La nueva tendencia digital que es el e-commerce se está implantando sin remedio en nuestra sociedad. Está cambiando nuestra forma de comprar y de entender el mercado. Hábitos y costumbres que considerábamos anquilosadas e irremplazables han dado un giro de 180º. ¿Quién iba a pensar en comprar unas zapatillas por internet? Objetos que siempre hemos considerados indispensables su contacto real previa compra. Incluso hacer la compra de nuestros productos más básicos se está convirtiendo en un acción reemplazable por el “one click” desde cualquier lugar y a cualquier hora del día.
Por lo tanto, podemos decir que el e-commerce no es una tendencia sino una realidad que ha venido para quedarse y cambiar nuestra forma de vida. En este punto, muchas empresas ven en este tipo de comercio una ventaja competitiva, el hecho de tener un punto de venta 24h al día es un factor nada despreciable, así como la posibilidad de encontrar a un público objetivo de cualquier parte del mundo.
Sin embargo, en este proceso de digitalización en el que tanto grandes como pequeñas empresas quieren sumarse al carro, muchas de ellas se embarcan sin una estrategia previa definida o ni siquiera haber pensado qué consecuencias puede tener abrir un espacio web. Hay que tener claro una serie de cuestiones, entre ellas que el hecho de abrir un e-commerce es igual de costoso en términos de trabajo y dedicación que una tienda física. Si tu tienda no es atractiva, si los productos no están colocados de forma que los clientes los encuentren fácilmente, o si a la hora de comprar me ponen trabas en cuanto a disposición del local o personal cualificado para ello, con seguridad los clientes terminarán abandonando el local sin realizar la compra y, sobre todo, sin recomendar a otros potenciales clientes nuestra tienda.
Esto es lo mismo que ocurre en un e-commerce. Hay que tratar con el mismo mimo y cuidado los factores de éxito que en un comercio físico. Si nuestra web no tiene un diseño atractivo o si a la hora de navegar por ella el usuario se pierde entre mil menús y clics, terminará abandonando mi espacio y no realizará la compra. Por estos y otros factores, el e-commerce terminará siendo un fracaso si no se pone tierra de por medio.
Por ello, aquí os dejamos las claves para conseguir el objetivo de todo e-commerce, vender más y hacerse un hueco en el mundo digital:
- Conoce a tu cliente mejor que a ti mismo. El gran error que se comete es pensar que conocemos lo que el cliente quiere o necesita. Nos basamos en nuestra opinión o en la de nuestro círculo más cercano. En marketing denominan lo denominan el dato meramente despreciable. En este punto solo valen los datos fehacientes aportados por estudios rigurosos que nos dirán verdaderamente qué piensa nuestro potencial cliente de nuestro producto así como cuánto estará dispuesto a pagar por él. Además el proceso de compra se ha vuelto complejo, ya no se compra cuando un producto te convence sino que el camino se ha alargado hasta el punto de que una vez visto en tienda, se busca en internet para comparar precios y alternativas. Una vez hecho esto, el amplía su abanico de posibilidades de manera exponencial. Por lo tanto, es esencial recopilar todo el recorrido que el usuario hacer hasta terminar comprando. Tendremos que saber dónde y cuándo intervenir en el proceso de compra para ser nosotros los que nos llevemos el gato al agua.
- Segmenta, no desperdicies. Como hemos comentado anteriormente, el espectro de población al que podemos acceder a través de la red es inmenso, por ello es indispensable saber segmentar nuestro público objetivo. Toda empresa tiene objetivos ilimitados, peros recursos limitados. Debemos ajustar al máximo nuestros objetivos para no tirar nuestro dinero, ya que en Internet es fácil difuminar nuestro dinero en campañas de publicidad con un retorno de la inversión realmente cuestionable. El secreto está en la hipersegmentación, y esta posibilidad nos la dan las redes sociales. No podéis imaginar la cantidad de información que tienen de todos nosotros. Y esta información puede ser utilizada para alcanzar exactamente al público objetivo que nuestro e-commerce necesita. Además, este tipo de plataformas nos permiten hacer pequeñas pruebas con un coste de inversión realmente reducido e ir viendo cual funciona mejor.
- Marketing como motor de atracción. Una vez que conocemos a nuestro cliente y hemos segmentado de forma adecuada, debemos pensar que queremos transmitir a nuestros usuarios y cómo lo vamos a hacer. En este punto, el presupuesto de los e-commerce se dispara. La competencia es tan feroz y el canal de comunicación tan estrecho que es aquí donde la mayoría de las empresas fracasan. Por lo tanto, hay que tener muy clara nuestra estrategia de marketing, cómo y dónde vamos a aparecer así como la percepción que queremos que nuestros clientes tengan de nosotros.
- Que navegar por nuestra web genere WOM. Una vez que hemos logrado que los usuarios entren en nuestro e-commerce hay que tener claro qué queremos que hagan en él (comprar, rellenar un formulario de contacto, conocer nuestra misión…) Esto enlaza con el termino usabilidad de nuestra web. Tiene que ser fácil y accesible. El usuario tiene que tener la sensación de que controla en todo momento nuestra web. Recordar, la sensación, nunca controla nuestra web. Su recorrido por la web tiene que resultarle tan atractivo y sencillo que no quiera dejarla. Aquí todo influye, desde la calidad de las imágenes hasta lo intuitivo de los menús. A esto debemos sumar un cuidado por los detalles. Nada puede quedar al azar, y en ese proceso, debemos encontrar el momento justo para genera una acción que supere las expectativas que el usuario tenía en nuestro e-commerce, es el denominado efecto WOM. Esto puede ser desde algo tan simple como la subscripción gratuita a un concurso, invitación a un club de fidelización hasta gastos de envío gratuitos. Todo para generar una sensación de sorpresa y satisfacción que le haga sentirnos como diferentes al resto y que comprar a través de nuestro sitio le resulte fiable y cómodo.
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