¿En qué momento pasamos de estar 10 horas en la oficina a trabajar en casa 12h, poniendo portátil, móvil y coche??

Cuando en los años 70, durante la crisis del petróleo, Nilles acuño el término teletrabajo, parecía haber hallado la panacea universal para los trabajadores, para las empresas y para el planeta, debido al ahorro de tiempo, dinero y energía por los  desplazamientos evitados.

Aún hoy podemos encontrar artículos en internet que hablan del tema sin incluir un solo punto negativo. Sin embargo, en España, solo el 7,4 por cien de la población trabaja desde su casa.

Cada uno de los que prefiere el trabajo en la oficina tiene sus motivos. Muchos de los trabajadores que soñaban con, ¡por fin!,   trabajar a su aire, con total flexibilidad, no usar el metro, tener más tiempo libre y conciliar, han tenido ocasión, como Santa Teresa y Truman Capote, de recordar que “se derraman más lágrimas por las plegarias atendidas que por las no atendidas”.

En primer lugar, pronto descubren que, como un escritor o cualquier otro artista, necesitan rutinas, orden y disciplina para poder sacar adelante su trabajo. Hay quien se retira a la naturaleza con un ordenador, quien desconecta su teléfono, quien mira sus e-mails solo una vez a la semana, quien tiene un horario férreo.  Sea lo que sea el sistema que cada cual adopta, comenta que es imprescindible.

La mitificada  bohemia de los artistas, no es otra cosa que la necesidad de contacto humano tras un día de trabajo solitario y poco tiene que ver habitualmente  con fiestas y cócteles. Este es quizá el aspecto clave por el que el que el teletrabajo a tiempo completo es difícilmente viable.

Claudia, una experta informática, nos cuenta que la hora del café, sin compañeros que contaran  sus aventuras del fin de semana o las gracias de sus niños, no le servía para desconectar de su trabajo y que seguía pensando en él mientras se preparaba  el almuerzo y mientras se lo tomaba. Empezó a tener la sensación de que el trabajo invadía todo su tiempo.

Buena parte de la comunicación informal por donde discurre la cultura empresarial, los nuevos proyectos, las sinergias  y las oportunidades,  dejaron de estar a su alcance cuando se quedó en casa. A pesar de las ventajas como evitar desplazamientos, mayor facilidad para concentrase y para la conciliación,  no  tardó ni dos meses en pedir la vuelta a su oficina en días alternos.

Sea cual sea el trabajo que hacemos, necesitamos estar con los demás, comunicar, recibir apoyo, intercambiar ideas e inquietudes y para ello necesitamos un lugar de encuentro, sea un coworking, un centro de negocios o cualquiera de las modalidades que cada día van apareciendo.

 


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