Los emprendedores son personas dispuestas arriesgar para llevar a buen puerto su idea de negocio. No obstante, muchos cometen errores comunes fácilmente identificables y con soluciones realmente sencillas. Estos son los 10 errores que nunca debería cometer ningún emprendedor.
Se suele decir, y es cierto, que el emprendedor es aquella persona que arriesga y que acomete un sueño para hacerlo realidad. Esta valentía que se les presume a los autónomos, en ocasiones, puede convertirse en imprudencia. El descaro y el hacerle frente a la vida tiene que ir de la mano de la realidad y del savoir faire.
Esto lo saben bien en Taalentfy, la plataforma para la búsqueda de empleo centrada en el talento. La entidad ha publicado un análisis sobre actitudes y comportamientos que cualquier emprendedor debería evitar.
«Las empresas son extensiones de los emprendedores que las han creado y dado forma. Los valores, identidad y dinámica de trabajo de estos acaban por conformar una cultura corporativa y valor diferencial propios. Por eso, los emprendedores han de ser cautos con lo que hacen y transmiten a través de sus empresas» señala Alejandro González, CEO de Taalentfy y emprendedor experimentado.
Las 10 cosas que no debe hacer un emprendedor
– Mentir
La credibilidad cimienta cualquier carrera profesional. Es de vital importancia que la voz del emprendedor acompañe a su idea. “Es fundamental que hagamos lo que decimos y cumplamos todo aquello a lo que nos comprometemos”, señala la plataforma.
La credibilidad de la persona acompaña a la credibilidad de la empresa. Si el discurso tiene fuerza y genera confianza, más personas se acercarán a conocerlo.
– Sacar el látigo
Los patrones de liderazgo han cambiado. El emprendedor como jefe tiene que saber encabezar un proyecto como caudillo y no como tirano, de tal manera que su equipo le siga y le acompañe.
“Los jefes del ordeno y mando y del porque yo lo digo han pasado a la historia. El estilo de liderazgo autoritario y jerárquico está cayendo en desuso porque funciona mal, especialmente en el arranque de nuevos proyectos en los que el entusiasmo, la energía y la flexibilidad del equipo son claves”, señala González.
La mejor manera de que un proyecto en equipo salga adelante es generar un ambiente laboral en el que cualquiera que conforme la plantilla se sienta a gusto, así podrá aportar mucho más a la idea.
– Arriesgar más de lo necesario
No todos los emprendedores son expertos en marketing y finanzas. Un gran porcentaje de ellos son verdaderos genios en campos como la medicina o la tecnología, y de ahí extraen su idea de negocio.
Esto conlleva un gran problema, su proyecto es innovador y potencialmente rentable pero no saben medir el riesgo de las acciones estratégicas que acometen. “Hay que saber en cada momento qué, cuándo y cuánto arriesgar. Es importante meditar y tomar buenas decisiones, a veces lo que nos pide el cuerpo no es la mejor decisión”, explican desde la entidad.
Lo más aconsejable es rodearse de profesionales que sepan acompañarte en los procesos que no sepas realizar y te aconsejen sabiamente.
– No comunicar
“De nada sirve hacer grandes cosas si luego no somos capaces de comunicarlo al exterior”, recalcan. Esta premisa es puro marketing. El emprendedor puede tener el proyecto más interesante del sector pero si no sabe cómo venderlo quedará en el olvido.
El emprendedor debe aprender a trasladar a un público su idea de negocio de una manera que resulte atractiva, prometedora, incluso arriesgada e innovadora. Se trata de demostrar que el proyecto es novedoso y tentador, que si no lo financias (en el caso de buscar inversores) o no lo adquieres (cuando ya se ha lanzado el producto) te vas a arrepentir toda la vida.
– «Mejor sólo que mal acompañado»
Una idea se queda en idea si nadie la conoce. El emprendedor, en muchas ocasiones, centra todos sus esfuerzos en mejorar su proyecto y se olvida de mostrarlo al público o de crear alianzas y conseguir financiadores.
“El ecosistema del líder requiere compañía frecuente de otros emprendedores y profesionales externos con los que explorar sinergias. El emprendedor siempre debe estar acompañado, sobre todo si consigue rodearse de los mejores, eso sí, cuidado a la hora de elegir la compañía”, recalca Taalentfy.
– No priorizar
De nuevo, el emprendedor debe aprender a atender los asuntos que no son propios de su campo de especialidad. Un emprendedor siempre tiene que tener presente que, además de músico, ingeniero, chef, o cualquiera que sea su actividad profesional, tiene que ser empresario.
En este sentido, tiene que aprender a dar prioridad a las cuestiones que realmente la merecen como haría cualquier empresario de renombre. Nunca se debe caer en la procrastinación de ciertas cuestiones aunque resulten tediosas y aburridas. Son vitales para el negocio y, por ende, deben gozar de la importancia que merecen.
– No ser constante y perseverante
Un emprendimiento se caracteriza por sus dificultades y altibajos. En muchas ocasiones, el emprendedor siente la tentación de acabar con todo y dejar el proyecto, pero este gran paso solo se debe dar cuando realmente el negocio esté herido de muerte.
“Ser constantes y perseverantes está en la base del éxito de la empresa. Aprender cada día y escuchar a todos aquellos que nos pueden aportar algo puede ayudarnos a no desfallecer”, apunta la entidad.
– Caer en la soberbia
“El negocio podrá ir mejor o peor según el momento, pero en ningún caso se puede dejar de ser humildes”. La prepotencia y la soberbia son dos atributos que afean a cualquier persona, esto se acrecienta cuando se dan en una figura pública o en un negocio.
La opinión pública es uno de los motores de cualquier compañía, al fin y al cabo una empresa vale lo que el consumidor considera que vale.
– Falta de adaptación
Las tendencias del mercado y el consumo son cambiantes y fluctúan. Por este motivo, el emprendedor tiene que disponer de una capacidad camaleónica que le permita adaptarse a cualquier situación y atajar los problemas según aparecen.
“Para poder aprovecharse de esos cambios el emprendedor ha de tener cintura para saber adaptarse y realizar los cambios necesarios que puedan ser provechosos para su propio negocio”, señalan.
– Obsesionarse con el corto plazo
El cortoplacismo nunca es bueno para un proyecto. Lo que a día de hoy puede repercutir en una mejora inmediata de la situación del negocio, puede convertirse a largo plazo en una de las peores decisiones para la empresa, por su repercusión futura.
Habrá retos y problemas que requerirán soluciones inmediatas o a corto plazo. Pero la estrategia global del negocio deber ser fijada a largo plazo.
FUENTE: vía @diarioAyE