La alimentación y las emociones
La alimentación tiene un gran componente emocional. La comida se utiliza para premiar o celebrar, pero también para mejorar el estado de ánimo. Comer nos hace sentirnos mejor, porque ingerir alimentos libera sustancias en el cerebro que proporcionan un placer inmediato y/o rebajan la tensión. Lo que ayuda a continuar. Pero emplear la alimentación para combatir el estrés o el aburrimiento es un mal negocio.
Los espacios de trabajo son entornos donde se dan fácilmente situaciones de estrés y en las que se recurre, casi de forma inconsciente, a comer alimentos ricos en grasa y azúcares, porque tienen una alta palatabilidad (son agradables al paladar) y peligrosamente accesibles. La falta de tiempo y la propia ansiedad hace que se opte por lo que está más a mano. Es muy probable que acabemos tomando un producto excesivamente procesado y poco saludable.
Así que, teniendo esto en cuenta, como en la mayor parte de las estrategias que se aplican a cualquier iniciativa, lo importante es adelantarse a esos momentos que llegarán inevitablemente, para no dejar a la improvisación el momento de la ingesta. Reemplazar este automatismo y actuar con premeditación contribuirá a mejorar el nivel energético del organismo y se estará en óptimas condiciones para abordar la jornada laboral y rendir más.
¿Qué hábitos mejorar para rendir más?
Aquí van una serie de recomendaciones para sustituir hábitos poco saludables. Te servirán para rendir más en el trabajo y pronto notarás las mejoras en tu salud.
1 El desayuno debe constituir entre el 20-25% de las calorías diarias
Según la estrategia NAOS (Nutrición, Actividad Física y Prevención de la Obesidad promovida por el Ministerio de Sanidad Consumo y Bienestar Social). Un buen hábito es levantarse con el tiempo suficiente para desayunar en casa. Lo recomendable es una combinación de estos alimentos: lácteos (yogurt, leche, queso fresco), cereal (pan integral, cereales) y fruta. Salir de casa con un café bebido te lleva a acometer las tareas diarias con un pobre aporte energético. La fatiga y el bajo rendimiento está asegurado.
2 No improvises el almuerzo
La acumulación de estrés deja en piloto automático la alimentación, es decir, no se dedica el tiempo suficiente para tomar una buena decisión: en este caso, se puede ver perjudicado el tentempié de media mañana. Ten preparado el tupper de fruta fresca (a ser posible sin pelarla, ya que la fibra y las vitaminas se encuentran en gran medida en la piel) o algunos frutos secos (crudos o tostados, pero siempre sin sal). El aporte de vitaminas en el caso de la fruta fresca, y de grasas insaturadas de los frutos secos, te garantizará estos necesarios aportes nutricionales diarios de buena mañana y la energía que necesita el cerebro para funcionar.
3 Cuida tu salud intestinal
Toma la fibra necesaria para tener una buena digestión intestinal. El pan integral es una buena opción para contribuir al aporte de fibra. Las verduras frescas como puede ser zanahorias, apio, remolacha cruda, junto con un poco de hummus (pasta con base de garbanzos), es decir, legumbre (la otra gran aportación de fibra) será un excelente almuerzo. Es importante no comer en exceso ya que provocará somnolencia y la ralentización de tus labores.
4 Imponte una disciplina de descanso
Dejarse arrastrar por el flujo incesante de trabajo solo hará que se retrase hasta el límite la necesidad de descanso. Así que ve al servicio cada hora y media-dos horas, y aprovecha esos cinco minutos para hacer un poco de mindfulness y repartir oxigeno por el organismo. Este hábito reducirá los niveles de estrés y no necesitarás atenuarlo con una dosis extra de azúcar, por ejemplo.
5 Bebe agua en abundancia sin esperar a tener sed
El organismo debe estar hidratado para evitar cefaleas. Beber agua facilita la eliminación de toxinas y favorece la buena marcha de la función secretora. Agua del grifo, en caso de que vivas en regiones donde esto sea posible, para evitar el consumo excesivo de plásticoy para hacer de la oficina un sitio saludable.
6 Evita la sal de los snacks
Llevan una cantidad excesiva de este aditivo y provocan hipertensión arterial. Junto con el estrés puede ser una combinación muy dañina.
Como recomendación general es una buena costumbre a mirar la composición de los productos que ingieres. Es importante que tengas en cuenta el sodio (sal), los azúcares añadidos y las grasas saturadas. Consúmelas en la menor medida posible o elimínalas totalmente de la dieta. Los alimentos procesados suelen acumularlas, por lo que una opción cómoda de asegurarse una buena alimentación es tomar alimentos lo más naturales posibles.
AUTORA: Luisa Carrasco
FUENTE: vía @Infoempleo
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