COOPERANDO EN LA DISTANCIA
Muchos son los retos que nos plantea la situación creada por la pandemia y el periodo de confinamiento para luchar contra ella. Retos a nivel personal, afectivo, familiar, social, laboral, sanitario… global. ¿Cómo lidiar con el miedo propio y el de los que nos rodean? ¿Cómo sobrellevar la clausura impuesta sin perder el ánimo? ¿Cómo manejar el teletrabajo, el telestudio de los peques, los ratos de ocio, los momentos de descanso… todo en un mismo espacio físico? ¿Cómo gestionar toda la información que llega, la oficial y los bulos, la de los sabios y la de los tertulianos, las iniciativas solidarias y las críticas (constructivas o no) del “lo que habría que hacer es…”? ¿Cómo no pensar en cómo quedará todo cuando esto acabe?
Esta crisis nos pone a prueba a todos, y aquí es donde se nos pueden ver las costuras, tanto en nuestras familias, nuestros trabajos, nuestra sociedad… nuestro cole. Costuras que están y han estado ahí, y que quizás ahora sea un buen momento para remendar. Permitidme que me centre en el cole, aunque creo que esta reflexión se puede extender a todos los ámbitos de la vida.
Cuando pienso en cómo mantener el funcionamiento del colegio, resuenan en mi cabeza las lecciones que escuché de David y Roger Johnson en el curso de especialista de Aprendizaje Cooperativo. Para quienes no los conozcáis, son unos de los teóricos más importantes del Aprendizaje Cooperativo. Ellos explicaban que empezaron a aprender a cooperar en su infancia, pues vivían en una granja en Minnesota, con sus padres y otros dos hermanos. Para hacer frente a situaciones de la vida cotidiana en un entorno rural, agreste y duro, no se planteaban otro modo de hacerlo que no fuera cooperando. Y ahí va mi primera reflexión: ¿para qué trabajamos mediante el aprendizaje cooperativo en el aula? Porque queremos cooperar para aprender y aprender para cooperar. Este trabalenguas no significa otra cosa que queremos alumnos y alumnas que cooperen en el cole porque van a aprender a ser miembros activos y corresponsables en la sociedad, que cooperarán para que el mundo sea mejor.
El Aprendizaje Cooperativo tiene cinco elementos básicos, y pienso en cómo aplicarlos en esta situación. El primero es la interdependencia positiva, y para explicarlo basta con entender esta frase: o remamos todos o nos hundimos. Todos y cada uno de nosotros depende del resto para llevar a cabo la tarea con éxito. Lo que le afecta al otro me afecta a mí, sus problemas son mis problemas y sus éxitos serán también los míos. No tiene cabida el individualismo, y aquellos que siguen yendo “por libre”, aunque no lo sepan, también están involucrados en el trabajo y la vida del resto, porque estamos todos en el mismo barco. Cero individualismo, lo mismo para quedarnos en casa y evitar contagiar y contagiarnos, que para comprar responsablemente y no saquear el súper, o para no saturar los servicios médicos si no lo necesito. Y aquí va mi segunda reflexión: es paradójico que, a los profes, esta situación de aislamiento nos obliga a salir de la comodidad de nuestras aulas, en las que “somos soberanos”, para abrir la clase a las familias y al resto de compañeros, sin complejos ni reticencias, aulas abiertas para compartir la labor docente porque no queda otro remedio, ya que, si queremos llevar adelante el trimestre (y quién sabe si no será todo el curso), tenemos que remar todos a una.
Otro de los elementos del Aprendizaje Cooperativo es la responsabilidad individual. No necesita mucha explicación. Sé RESPONSABLE, tú y yo y cada uno de nosotros, de la parte que nos toca, porque si no, tiraremos por tierra el trabajo de tantos; el proyecto común, ese en el que o remamos todos o nos ahogamos, se vendrá abajo. La tercera reflexión: toca teletrabajar, estoy en mi casa, allí nadie me ve ni me controla, nadie fiscaliza mi trabajo, (ni al niño que haga la tarea tal y como el profe la ha mandado), y puedo tomarme este tiempo como unas pequeñas vacaciones. Pero no está siendo así, todos y cada uno de nosotros está haciendo lo que toca, manteniendo las clases y las tutorías, conciliando como se puede, esforzándonos en cubrir todas las necesidades, las académicas y las emocionales, respondiendo a las demandas que nos hacemos mutuamente, familia, alumnado, compañeros… Y eso nos tiene que llenar de orgullo.
Las habilidades sociales para la cooperación son otro de los elementos en el Aprendizaje Cooperativo de Johnson&Johnson. Son muchas las que son necesarias para saber cooperar, y se van aprendiendo gradualmente y siempre desde la práctica (para saber montar en bici hay que montarse en la bici). Mirar al que habla, pedir la palabra, compartir tu opinión, criticar los hechos, no a las personas, alentar al grupo, parafrasear, integrar las ideas en una sola… y muchas más. Todas ellas se basan en la generosidad, la empatía, la confianza mutua, el respeto, el autoconocimiento y la regulación emocional. Mi reflexión: no deja de ser curioso, de nuevo, que ahora que se nos pide distanciamiento social sean más necesarias que nunca estas habilidades sociales. Porque si no las ponemos en práctica, no alcanzaremos el objetivo común. Y lo mejor, después de este tiempo, si las hemos ejercitado, seremos más hábiles y mejores compañeros, vecinos, hermanos, madres, hijas, amigos, alumnos y profesores… Preocupémonos por el resto, comuniquémonos, compartamos nuestras ideas, seamos pacientes, pensemos si ahora me toca quedarme en segundo plano o tirar del grupo, sumemos esfuerzos y tengamos cintura.
La interacción cara a cara nos recuerda que para cooperar hay que mirarse a los ojos, trabajar codo con codo, llamarnos por nuestro nombre. ¿Cómo hacer esto en situación de distanciamiento social? Vuelve a ser una paradoja que todos estamos experimentando, que esas redes sociales que nos estaban alejando y aislando de nuestros allegados son las que ahora nos salvan de la soledad y el aislamiento, ese mundo virtual nos acerca a los que queremos y nos posibilita mirarnos a la cara, unas caras iluminadas por el azul de las pantallas. Curiosamente, esas pantallas que tanto hemos insistido en evitar, por razones obvias, se convierten ahora en las puertas de nuestra casa. Mi reflexión: ¿vamos a perder la oportunidad que nos ofrecen las tecnologías digitales para humanizar nuestra labor docente? ¿Vamos a limitarnos a enviar la tarea a los alumnos o a leer una información que nos envía nuestro coordinador o nuestra jefa de estudios, evitando toda interacción? Al contrario, ahora más que nunca, vernos y mirarnos a los ojos es imprescindible para trabajar en equipo. Tenemos que hacer el esfuerzo de conectarnos, de hacer video llamadas entre los equipos de trabajo, entre las clases, que los niños y niñas se vean y se escuchen…, aunque eso suponga abrir la “pantalla” de nuestra casa a compañeros, alumnos y familias.
El último elemento se refiere al procesamiento de grupo, es decir, a la revisión del proceso de todos los agentes en la actividad de enseñanza-aprendizaje, las propuestas que hacemos para mejorar, y la celebración de los éxitos. Los hermanos Johnson destacan la importancia de hacer ese elemento, partiendo de la observación, poniendo el acento en los logros, haciendo crítica de los hechos, nunca de las personas. Una de las cosas que más me llama la atención es la visión tan constructiva y positiva que plantean del procesamiento, como, por ejemplo, considerar lo que “no se ha logrado” como algo que “estamos todavía en proceso de conseguirlo”, nunca dando ninguna partida por perdida. Mi última reflexión va en esa línea: en esta situación nueva y constantemente cambiante, es necesario revisar, replantear, reconducir e introducir constantes modificaciones ya que es imposible que hayamos acertado con los modos y maneras de hacer teledocencia a la primera. Para ello es necesario comunicarnos bien y a menudo, ser autocríticos y abiertos al cambio, realizar nuestras críticas con dosis de asertividad y cariño a partes iguales, tener cintura, ser pacientes y comprensivos y, sobre todo, ser muy positivos.
Como veis, el aprendizaje cooperativo no es algo que se queda en la escuela. Habla de cómo afrontar cada reto en la vida, cómo convivir con otros y para otros, como ser generosos y felices juntos. La vida ha puesto delante de nosotros esta circunstancia. Ojalá que estas lecciones no las tuviéramos que aprender así, pero no hemos elegido vivir estos momentos extraños. Por eso, todo lo que saquemos de positivo en este tiempo será lo mejor con lo que nos quedaremos.
FUENTE Y AGRADECIMIENTOS : a través de @INED21 – DE Patricia Bádenas Lago
Puedes ver + en el artículo pinchando el enlace : https://ined21.com/cooperando-en-la-distancia/
Imagen de Gerd Altmann en Pixabay
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