehistoria de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Zaragoza y defensor de la serranía Celtibérica -también conocida con la Laponia española- , entiende que lo primero que habría que hacer es definir lo que es un pueblo. A su juicio, las localidades que carecen de niños y jóvenes no deben denominarse como tal. «Habrá que buscar una denominación adecuada para aquellas poblaciones donde la mayoría de sus habitantes superan los 60 años: zona residencial de tercera edad puede ser una nueva denominación», explica. Una conclusión parecida es a la que llega Luis del Romero Renau porque habla de que hay que atajar el problema desde dos vertientes: una paliativa, que asegure la calidad de vida del ciudadano que viva donde viva y otra de acción, que camine hacia la promoción de los pueblos como vía para emprender un negocio o una vida.

Respecto al objetivo de reactivar la sociedades rurales, todos los organismos consultados entienden que la mejora de las comunicaciones por tierra pero so-bre todo las tecnológicas. «Si hay una medida necesaria a priori en pleno siglo XXI es garantizar un servicio universal, de banda ancha, de cobertura adecuada de telefonía móvil para todo el territorio, da igual en el lugar donde vivan», sentencia Isaura.

El lado positivo del problema es que se puede mirar a otros países del mundo que han gestionado mejor el problema de la despoblación. Sara Bianchi, coordinadora de la Asociación de Territorios Escasamente Poblados de Europa, pone como ejemplo las políticas llevadas a cabo por Highlands and Islands Enterprise, una agencia de desarrollo económico y comunitario del Gobierno de Escocia para una región diversa que cubre más de la mitad de Escocia y alberga a unas 450.000 personas. Este ente, que invierte en proyectos de transformación en toda la región con el objetivo de convertirla en un lugar más competitivo y atractivo para vivir, trabajar, estudiar y crecer; es un ejemplo de éxito de lucha contra la despoblación.

Isaura Leal también toma nota de este ejemplo pero pone el foco en las políticas que Francia ha realizado en algunas de sus regiones. Por ello, defiende que la solución es responsabilidad de todas las Administraciones del Estado, la Unión Europea y el sector privado: «La respuesta a este problema lo deben dar las políticas públicas y la intervención privada para hacer de nuevo rentable y eficiente nuestro territorio y las personas que viven en él».

El turismo como forma de vida

Francisco Mestre, fundador de Pueblos más Bonitos de España, cree firmemente que el «turismo es una de las soluciones que puede evitar la despoblación». De hecho, los objetivos de su organización son la promoción del patrimonio natural, cultural y rural para incrementar el turismo. Es el caso del municipio alcarreño de Hita, miembro de la organización desde el día 1 de enero de 2017, que ha registrado un crecimiento de 83,7% en número de visitantes, porcentaje que se traduce en 9.925 viajeros. Un buen dato que ha provocado un aumento del empleo en los sectores de la hostelería #y restauración y hacen confiar# a la Asociación que este año se puedan superar los 15.000 visitantes anuales, duplicando las cifras obtenidas en 2016.

Una actividad empresarial rural

Sergio María García es el alcalde de Fresno del Rio Tirón, una pequeña localidad burgalesa de unos 200 habitantes. Un municipio que ha mantenido su población gracias su localización estratégica -cerca de ciudades, #Vitoria, Logroño o Burgos- y porque tiene una veintena de microempresas y autónomos.

Con esta realidad, el Ayuntamiento ha aprobado como bonificaciones fiscales hasta el cien por cien en el impuesto de obras y contracciones y bonificaciones de hasta el cien por cien en el impuesto para promociones #de vivienda para el alquiler o la rehabilitación. Son medidas que van hacia un camino, pero el alcalde reclama más acción a instancias superiores de la Administración porque el poder del Consistorio es limitado.

Emprender con recursos naturales

Alberto Alfonso, de la Asociación Contra la Despoblación, es el cofundador del proyecto Apadrinaunolivo.org. Una iniciativa de emprendimiento social que nace en 2014 con el objetivo de promocionar un desarrollo económico sostenible en el ámbito rural, una conservación del entorno natural, y la generación de empleo. Y todo a través de la recuperación de los olivos centenarios de la localidad de Oliete, en Teruel. Desde su fundación, la organización ha #recuperado más de 7.200 olivos, produce aceite de gran calidad #y ha lanzado una línea de cosmética natural. Además, 2.400 padrinos y madrinas y la generación de siete puestos de trabajo es otra parte del balance positivo que deja este proyecto.


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