La agnosia es una alteración cognitiva que hace referencia a la dificultad o incapacidad para reconocer cosas familiares, sin tener ninguna alteración de la percepción. Es decir, estando los sentidos preservados. Puede aparecer a consecuencia de distintas alteraciones cerebrales y es uno de los síntomas de la enfermedad de Alzheimer. Normalmente aparece en fases avanzadas.
El término “agnosia” proviene del latín: gnosis es “conocimiento” y el prefijo a, indica negación o “falta de”. A consecuencia de esta alteración, la persona no puede reconocer y asociar lo que se percibe a través de alguno de los sentidos (vista, oído, tacto, olfato y gusto) de manera adecuada con su significado. En función del canal de entrada de la información, se dará el nombre al tipo de agnosia. Así, existe la agnosia visual, la auditiva, la táctil, la olfativa y la gustativa.
Hay, además, otras formas más complejas de agnosia, que tienen que ver con la falta de reconocimiento de las propias sensaciones o señales internas del cuerpo. En este último grupo estaría la anosognosia, que es la falta de reconocimiento de la propia enfermedad y de las alteraciones que se padecen, muy característica en el Alzheimer. Pero también incluiríamos aquí la mala percepción de la temperatura, no interpretando adecuadamente las señales de frío o de calor, pudiendo emplear ropa de excesivo abrigo en verano o, a la inversa, en invierno, o una percepción alterada del dolor.
La persona con Alzheimer puede llegar a ser incapaz de reconocer caras familiares o no reconocerse a sí mismo en el espejo. Las agnosias no suelen responder bien a las intervenciones o estrategias para revertirlas, puesto que son debidas a la atrofia cerebral en determinadas áreas cerebrales. Además, los progresivos problemas de memoria que suceden con la evolución de la enfermedad añaden dificultad a la interpretación de la percepción, dando lugar a falsos reconocimientos. Lo mejor es aceptar el fenómeno y adaptar el entorno a ello.
Algunos ejemplos de agnosias y de falsos reconocimientos y cómo afrontar estas situaciones
- No reconoce caras familiares
Esta forma específica de agnosia se llama prosopagnosia. Ante esta situación hay que recordar que, el hecho que una persona con Alzheimer no reconozca las facciones de sus familiares, no significa que haya olvidado la relación con su pareja o con sus hijos. Simplemente ya no puede reconocer sus caras, porque la conexión entre la imagen que percibe y la correspondencia con la persona en cuestión está alterada. Aunque resulte doloroso, hay que procurar no tomarlo como nada personal, aceptarlo e intentar ayudar potenciando otras ‘pistas’ a través de otros canales, como la voz, el olor, los gestos, algún rasgo característico, etc.
- No se reconoce en el espejo
Es frecuente que, en algún momento de la enfermedad, la persona afectada no sea capaz de reconocer su propia imagen en un espejo (podría corresponderse a una forma de prosopagnosia, no reconociendo, en este caso, su propia cara). En consecuencia, puede interpretar la imagen como alguien que viene hacia él, o como si hubiera un extraño en casa, siendo posible causa de ansiedad, preocupación o miedo. Si esto sucede, suele ser de ayuda cubrir o retirar los espejos durante un tiempo. Es algo que suele darse de manera temporal. Esta falta de reconocimiento de caras familiares e incluso de la propia, puede darse también al observar fotografías. Incluso puede no reconocer el concepto de “fotografía” o “espejo” y hablar con las imágenes que está viendo. Si no es algo que le genere estrés, no es necesario actuar.
- Cree que su casa no es su casa
Para reconocer un espacio hay que percibir e integrar la información conjunta de muchos objetos, distribución, etc. y, después, emparejarlo con los espacios conocidos que tenemos en la memoria. En el caso del Alzheimer, sabemos que los recuerdos más antiguos están mejor preservados que los presentes. Por esta razón, el recuerdo de su casa de la infancia o de la juventud será mucho más vívido que el de la actual. Si se produce esta situación, no hay que generar una discusión ni intentar convencer a la persona afectada. Es aconsejable tratar de orientarla con cosas familiares. Por ejemplo, indicándole que “este es tu sillón favorito” o “aquí está la foto que tanto te gusta”, etc. También se puede intentar mejorar la iluminación o emplear aromas que puedan ayudar al reconocimiento.
- Confunde a los familiares entre ellos o, por ejemplo, a su hija con su esposa cuando era joven
Puede suceder que la persona afectada confunda a su hija/a con su esposa/o cuando era joven o a su pareja con su madre o su padre. Sucede algo similar a lo explicado respecto a tener más vivos los recuerdos y memorias de tiempos pasados. Ante estas situaciones, hay que evitar corregirle constantemente y no avergonzarle, algo que sería contraproducente. Proporciona mejores resultados recordarle amablemente, en cualquier momento y no necesariamente en respuesta a su confusión, quienes somos y que es una persona querida por todos los que se encuentran a su alrededor.
- No reacciona cuando suena el teléfono o el timbre de la puerta
Aunque pueda oír perfectamente los sonidos, una persona con agnosia auditiva puede no reaccionar adecuadamente a ellos porque no los relaciona con su significado. Es decir, oye el timbre, pero no sabe qué significa, qué es lo que lo produce… A veces, funciona, simplemente, diciéndole que están llamando a la puerta y si puede ir a abrir.
FUENTE: FUNDACIÓN PASCUAL MARAGALL
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