El gran reto de las empresas que desean crecer y mejorar su competitividad, es el de mantener elevados niveles de excelencia operativa y a la vez fomentar la creatividad y la innovación entre sus empleados. Es decir crear empresas ambidiestras, capaces de explotar el negocio actual, y a la vez explorar nuevas oportunidades.
El mundo VUCA en el que vivimos obliga a las empresas a generar flujos constantes de innovación. No hay que olvidar que si la velocidad de cambio del entorno es superior a la velocidad de cambio de una organización, ésta tarde o temprano desaparecerá. Por lo tanto, la innovación no es únicamente necesaria para aquellas empresas que quieran reinventar sus sectores sino que, en mayor o menor medida, también lo es para las que ansían seguir siendo relevantes y asegurar su supervivencia.
En este contexto, la tarea de generar innovación de manera continuada no puede depender únicamente de la alta dirección, ni de iniciativas top down que terminan en el laboratorio de I+D. Diseñar el futuro de la organización, y proponer nuevas oportunidades, ya sea para defender las ventajas competitivas actuales o crear de nuevas, debe recaer en todas las personas de la empresa.
Por lo tanto, vuelvo a insistir en una idea a la que hago referencia a menudo, si las personas son la clave para innovar, es evidente que muchas de las iniciativas para incorporar la innovación al ADN de la empresa deben centrarse en ellas. Lo que me lleva a afirmar que la función de RRHH, debe ser fundamental a la hora accionar los mecanismos que contribuyan a generar las circunstancias adecuadas para que la innovación florezca. (ver:Del laboratorio de I+D a RRHH como motor de la innovación ; La función de RRHH en el fomento de culturas innovadoras ; Gestión de personas e innovación)
Para lograr que una empresa cree nuevos productos (o servicios) y que éstos lleguen al mercado, antes hay que cambiar internamente. A continuación nombro algunas iniciativas que deben facilitar que las personas de la organización sean capaces de generar innovación.
1. Fomentar la innovación como un valor organizativo
No se trata únicamente de incluir la palabra innovación en la lista de valores organizativos, sino de vivirla diariamente y convertirla en un elemento cotidiano.
2. Incluir la innovación entre las habilidades que deben poseer los líderes
Construir una cultura innovadora depende en gran medida de contar con líderes que valoren la innovación, y a ser posible sean también innovadores.
3. Implementar un programa de generación de ideas
Es fundamental crear organizaciones en las que las ideas fluyan. Para ello es necesario crear un sistema que permita aprovechar la creatividad de todas las personas de la organización.
4. Establecer un proceso de selección de ideas
Ni todas las ideas son buenas, ni las buenas ideas nacen suficientemente desarrolladas. Por lo tanto, es necesario establecer un proceso de selección y evolución de las ideas.
5. Incorporar la innovación a la evaluación por desempeño
Simplemente diciendo que la innovación es importante, no se crea una cultura innovadora. Para ello debe reforzarse ese mensaje con acciones concretas. Una de muy clara es la de incorporar la innovación a la evaluación del desempeño de cada persona.
6. Vincular parte de la compensación a la innovación
En la misma línea que el punto anterior, reforzar que la innovación es clave para la empresa debe implicar que parte de los incentivos dependen de ella.
7. Formar en creatividad
La creatividad no es únicamente innata. Así que realizar un programa de formación que incluya a todos los miembros de la organización, y que se centre en desarrollar sus capacidades creativas, es un modo de darles herramientas para generar nuevas ideas.
8. Contratar a personas creativas
Introducir la creatividad como uno de los factores a tener en cuenta en los procesos de selección, contribuye a la creación de una cultura innovadora. Evidentemente, no todos las posiciones requieren de los mismos niveles de creatividad.
9. Utilizar la tecnología para colaborar y compartir conocimiento
La creatividad y la innovación requieren de la colaboración de diversas personas. Existen una gran cantidad de tecnologías digitales que permiten que las personas de la organización colaboren entre ellas, o incluso con personas externas a la misma.
10. Derribar las barreras entre departamentos
En demasiadas ocasiones las empresas se convierten en reinos de taifas, en los que cada departamento parece aislado del resto de la empresa. Insisto en que para innovar se requiere colaboración, y diversidad. Recordemos que la innovación nace en la intersección de disciplinas. Por este motivo es fundamental evitar que los departamentos actúen como silos estancos.
11. Involucrar a la alta dirección en los proyectos de innovación
A menudo los líderes demandan innovación, sin ser conscientes de los obstáculos a los que se enfrentan los equipos de innovación. Por ello es adecuado que las personas con posiciones de dirección se involucren en proyectos reales, y ayuden a allanar el camino de la innovación.
12. Aceptar el riesgo y la posibilidad de fracasar
Muchos directivos argumentan que los empleados deben ser más valientes y mostrar menos aversión al fracaso, pero la valentía no debería ser necesaria si existiese el entorno adecuado. Uno que permitiese que las personas intentasen cosas nuevas pese a asumir que no todas ellas llegarán a ver la luz, y ser exitosas.