Es cierto que no lo tienen nada fácil y que sus expectativas de futuro profesional son un turbulento mar de incertidumbres, pero es innegable que la generación de los nativos digitales ha irrumpido ya de lleno en el mercado de trabajo.

Como sabes, en sentido estricto, un nativo digital es cualquier persona que ha nacido y crecido bajo el absorbente influjo de las tecnologías de la información y de las comunicaciones.

Puede decirse que los nativos digitales más veteranos nacieron en torno a los primeros años de la década de los noventa, cuando los ordenadores personales y el uso de Internet comenzaban a implantarse en los hogares y en las pequeñas empresas. Además, aquella fue una época de expansión de las consolas, de los videojuegos y de llegada de los primeros y toscos teléfonos móviles.

Cabe afirmar que todas aquellas personas que ahora tienen entre 20 y 30 años han vivido la mayor parte de su desarrollo y de su socialización personal inmersos en el mundo digital. Los que tenemos la ‘desgracia’ de haber dejado atrás tales edades, apenas somos calificados como ‘inmigrantes digitales’, según la terminología de Marc Prensky, reconocido creador del mencionado concepto generacional antes mencionado.

Durante los últimos poco más de 20 años que llevamos conviviendo con el ecosistema digital, nativos e inmigrantes digitales hemos homogeneizado buena parte de nuestros hábitos personales y profesionales, hasta el extremo de habitar media vida en ‘la nube’, aunque con suertes y destrezas dispares, todo sea dicho.

Por supuesto, el mercado de trabajo y la búsqueda de nuevas oportunidades profesionales no han quedado al margen de este gran cambio evolutivo, a pesar de la feroz y numantina resistencia al cambio que tradicionalmente han mostrado nuestras empresas y directivos más conservadores.

Hace apenas unos pocos años, las ofertas y demandas de empleo estaban dominadas por los anuncios en prensa escrita, los suplementos dominicales de los diarios -los de color salmón-, los currículos impresos en papel, las fotocopias y las cartas de presentación a la antigua usanza epistolar, con su firma, su fecha y su ‘Muy Sres. míos’ en el encabezamiento. Los candidatos y perseguidores de empleos, más o menos lustrosos o precarios, a veces tenían que tirar incluso de su vieja ‘Olivetti’ y esperar que la ansiada convocatoria a una entrevista llegase a través del teléfono fijo, a falta de otros medios. Muy poco después, el currículo en papel comenzó a languidecer y a dejar paso a los portales de empleo emergentes. Ya no había que moverse de casa para buscar trabajo, siempre que tuvieras en tu domicilio uno de aquellos ruidosos módems que permitían conectarte a Internet a velocidad de runner nonagenario. Por último, el triunfo de la Web 2.0, las redes sociales, las app y los dispositivos móviles con acceso a Internet modelaron el mercado de trabajo digital, más o menos como lo conocemos hoy. Mañana seguro que algo habrá cambiado, visto el ritmo trepidante con el que evoluciona este territorio, tan incierto como prometedor.

Uno de los fenómenos incipientes que más está sorprendiendo últimamente entre los profesionales de recursos humanos, es la búsqueda de empleo o la presentación de auto-candidaturas a empresas a través de Whatsapp. No es broma. Basta que cualquiera sea capaz de hacerse con el número de móvil corporativo de un profesional, un headhunter o un reclutador, para que la audacia, la imprudencia o la creatividad le empujen a utilizar este método intrusivo e invasivo.

Cualquier empresa que publique ofertas de empleo está acostumbrada a recibir cada día cientos de mails y de mensajes en las redes sociales profesionales, en los que se solicita participar en tal o cual proceso selectivo. ¿Pero qué pasa si estás buscando trabajo y te atreves a enviar un Whatsapp? Sí, con un breve texto de presentación y un link a tu perfil en LinkedIn, por ejemplo.

En principio, entendemos que Whatsapp es un canal más íntimo, reservado a tus contactos personales y profesionales. En consecuencia, viene a ser como si un desconocido llegara a tu domicilio particular con el currículo en la mano y te pillara en ropa de andar por casa. Como norma general, mejor abstenerse de utilizar Whatsapp para buscar trabajo.

Tal vez la única excepción a la norma descrita pudiera ser la de utilizar Whatsapp para lanzar una candidatura sorprendente, creativa, impactante y original. Por su puesto, una iniciativa de este tipo debe ser meditada y diseñada con criterio y sensatez. Usar Whatsapp para buscar empleo es moverse en la delgada línea roja que separa la creatividad y la sorpresa, del spam y la intrusión.

Si tras leer este artículo sientes deseos de buscar trabajo por Whatsapp, procura hacerlo cuando no tengas nada que perder y valores que es tu única posibilidad de lograr visibilidad, por las bravas y a la desesperada. De lo contrario -es decir, casi siempre-, intenta ser más comedido y utiliza tu creatividad para proyectar el mismo mensaje por mail o en redes sociales profesionales.

FUENTE: http://www.well-comm.es/wellcommunity/buscar-trabajo-por-whatsapp/